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Crianza de adolescentes: la importancia de expresar afecto a nuestros hijos en esa difícil etapa

Debido al intenso deseo por ser independientes, los adolescentes suelen rechazar a sus padres. Un nuevo estudio sugiere que la clave para hacerlos sentir amados es ser persistentemente amorosos, incluso en las situaciones de conflicto. Es una de las claves más importantes en su crianza.

La formación de un joven a veces puede parecerse a caminar en una cuerda floja. Es un gran reto guiar a los jóvenes en esa etapa tan difícil, y al mismo tiempo respetar sus anhelos de independencia. A pesar de nuestros intentos de mostrar amor y cuidado, a menudo se pueden generar situaciones de conflicto.

Pero una nueva investigación realizada por la Asociación Americana de Psicología y publicada en Greater Good Magazine ofrece información relevante sobre cómo ayudar a los jóvenes a sentirse amados.

Estudio sobre la crianza de adolescentes

El psicólogo John Coffey y sus colegas encuestaron a más de 150 adolescentes (de 13 a 16 años) y sus padres durante 21 días. Todas las familias pertenecían a hogares biparentales de Estados Unidos.

Cada noche, uno de los representantes (generalmente la madre) realizaba una encuesta sobre los puntos positivos y negativos en la relación con su hijo.

Los aspectos positivos se referían a la cantidad de elogios, comprensión y afecto que mostraron hacia su hijo ese día. Los puntos negativos se referían a cuánta ira y tensión existía entre ellos. A los adolescentes se les hizo una sola pregunta cada noche: cuánto se sintieron amados por sus padres ese día.

Los investigadores descubrieron que los hijos generalmente se sentían queridos en niveles moderados a altos, pero hubo fluctuaciones durante el tiempo de estudio. Ocurrió igual con aquellos jóvenes que calificaron a sus papás como cercanos, respetuosos, tolerantes y sensibles ante sus necesidades.

Por otro lado, hubo algunos menores que no se sentían apreciados en absoluto por sus padres en ciertos días.

Como era previsible, los adolescentes tendían a sentirse más amados los días en que sus papás mostraban más amabilidad, mientras que solían sentirse menos valorados cuando había conflictos en casa.

El amor mitiga los conflictos

Un hallazgo interesante fue que en los días en que los progenitores eran más cálidos, los hijos se sentían queridos incluso si había problemas en el hogar. En otras palabras, el afecto mitigaba los efectos del conflicto durante la crianza de adolescentes.

Según Coffey y sus colegas, estos descubrimientos son importantes debido a que las experiencias emocionales pueden influir en las habilidades y el comportamiento de los jóvenes al punto de afectar su bienestar a largo plazo.

Cuando los hijos habitualmente no se sienten amados durante largos períodos de tiempo, pueden tener un mayor riesgo de sufrir enfermedades mentales como la depresión.

Estos hallazgos pueden ayudar a los padres a darse cuenta de que ofrecer afecto diario a sus hijos -sin estar condicionado a su comportamiento- puede fortalecer su relación, incluso si se presentan situaciones de enfrentamiento.

Simplemente podría tratarse de un cumplido o un abrazo, o expresar empatía con lo que sea que estén pasando. A los papás también les podría ayudar llevar un diario sobre las interacciones con su hijo, para detectar ciertos patrones de conducta y ver el efecto positivo que genera el cariño.

“El amor emocional debe expresarse a diario, incluso en relaciones estrechas y duraderas”, explica Coffey. “Para los padres, mantener una buena relación con su hijo adolescente puede resultar complicado. Los conflictos son un elemento ineludible de la paternidad, pero no es necesariamente un elemento disfuncional”.

Cada día, los padres e hijos pueden encontrar pequeñas formas de dar y recibir afecto que fortalecerán la relación. Las expresiones de amor ayudarán a mitigar las inevitables situaciones de desacuerdos que surgen en el hogar.

Beneficios en la salud mental de los hijos

Demostrar afecto a los hijos de manera constante tiene varios beneficios:

1. Se fortalece el vínculo entre padres e hijos

Alfredo Oliva, doctor en psicología en la Universidad de Sevilla, destacó en un trabajo investigativo los beneficios que genera el amor paternal en las conductas y salud mental de los hijos.

“A pesar del relativo distanciamiento afectivo y comunicativo que se producirá con la llegada de la adolescencia, lo cierto es que los chicos y chicas van a seguir beneficiándose de unos padres comunicativos, cercanos y afectuosos, que les apoyen en los momentos difíciles que tendrán que atravesar a lo largo de estos años”, escribió Oliva en un documento publicado por la Universidad de Barcelona, que hacía referencia a la crianza de adolescentes.

Los jóvenes sabrán que pueden confiar en sus padres en todo momento, y sentirán apoyo cuando las cosas no salgan bien. De esa manera, el vínculo afectivo se fortalecerá y la comunicación mejorará.

2. Confianza y autoestima

Para los adolescentes es importante sentir que cuentan con el apoyo de sus padres. Eso les ayudará a crecer como personas confiadas y seguras de sí mismas.

“Cuando el afecto, el apoyo y la comunicación positiva caracterizan las relaciones entre padres e hijos, estos últimos muestran un mejor ajuste psicosocial, incluyendo confianza en sí mismos, competencia conductual y académica, autoestima y bienestar psicológico. Además, presentan menos síntomas depresivos y menos problemas comportamentales”, añadió Oliva.

“Cuando el afecto, el apoyo y la comunicación positiva caracterizan las relaciones entre padres e hijos, estos últimos muestran un mejor ajuste psicosocial, incluyendo confianza en sí mismos, competencia conductual y académica, autoestima y bienestar psicológico. Además, presentan menos síntomas depresivos y menos problemas comportamentales”, añadió Oliva.

La tolerancia es clave

Por su parte, la Asociación Española de Pediatría afirma que los jóvenes que reciben constantes muestras de afecto durante la infancia, al crecer mostrarán una mayor tolerancia ante sus semejantes y tendrán fortaleza ante las adversidades de la vida.

