Como una totalidad integrada al entorno y al cosmos son muchas y muy variadas nuestras posibilidades de higienizarnos física y mentalmente. Pero, no será posible si no nos lo proponemos.
Por JULIO LEONARDO VALEIRÓN UREÑA
En la entrega anterior hablamos de lo complejo y misterioso de nuestro órgano director: el sistema nervioso, que como recordarás lo componen el sistema nervioso central (cerebro y médula espinal) y el sistema nervioso periférico (todas las ramificaciones que nacen en la médula y se distribuyen en todo el cuerpo). Se sabe que aún es mucho lo que hay que investigar para comprenderlo en toda su amplitud y aún más, dando por supuesto su enorme plasticidad, lo que significa su capacidad de adaptación y desarrollo.
Tan importante es esto último que un área de desarrollo que ha ido dando pasos significativos es el de la neuroplasticidad, también conocida como plasticidad cerebral, que ha permitido la construcción del concepto de aprendizaje neurobiológico. Efectivamente, es la comprobación de que el cerebro cuenta con una enorme capacidad de recuperación y adaptación a las demandas que plantea la interacción del organismo con la realidad externa como la propia realidad interna.
En la publicación del lunes pasado que titulamos Sistema nervioso: misterioso y fascinante, decíamos que cuando dos células nerviosas se unen se produce lo que se llama sinapsis, permitiendo el intercambio y la comunicación intercelular. Hoy se sabe que al aprender algo nuevo las neuronas construyen nuevas redes para comunicarse entre sí y de esta manera incorporar nuevos aprendizajes. Esto es lo que sucede cuando aprendemos un nuevo idioma o incluso cuando aprendemos a montar bicicleta o a nadar, así como también cualquier otra destreza cognitiva o motora que implique un cierto esfuerzo. Cerebralmente lo que ha acontecido es el desarrollo de un conjunto nuevo de redes que hacen posible que el comportamiento quede incorporado. Aunque en la vida adulta estos procesos se hacen más lentos, no necesariamente significa que desaparecen. La plasticidad cerebral hace posible que algunos trastornos neuronales mejoren o por lo menos, ralenticen sus efectos.
Son muchas las cosas que podemos hacer para incentivar la plasticidad de nuestro cerebro y con ello contribuir con una mejor salud y condición de vida. Se trata de incorporar nuevos hábitos y nuevos aprendizajes, incentivando un mejor funcionamiento cerebral. Algunas pautas que pudieran ser de mucha ayuda son las prácticas deportivas y entrenamientos, la realización de ejercicios de agilidad mental, el desarrollo de nuevas capacidades y el descanso necesario. Veamos.
- Prácticas deportivas y entrenamientos:
La evidencia científica demuestra que la práctica habitual de ejercicio físico como la deportiva incentiva el desarrollo de nuevas redes neuronales, sobre todo en el proceso de aprendizaje de las mismas. Es lo que Howard