Es normal que los jóvenes muestren tendencias de rechazo hacia las reglas y todo lo establecido, incluyendo los lineamientos familiares y las expectativas de sus progenitores.

Al entrar en la adolescencia, la persona siente que puede cuidarse por sí misma y que ya no necesita la orientación de los mayores. En ese punto, los adultos deben mostrar un mayor nivel de madurez, para comprender la etapa que atraviesan sus hijos y no albergar sentimientos negativos contra ellos.

Para muchos jóvenes, la familia pasa a un segundo plano, mientras que los amigos se convierten en la prioridad. Durante la crianza de adolescentes, los padres deben reconocer la importancia del círculo social en sus hijos, e intentar integrarlos en las reuniones familiares y demás actividades.

Al mismo tiempo, se debe respetar la privacidad del menor y no dejar de expresarle afecto, aunque no sea recíproco. Con el paso del tiempo, el joven comprenderá que el amor de sus padres no depende de su comportamiento, sino que se trata de un sentimiento estable y verdadero.

Fuente: saposyprincesas.elmundo.es

Por qué a los niños les gusta llamar la atención?

Si sientes que tu hijo quiere ser el centro de atención con llanto, gritos o un mal comportamiento, puede que te interesen las siguientes posibles explicaciones a esta conducta.

Muchos padres se han preguntado en algún momento por qué a los niños les gusta llamar la atención. Escenas de berrinches, niños interrumpiendo las conversaciones de los adultos o portándose mal casi a propósito son el pan de cada día en muchos hogares.

Existen varios factores que pueden servir para definir qué le ocurre al pequeño cuando toma esta actitud. No obstante, casi todos los psicólogos infantiles concuerdan en que los niños que buscan con afán llamar la atención de sus padres todo el tiempo esconden un recelo por ser abandonados.

Además, afirman que en sus mentes han creado un vínculo entre alterar a sus padres y la respuesta inmediata a sus necesidades.

¿Por qué a los niños les gusta llamar la atención?

Los niños de edades muy cortas están programados casi de forma innata para llamar la atención de sus padres para que satisfagan sus demandas.

Esta condición instintiva ha permitido que, durante siglos, los infantes de la espacie humana pudieran sobrevivir gracias a la comunicación por medio de gritos y llantos, en ausencia del entendimiento racional y la capacidad para hablar.

Lo que ocurre, en consecuencia, es que a medida que el niño va creciendo, sigue asociando que el llorar, hablar con un tono de voz elevado o gritar hace que sus padres le presten atención del mismo modo que lo hacía cuando era un bebé. De este modo, logra sentirse protegido y atendido.

 

De allí se desprende que a los niños les gusta llamar la atención cuando necesitan amor, comprensión o incluso alguna recompensa. Básicamente, existen cuatro situaciones que ilustran las necesidades de los niños y su vínculo con un comportamiento que llame la atención:

  • El niño nota que, cuando levanta la voz e interrumpe una conversación, los padres pueden notar su presenciaal igual que los otros miembros de la tertulia; así, logra sentirse integrado.
  • El niño manipula con su conducta se da cuenta de que cuando hace una rabieta en la calle, por ejemplo, consigue que los padres le den lo que pide solo para calmarlo. Entonces, recurre con frecuencia al berrinche como forma de dominio.
  • Los pequeños que cuentan con hermanos suelen sentirse eclipsados por ellos y buscan llamar la atención de sus padres para conseguir posicionarse en un primer lugar a la hora de recibir amor.
  • Los niños que manifiestan sus sentimientos pero sienten que no tienen respuestapor parte de sus padres toman medidas extremas, como portarse mal, para demostrar su inconformidad y molestia de forma más tajante.

Consejos para manejar la situación

De lo comentado anteriormente, puede deducirse que, cuando el niño busca llamar en exceso tu atención, está mostrando una forma de dominio y de imponer sus demandas impacientemente.

La manera más acertada de llevar la situación será a través de una comunicación efectiva y una revisión de los roles de mando en el hogar.

“Los niños que buscan con afán llamar la atención de sus padres todo el tiempo esconden un recelo por ser abandonados”

Desde luego que reconducir al niño para que exprese de otra forma sus inquietudes, afectos y necesidades no es sencillo. Los padres deben llenarse de paciencia, ya que la mejor manera de hacerlos cambiar de actitud es no cediendo a los llamados del niño, sino más bien tratando de inmediato que se produzca un diálogo entre las partes.

Es muy probable que, en las primeras pruebas, el pequeño se exalte de más al sentirse reprendido. Sin embargo, los padres deben mantener con firmeza su autoridad para lograr que el niño pueda comunicarse de manera educada, manteniendo el respeto y en el momento adecuado.

 

Autoexamen a los padres

Debe quedar muy claro que existe una diferencia entre los niños que llaman la atención para obtener un beneficio de inmediato a modo de manipulación y los niños que quieren llamar la atención porque sufren del llamado síndrome de niño abandonado.

Es por ese motivo que los padres deben realizarse un autoexamen sobre el tiempo que pasan con sus hijo; han de evaluar si es un tiempo de calidad en el que se llene de afecto al pequeño o si hay un abuso verbal o físico al conducirse hacia al niño.

Por otra parte, se debe considerar si este cuenta con una supervisor apropiada. En todos estos casos, el llamar la atención será una consecuencia de múltiples carencias en los niños.

Por eso, como recomendación final, es importante que analices tu interacción con el pequeño y que no dudes en pedir ayuda si sientes que la conducta de tu hijo se está saliendo de control.

 

Fuente: https://eresmama.com/por-que-a-los-ninos-les-gusta-llamar-la-atencion/

 

Conflictos entre padres y docentes ¿cómo manejarlos?

La relación entre padres y docentes no ha sido fácil en ningún momento de la historia de la educación, ya sea porque las interacciones son escasas, porque se limitan a ser básicamente informativas de la conducta o rendimiento del estudiante, o porque habitualmente se relacionan con dificultades o problemas, ha sido una constante durante los años.

Existen padres y docentes que establecen excelentes relaciones con el otro, que interactúan desde la comprensión profunda que todos tenemos un interés común, el bienestar y aprendizaje de los estudiantes. En teoría, la relación entre docentes y padres debiera reflejarse en un trabajo colaborativo permanente en virtud de mejorar los procesos de niños y niñas, pero lamentablemente, la mayor parte de las ocasiones, esta relación se reduce a una situación tensa en que el padre quiere presentar alguna queja, cuestionar la labor del docente, o en que el docente quiere informar alguna situación negativa respecto del estudiante. Es decir, se transforma en algo así como una afrenta entre padres y docentes.

Una vez que asumimos lo difícil de las relaciones, lo importante es hacer algo al respecto, actuar en virtud de mejorarlas. Lo positivo es que se puede hacer mucho, solo basta con proponérselo y tener la voluntad de hacerlo. En el siguiente artículo te compartimos algunas sencillas estrategias que contribuyen a mejorar las relaciones entre padres y docentes.

CONFLICTOS MÁS COMUNES

-Desconfianza de los padres

Algunos padres de familia sienten como una amenaza el hecho de que alguien más esté educando a sus hijos. Generalmente porque consideran que la educación que sus hijos reciben en el aula contradice a la educación en casa.

-Falta de comunicación

¿Qué ocurre cuando un alumno tiene un altercado con su profesor? ¡Bingo! Así es, los estudiantes, en el mayor de los casos, llegan a casa y al momento de contarle a sus padres lo ocurrido alteran la historia. Ojo, esto no quiere decir que nada sea verdad, sin embargo, acercarte a los padres del alumno para que tengan un mayor conocimiento de los hechos evitará conflictos en el futuro.

-Descontento por el trato a sus hijos

Hay padres de familia que les gustaría que a sus hijos les pusieran más atención que al resto de sus compañeros de clase, por otra parte, puede ser que les moleste que les presten tanta atención a sus hijos.

“No es para tanto”

Hay situaciones en las que los padres creen que se está siendo injusto con sus hijos.

¿CÓMO MANEJARLOS?

Cualquiera que sea el caso es vital que tanto el actuar del docente como de la institución sea asertiva para solucionar el conflicto.

  1. Instancia presencial. Lo primero es generar una cita con los padres en cuestión. Toma en cuenta sus horarios y lleguen a un acuerdo para que puedan acudir. Prepara la reunión con anotaciones para que no olvides ninguno de los puntos a tratar con los padres de familia, no olvides generar un ambiente de confianza y respeto al momento de hablar con ellos.
  2. Comunicación asertiva. Recuerda que a nadie le gusta que le hablen “mal” de sus hijos, así que asegúrate de recordarles que el propósito de la reunión es beneficiar al alumno lo más posible. La cooperación de los padres de familia es crucial para el éxito académico, así que ten en cuenta sus intervenciones y toma notas de los aspectos más importantes.
  3. Aporta soluciones. No sólo se trata de decir lo que ocurrió o pasar un reporte a los padres de familia, también aporta soluciones. Imagina que vas al médico, hace su diagnóstico, escribe un montón de cosas, te informa cuál es tu padecimiento y no te da una solución. Impensable ¿cierto? Los padres de familia se sienten exactamente de la misma manera. Propón soluciones alternas, incluso antes de realizar la cita con los padres, elabora propuestas para darle solución al conflicto.
  4. Genera acuerdos. Las cosas no siempre van a resultar como nosotros lo queremos, se flexible en donde puedes serlo, se capaz de llegar a acuerdos tanto con los estudiantes como con sus padres. Recuerda, no es una lucha de poder o de tener razón acerca de algo.

 

Fuente:

https://educrea.cl/conflictos-entre-padres-y-docentes-como-manejarlos/

La comunicación verbal y no verbal

Sin hacer mucho caso, todos utilizamos día a día el lenguaje verbal y no verbal: cuando hablamos y acompañamos nuestras palabras con gestos, cuando enviamos un mensaje de texto y usamos emoticonos… pero a pesar de ello, puede que haga falta explicarlos concretamente para no confundirlos.

De esto nos ocuparemos en este post: vamos a ver qué es el lenguaje o comunicación verbal y qué es el lenguaje o comunicación no verbal, veremos ejemplos de cada uno de ellos y otros de situaciones en las que ambos conviven.

Antes de hablar de lenguaje, vamos a comenzar desde el principio, explicando cuáles son las bases de la comunicación.

Los elementos básicos de la comunicación son:

  • Emisor: es quien tiene la intención y se encarga de transmitir una información (mensaje).
  • Mensaje: es el objeto de la comunicación.
  • Receptor: quien recibe el mensaje y lo interpreta.
  • Código: conjunto de signos que se combinan siguiendo unas reglas determinadas que permiten su identificación. El emisor elabora un mensaje utilizando un código determinado (por ejemplo la palabra en un idioma particular), y el receptor también tiene que conocerlo para poder decodificarlo.
  • Canal: es el medio físico a través del cual se transmite el mensaje (el aire cuando hablamos, el papel si escribimos, etc)
  • Contexto: el conjunto de circunstancias que afectan tanto al emisor como al receptor, y además condicionan la interpretación del mensaje.
Lenguaje verbal y no verbal: explicación fácil
Un modelo simple de comunicación, en donde una persona, que es el emisor, transmite un mensaje (le habla sobre un árbol) a otra persona, que es el receptor.

En la comunicación existen varias etapas:

  1. formación de una intención de comunicar: siento la necesidad de decir algo a un amigo
  2. composición del mensaje: pienso lo que tengo que decir
  3. codificación del mensaje: lo ordeno en palabras
  4. transmisión de la señal: lo digo
  5. recepción de la señal: mi amigo me escucha
  6. decodificación e interpretación del mensaje: comprende lo que he dicho

¿Qué es el lenguaje verbal?

Lenguaje verbal

El lenguaje verbal comunicación verbal es aquel en el que se utilizan signos lingüísticos, es decir palabras, en el mensaje.

El lenguaje humano es un sistema de símbolos o signos lingüísticos llamados lexemas (palabras), y reglas gramaticales para utilizar dichos símbolos. Uniendo estos símbolos mediante las reglas de la gramática podemos construir mensajes complejos (las oraciones), con los cuales se representan pensamientos. Cuando dos personas hablan el mismo idioma, son capaces de reconocer los signos que cada uno pronuncia y conocer su significado.

La comunicación verbal puede realizarse de dos formas:

  • Comunicación oral, es decir hablando.
  • Comunicación escrita, a través de la palabra escrita, es decir representando gráficamente los signos de un idioma para que el receptor pueda descifrarlos.
Comunicación escrita
Ejemplo de lenguaje verbal escrito

Ejemplos

  • Conversaciones
  • Chats
  • La prensa escrita (periódicos, revistas)
  • Correo electrónico
  • Correspondencia

Estos son solo algunos de los ejemplos de situaciones en las que utilizamos el lenguaje verbal; pero notaréis que en muchos casos este convive con el lenguaje no verbal, que lo integra y complementa.

¿Qué es el lenguaje no verbal?

Comunicación no verbal

El lenguaje no verbal o comunicación no verbal es la comunicación a través de signos diferentes a la palabra.

Estos signos pueden ser percibidos con la vista, el oído, el olfato… es por lo tanto un modo de transmisión de la información menos estructurado y de más difícil interpretación.

Las formas no verbales de comunicación entre los seres vivos incluyen: luces, imágenes, sonidos, gestos, colores y entre los humanos, además, los sistemas simbólicos: las señales, las banderas y otros medios técnicos visuales.

Lenguajes verbal y no verbal

Ejemplos

  • Las muecas y gestos (visual)
  • Las señales de tránsito (visual)
  • La mirada (visual)
  • Las señales luminosas de los coches (visual)
  • El semáforo (visual)
  • Las sirenas de ambulancias, policía, etc. (auditivo)
  • Las alarmas (auditivo)
  • Los emoticonos (visual)

Lenguaje verbal y no verbal

Como hemos dicho, en muchas ocasiones ambos tipos de lenguaje se mezclan y se complementan entre sí. El ejemplo más claro es observar una conversación entre dos personas: hablan, y al mismo tiempo hacen gestos que refuerzan lo que están diciendo, como alzar los hombros, hacer una mueca de disgusto, señalar algo, etc. Otro ejemplo claro lo brindan los nuevas formas de comunicación relacionadas con la tecnología: cuando usamos las redes sociales y cualquier chat mezclamos el lenguaje verbal (las palabras que escribimos) con el no verbal (los emoticonos) para comunicar mejor emociones, sensaciones, etc.

Ejemplos de uso de lenguaje verbal y no verbal

  • Folletos de instrucciones con texto e imágenes
  • Chats y redes sociales
  • Conversación con gesticulación

Fuente: pequeocio.com

La adicción de los padres al móvil provoca un gran daño en los hijos

Nuestra dependencia al móvil es tal, que a menudo olvidamos lo más básico.Por ejemplo, atender a los hijos. Y sí, es cierto que los niños pueden ser muy pesados. Cierto que las madres y los padres necesitamos nuestro espacio, un respiro, un momento de desconexión. Pero… ¿hasta el punto de ignorar a nuestro hijo?

Un vídeo se ha hecho viral porque muestra una terrible realidad: los padres enganchados al móvil que se aíslan por completo y desatienden las peticiones y demandas de los hijos. Como en este caso, en el que una madre hace ‘oídos sordos’ a las repetidas quejas de su hija para que le preste atención. No dejes de ver este polémico vídeo que muestra cómo la adicción de los padres al móvil provoca un gran daño en los hijos.

El vídeo dura poco más de un minuto y medio, y en él se ve a una pequeña de unos 4 o 5 años reclamar insistentemente la atención de su madre. Su madre, por cierto, ni siquiera la mira. Por más que la niña insiste en que tiene frío, su madre sigue pendiente de su teléfono.

En un momento dado, la madre al fin le pregunta que qué le pasa… La niña responde pero ella, indiferente, continúa con su móvil, como si no oyera nada. Al rato, cansada de las quejas de su hija, le exige que se quede quieta en el asiento.

Las críticas han llegado, claro. También las dudas. Muchos preguntan si la niña no será demasiado ‘insistente’, lo que puede hacer que la madre, desesperada, intente ignorarla para ver si se le pasa… Pero la inmensa mayoría solo ve una madre que desatiende las necesidades básicas de su hija.

No sabemos si la niña había tenido una rabieta, si la madre estaba cansada, si la niña solo se queja porque necesita una atención constante… Pero lo cierto es que la imagen nos hace darnos de bruces con una triste realidad: estamos dejando pasar los años concentrados en nuestro smartphone, hablando con prácticamente desconocidos, sin atender a las personas realmente importantes, que suelen estar cerca de nosotros. Los hijos crecen rápido, y cada uno de sus años no regresará. ¿De verdad preferimos regalarle nuestro tiempo a otras personas?

Eso sin contar con el ejemplo que estamos dando a los hijos. ¿Cómo podemos exigirles luego que no pasen tanto tiempo conectados a su smartphone si es lo que vieron desde pequeños?

El daño que causa en los hijos tu adicción al móvil

Sin duda, este es un mal que afecta a prácticamente todos los padres.Llegamos cansados del trabajo y necesitamos relajarnos. La casa impone más trabajo, concentración y nervios. ¿Qué hacemos? Entregarnos a las risas, la relajación y las relaciones a distancia mediante las redes sociales y los chats por el móvil. ¿Los afectados? Los hijos. Y si no, piensa… ¿cuántas veces habrás dejado sin responder una pregunta de tu hijo porque estabas concentrado con algo en el móvil?

Ahora bien… ¿somos conscientes del daño que esto provoca en los hijos?Estos son algunos, según numerosos expertos:

1. Síndrome de padre ausente. Y quien dice padre, dice madre, claro. Los padres hiperconectados al móvil, es como si no estuvieran. Los hijos notan su ausencia y se sienten ignorados. Los expertos comienzan a llamar este daño’abandono emocional’. Unas palabras terribles que nos hacen reflexionar, sin duda.

2. Referencias equivocadas. Recuerda que somos un referente para los hijos. Luego no te asustes cuando a los 10 años ya te exija un teléfono móvil y se pase el día en su cuarto viendo vídeos. Luego, poco a poco, preferirá ese tipo de relaciones a distancia frente al clásico juego con amigos en el parque.

3. Menos confianza en sí mismo. Si el padre o la madre ignora constantemente lo que dice, lo que le cuenta, porque éste prefiere centrarse en su teléfono, el niño sentirá que lo que dice no es importante, y terminará perdiendo la confianza en sí mismo.

4. Autoestima baja. La falta de confianza en sí mismo llevará al niño a una autoestima baja que le afectará en todos los campos de aprendizaje y por supuesto, de su personalidad. De hecho, el niño ignorado por la adicción de sus padres al móvil, en realidad siente ‘que no es importante’ para ellos. Tremendo, ¿verdad?

5. problemas en sus habilidades sociales. Los niños necesitan aprender a relacionarse con los demás. Practican en casa, con sus padres, y también con sus amigos. Sin duda, el ignorarles y preferir un teléfono a una conversación con ellos, no les ayuda nada.

6. Mala comunicación en casa. La comunicación es muy importante en una familia, sobre todo entre padres e hijos. Es una forma de crear vínculos, de establecer una relación sana de confianza. El niño cuenta cosas, los padres le escuchan… le preguntan… contestan a sus dudas. Esta es la relación más lógica, ¿verdad? Pero, ¿qué sucede cuándo esta comunicación se rompe? El niño habla, los padres no escuchan… El niño pregunta pero no obtiene respuestas. Al final, el niño se cansa y deja de preguntar y confiar en sus padres.

7. Problemas emocionales y de conducta. El sentimiento de ‘hijo ignorado’ lleva al niño a enfrentarse a una serie de emociones que aún es incapaz de entender y controlar. Esto le provoca una angustia con la que tendrá que crecer. Sin duda, esto puede desencadenar en problemas de actitud, como las rabietas, gritos, y el ‘mal comportamiento’ como un intento desesperado del niño por llamar la atención de sus padres.

Fuente: guiainfantil.com

Paciencia ante todo para hablarles a los niños

Después de un largo viaje en auto nos parece natural que un cachorro “se queje” ladrando, corra en círculos o quizá muerda un poco. No nos enojamos con él cuando necesita liberar esa energía. Le preguntamos: “¿Quién es un buen chico?” en un tono que el perro entiende perfectamente. Significa: “Estoy encantado contigo simplemente porque existes”.

Comparémoslo con la manera en que tratamos a los niños después de que han aguantado un día de clases, actividades y tareas. Les ladramos instrucciones: “Termina tus problemas de matemáticas, ¡y asegúrate de demostrar el resultado!”, “¡Deja de jugar con el iPad!”, “¡Prepárate para ir a dormir!”.

En vez de disfrutar su compañía, los arrinconamos y les damos órdenes.

Esto es particularmente desafiante para los niños pequeños.

Los padres sin agallas y sobreprotectores crían niños infantiles y berrinchudos que se sienten con el derecho a todo. Sin embargo, los profesores de esos niños piensan que son estupendos.

¿Por qué ocurrió ese cambio de equilibro? Antes trataba los problemas de las niñas y ahora lidio con una regresión tan severa en los niños que los padres están temerosos por ellos y de ellos. ¿Por qué son tan lastimosos, patéticos y molestos… pero solo en casa?

Sabemos algunas de las razones. El temario de la escuela se ha extendido mientras que el desarrollo humano sigue avanzando al mismo ritmo de siempre. Esto significa que las chicas, que desarrollan habilidades verbales, de lectura y sociales antes que los niños, tienen una ventaja.

Para ese momento, muchos niños ya agotaron sus reservas de autocontrol. Algunos inician una huelga. Los líderes sindicales lo llaman “cumplimiento doloso”: asiste al trabajo, pero no trabajes. A menos que un padre se comporte como cuidador y asistente personal desde el inicio hasta el final.

¿Después qué sigue? ¡Te vas a la cama en este instante, jovencito!

Ahora la lucha de poder se intensifica. El “Acuéstate conmigo”. Los “monstruos”. Las lágrimas. Su ansiedad extrema es su energía, imaginación y pasión que implosionan contra ellos mismos y contra el pacífico hogar de su familia.

No es fácil cambiar las escuelas o regresar a épocas pasadas. Sin embargo, podemos controlar por lo menos un elemento del asunto: cómo interactuamos con nuestros hijos.

¿Qué porcentaje de la comunicación con tu hijo consiste en fastidiar, recordar, castigar o gritar? “Mmm… ¿90 por ciento, 100?”. Sé que eso no es cierto, así como sé que los niños no padecen enfermedades mentales y que estas familias no sufren disfunción oculta.

Antes de considerar la terapia o los medicamentos, les sugiero a los padres que aprendan a hablarles a los niños pequeños y también a escucharlos.

Deléitate con su encanto

¡Mamá, mamá! ¿Sabías que hay 440 tipos de tiburones? El más grande es el blanco. ¡Tiene SEIS METROS DE LARGO! ¡Pero los tiburones solo matan a diez personas al año! ¡Los perros matan a 25.000 personas al año! Los tipos de tiburones son marrajo, martillo, azul y tollo cigarro. ¡Duende!, leopardo, nodriza, mielga…

El edificio más alto del mundo, la cámara de video más pequeña que utilizó la CIA, el mayor número de balones encestados en un solo partido. Los chicos quieren demostrar quiénes son, ser maestros del universo. Recolectar información es su manera de abarcar un tema. Si esa información tiene superlativos, los más grandes, los más fuertes, los más rápidos… qué mejor.

Una buena táctica es fingir ser un poco ignorantes y buscar su conocimiento especializado por mínimo que sea. Ser entusiasta y mostrarse cautivado es un depósito en el banco de la buena voluntad que estableces con tu hijo. Esa información esotérica comunicada apasionadamente es el regalo que te dan; cuando preguntas los detalles y valoras las respuestas, muestras tu gratitud.

Ayúdalo a cambiar de canal

Si está recitando la misma letanía de dinosaurios que ya has escuchado cincuenta veces, considera que quizá se le está acabando el material. Los niños pequeños necesitan más información no solo para saciar su curiosidad, sino también para mantenerte cautivado.

La mejor manera de refrescar el monólogo es proporcionarle algunos hechos nuevos y experiencias a través de libros, videos o paseos: un viaje a la biblioteca, al puerto, a la estación de trenes o al mercado de productores; o una gran excursión al museo, el acuario o el zoológico.

Encestando puntos

Deja que hable en la oscuridad, en el auto, mientras se mueve, mientras espera el autobús o cuando está sentado en el metro. En general, está más cómodo charlando al lado que cara a cara. Sostener un objeto también alivia la tensión. Tu papel es estar atento y recibir sus comentarios. Una vez que los niños pueden escribir, algunos prefieren comunicar un gran pensamiento, una confesión o un sentimiento profundo en un pedazo de papel y deslizarlo bajo tu puerta en vez de decirlo en persona. Si tú le dejas pequeñas notas de vez en cuando en su escritorio, la mesa de noche o la almohada, abres una vía de comunicación que no conocía y será más probable que él haga lo mismo.

Para que entienda tu mensaje, evita las “críticas constructivas” con palabras abstractas como inapropiado, enfocado, distractor y éxito. Sobre todo, cuando las usas en tono serio, a tu hijo le suenan como el blablablá de los adultos en las caricaturas de Charlie Brown y compañía. En vez de eso, habla con fuerza, calma y sencillez. Repite. Puede que tu hijo no entienda las insinuaciones. Es poco probable que recuerde los discursos largos y serios acerca de todo, desde las áreas que debe mejorar hasta los planes detallados que lo emocionan. Así que imagina que tus conversaciones son como encestar en el básquetbol. Dices algo, después otra cosa, y a veces lo logras y encestas.

Aprécialo

En su novela La ley del menor, Ian McEwan describe a un niño de 8 años que relata “un flujo plateado de anécdotas, reflexiones y fantasías” y que genera en un escucha adulto “una ola de amor por el niño que le apretaba la garganta y le ardía en los ojos”.

Dale a tu hijo el cariño fácil, el aprecio y la tolerancia que le demuestras a tu perro.

Puede llevarte en un viaje increíble si confía en ti, si te tomas el tiempo y si estás dispuesto a seguirlo.

Fuente: nytimes.com

No basta con decirle a los niños que no deben hablar con extraños

Pensaba que ese consejo era suficiente para protegerlos, pero estaba equivocada

Jackie Goldschneider
REBECCA NELSON

Un fin de semana llevé a mi niña de seis años a la fiesta de cumpleaños de una compañerita de su salón; una más de las interminables fiestas que han venido a plagar mis fines de semana como madre. El evento se llevó a cabo en uno de esos enormes salones llenos de niños gritones que se la pasan corriendo y con esos enormes castillos inflables para brincar.

Cuando entramos, mi hija se quitó los zapatos y corrió atrás de sus amigos dentro de un castillo inflable el doble de grande que mi casa. De vez en cuando la veía trepando por un tubo, pero seguir todos sus movimientos era imposible. Así que me fui a otra zona a platicar con las otras mamás, para tratar de relajarme y que la situación no fuera estresante.

Pero la calma me duró unos minutos porque no pude resistir la urgencia de echarle un ojo otra vez. Di un vistazo por el enorme salón, buscando su larga pelo castaño, pero no la vi. Me asomé en cada castillo, en cada resbaladilla inflable y en cada espacio para brincar, siempre tratando de ver su sudadera morada, pero sin suerte… hasta que por fin la vi.

Nunca le expliqué que hay gente que miente y puede decirle que me conocen y que les pedí que le ayudaran, o que la conocen a ella y que la van a llevar a un lugar increíble.

Se alejaba caminando de la mano de un adulto al que yo nunca antes había visto. Era un tipo de 40 años, robusto y pesado, con una chaqueta de cuero y jeans. Mi corazón se estremeció y salí corriendo, sin saber exactamente qué decir.

“¿Qué pasa?”, pregunté, intentando no asustar a mi hija, quien se quedó paralizada.

“Le ayudo a encontrar a sus amigos. Soy amigo de la familia”, dijo el tipo con mucha calma y sin soltar la mano de mi pequeña.

Me llevé a mi hija de regreso en tanto la mamá de la niña del cumple llegó y me explicó que el hombre era un amigo y que mi niña estaba buscando a la festejada.

“Yo la llevo”, le dije mientras nos alejamos bruscamente.

Mi primer pensamiento fue de rabia por la increíble estupidez de que un adulto piense que es correcto tomar de la mano a una niña que no conoce y ofrecerse para llevarla a cualquier lugar.

Mi siguiente pensamiento fue de enojo con mi hija, a quien le he dicho que no debe hablar con extraños, puesto que ella había permitido que este hombre la tomara de la mano y caminara con él a cualquier lado. ¿Cómo podía ser ella tan despistada?

Pero luego me di cuenta de que aquí yo era la culpable. Le he dicho a mi hija que no debe irse a ningún lado con un extraño, pero nunca la preparé para enfrentar una situación en la que alguien pudiera planear que esto sucediera. Nunca le expliqué que hay gente que miente y pueden decirle que me conocen y que les pedí que le ayudaran, o que la conocen a ella y que la van a llevar a un lugar increíble.

Nunca le dije que algunas personas detienen sus autos junto a los niños, que intentan enseñarles fotos de perritos extraviados y luego les dicen que se suban con ellos. Nunca le dije, en los términos más claros, que nunca debe darle la mano a un adulto extraño y luego caminar así a cualquier lado.

¿Y si hubiera cambiado de opinión y la hubiera sacado a la calle y subirla a su auto? ¿Si se la hubiera llevado a un baño o dentro de un clóset?

Creí que con decirle que los niños no hablan con extraños era suficiente. No los quería asustar con detalles de un escenario que a lo mejor nunca verían o minar su inocencia con las vulgaridades que puede haber en nuestro mundo. Pero tuve que enfrentarlo y conseguí decirlo.

En esta ocasión, el tipo en cuestión no representó ningún peligro, pero sigo pensando en el momento y me pregunto: si no me los hubiera encontrado, ¿a dónde la hubiera llevado? ¿Y si hubiera cambiado de opinión y la hubiera sacado a la calle y subirla a su auto? ¿Si se la hubiera llevado a un baño o dentro de un clóset?

Esa noche junté a mis hijos y esposo, y tuvimos una larga charla sobre los extraños y sobre lo que tenían que hacer en caso de que se les acercaran, así como el tipo de mentiras e historias que podrían escuchar.

Así que, por favor, hablen con sus hijos sobre los extraños. Si no lo han hecho todavía hablen ya con ellos.

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Este artículo fue publicado originalmente en The Huffington Post y posteriormente fue traducido y editado para su mejor comprensión.

Cómo mejorar la comunicación familias-centro educativo

Hoy en día no es posible hablar con seriedad sobre el rendimiento del alumnado sin aludir, con la misma seriedad, a la relación familias-centro y las maneras en las que esta comunicación puede ser mejorada. Este análisis debe ir mucho más allá del tiempo que nuestro alumnado pasa junto a su familia y a las fiestas del centro, si hubiera, a las que éstas asisten: las familias han de sentirse incluidas en la cultura escolar, no solamente “invitadas” a asistir a eventos, reuniones, etc…

Muchas veces, el paso de Primaria a Secundaria supone muchos problemas de cara a lograr una comunicación efectiva desde el centro; es posible que muchos padres y madres sientan cierta incomodidad en entornos educativos, debido a múltiples razones, también es posible que, ahora que sus hijos e hijas se hacen mayores, consideren que es menos necesaria esa atención y comunicación con el centro educativo, etc.

La comunicación familias-centro es vital para evitar el abandono escolar temprano y el fracaso escolar: los centros que logran implementar medidas y protocolos con éxito parecen tener mejores resultados estudiantiles, incluyendo las tasas de absentismo, las tasas de graduación, y también comprendiendo aquellas conductas de riesgo, como el abuso de alcohol por parte del alumnado. Pero, ¿Cómo hacerlo? Heather Wolpert-Gawron nos deja unos consejos que pueden ser aplicados a nuestro entorno; algunos de ellos son más viables que otros, debido a las limitaciones socio-culturales pero también a las limitaciones que nos impone el currículum y la jornada lectiva normalizada.

  1. Hay que empezar en Primaria

Las reuniones de las Asociaciones de Padres, Madres y Amigos de la Escuela (Admae) en los Institutos suelen ser más grandes (debido a que las aulas tienen más número de alumnos y alumnas, claro): esto puede resultar intimidante para familias con niveles educativos más o menos básicos. Esto condicionaría un bajo nivel de compromiso e involucración de las familias con el centro de Educación Secundaria: es necesario sembrar la semilla en Educación Primaria. En consecuencia, se plantea como crucial una colaboración a nivel institucional para abordar esta área de mejora: el Instituto o centro de Educación Secundaria debe estar coordinado con los colegios en una acción conjunta que satisfaga las aspiraciones de toda la comunidad educativa.

  1. Admae más activas

Es necesario dotarlas de un rol más activo y hacerlas más inclusivas y “masivas”, de modo que las diferentes culturas familiares queden reflejadas en sus reinvidicaciones, sugerencias, etc.

  1. Mayor inserción en la comunidad educativa

Las familias no suelen estar encerradas en casa: hay lugares comunes compartidos, especialmente en pueblos o ciudades de pequeño tamaño. ¿Dónde se reúnen? Es conveniente que el personal docente comparta, aunque sea en pequeño grado, dichos lugares comunes: esto facilita la comunicación y genera vínculos más profundos que los creados a lo largo de las interminables reuniones.

  1. Los negocios locales, ¿parte de la comunidad educativa?

La autora sugiere publicar anuncios de fiestas, reuniones del centro e, incluso, logros de los estudiantes. Podría ser posible, especialmente para comunidades pequeñas, anunciar los eventos importantes, jornadas de puertas abiertas, etc. en pequeños negocios locales. Esto incluye mucha más gente en nuestra comunidad educativa: muchas voces aportan más.

  1. Análisis de necesidades

Las evaluaciones de necesidades son vitales para determinar en qué situación nos encontramos y cómo mejorar la comunicación; no dejes de evaluar la situación previa. Puedes utilizar grupos, entrevistas…

  1. Construir relaciones

No podemos ni debemos limitar la interacción a los problemas de disciplina o a los problemas académicos del alumnado: no es una buena idea relacionarnos solo para cosas “malas”. Es necesario construir un clima de confianza y comodidad.

  1. Formación para familias

Muchos institutos han llevado a cabo acciones formativas para las familias, como Escuela de Parentalidad Positiva o algunas mini-formaciones en TIC y prevención.

 

Fuente: escuela20.com

 

Aprender con los hijos

Andrea Teanni Cuesta

Un artículo publicado recientemente revela lo difícil que se hace la comunicación hoy día entre padres e hijos. Para lograr su cometido el autor se vale de una anécdota que cuenta una historia de incomunicación, tristeza y frustración. A consecuencia de esto, él mismo ofrece a los padres una serie de consejos que podrían revertir la situación en oportunidad para orientar a los hijos por medio de la comprensión y aprender junto con ellos.  Dichos consejos están compuestos por actitudes y emociones  que involucran tanto a los padres como a los hijos. Establecen una relación causa efecto, dicho de otra manera, de acciones por parte de los padres que generan reacciones en los hijos.

Los primeros tres consejos están dirigidos a cambiar la forma de comunicación habitual. Tal es el caso de hablar de forma positiva en vez de negativa, lo que genera seguridad en los niños y  debilita la resistencia a escuchar a sus padres. Otro cambio consiste en cambiar la segunda persona por la primera, una vez el padre o la madre  recalca su actitud y no la del niño, este se muestra más receptivo a los reclamos, se evita que el hijo se sienta culpable,  se aísle, y más importante aún, se establece una forma de reclamar con respeto. El último, relacionado con el habla, está orientado a que los padres motiven a los hijos a darle nombre a sus emociones, no soslayar lo que están sintiendo a causa de motivos determinados, sino reconocer que algo malo les sucede; de esta manera los preparan para hacer frente a problemas futuros de cualquier ámbito de sus vidas.

El resto de los consejos están vinculados a la escucha. Escuchar a los hijos sin imponer su criterio y a la vez pedirles que hagan propuestas, repercutirá en que estos sientan el compromiso de cumplir con sus promesas y que desarrollen el sentido de responsabilidad para toda su vida. El otro consejo está vinculado a la escucha de los hijos en la primera infancia. Por ejemplo, si las madres dan nombre a las acciones y sentimientos en esta etapa de sus vidas, los bebés se acostumbrarán a la escucha y les facilitará la comunicación en su vida adulta.

Finalmente, se puede afirmar que el texto de referencia constituye una guía bastante didáctica para los padres. Aunque en muchos casos no sería tan fácil de asumir, debido a que los motiva a deponer actitudes de poder, no solo practicados por mucho tiempo, sino que fueron formados por ellas.

En otro orden, la propuesta sobre aprender puede parecer un tanto controversial frente a la creencia de los padres de que sus años y experiencia son suficientes para educar a sus hijos. Así que la idea de seguir aprendiendo y que los hijos tienen mucho que  enseñarles, puesto que estos viven en una época nueva que trae consigo nuevos paradigmas, a muchos les costará un gran tiempo y esfuerzo asumir.

No obstante a esto, el texto es valioso para los padres. Los cambios propuestos son muy útiles para los hijos de una sociedad  en la que los padres y maestros ya no son las únicas fuentes de información. Pero lo que sí es cierto, es que de cualquier forma la palabra y la comunicación siguen siendo la sabia de las relaciones entre padres e hijos.

El texto Aprender con los hijos fue publicado en la sección En armonía de la revista selecciones.com, por Julio Belvione.

De las pizarrillas individuales al mundo digital

 Por Jorge Burgueño

El docente y autor del blog ‘Maestro del siglo XXI‘, Jorge Burgueño, nos acerca en este artículo la evolución que ha tenido la escuela desde el uso de las pizarrillas individuales a la implantación de la tecnología en el aula e, incluso, en las metodologías. En su opinión, las escuelas deberían ser un reflejo de la sociedad. ¿Está de acuerdo?

A comienzos del siglo XIX –aunque en muchas zonas rurales llegó bien entrado el siglo XX– uno de los debates en torno a la pedagogía se focalizó en la transición del uso habitual de pizarrillas individuales a la utilización generalizada del papel, tanto en forma de cuadernos como de hojas sueltas. Alumnos, profesores y padres tuvieron que enfrentarse a una manera inédita de trabajar. Esto es lo que ocurre hoy en día con la introducción de las tecnologías en las aulas.

Muchos de nuestros alumnos son youtubers, se mueven con soltura en las redes sociales, son creadores de apps. ¿Podemos obviar esta realidad?

El mundo digital tiene cada vez mayor presencia en los centros educativos y penetra poco a poco en los métodos pedagógicos. Las escuelas deben ser reflejo de la sociedad. Muchos de nuestros alumnos son youtubers, se mueven con soltura en las redes sociales, algunos son creadores de apps… ¿Podemos obviar esta realidad?

Uso las TIC, sí… ¿o no?

Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) pueden ser un gran recurso educativo. Para aprovechar alguna de sus utilidades hay que tener en cuenta y conocer las características de nuestro presente tecnológico. No hace ni quince años, el usuario de Internet se conectaba para encontrar información, y buscadores como Google o Yahoo! le permitían acceder a esos datos, sin apenas interactuar. En la actualidad, los contenidos se intercambian en redes sociales, siendo los propios usuarios quienes los ofrecen y distribuyen en una nueva fórmula de red interactiva que permite crear, modificar y compartir contenidos en lo que se conoce como Web 2.0. De hecho, la tendencia actual apunta hacia un nuevo modelo de entender la comunicación y la información: la Web 3.0. El siguiente paso, que llegará antes de terminar esta década, es la web semántica, basada en la inteligencia colectiva y artificial.

Volviendo al modelo actual, el objetivo principal de la web 2.0 sería hacer partícipe al usuario del contenido, tanto en su creación como en su difusión y opinión. Y, aún más, convertirlo en protagonista. Es esta realidad TIC en la que están inmersos nuestros alumnos, y en la que prácticamente han crecido.

Así, el profesor que exponga contenidos con la ayuda de una proyección digital o que intercale un vídeo de YouTube para explicar un concepto estará, sin duda, en el camino para comenzar a acercar la realidad digital a los alumnos, pero aunque parezca moderno, esto es ya el pasado.

El uso de las TIC en el aula debería tener en cuenta las características de la web y el protagonismo de los alumnos en el centro del aprendizaje.

Si realmente pretendemos implementar el uso de las TIC en el aula deberíamos tener en cuenta las características de la web actual –la 2.0– y plantear un escenario en el que sean los alumnos los protagonistas, y no meros receptores. Serían ellos los que crearan los contenidos, generaran opiniones y distribuyeran la información.

Fuente: Educación 3.0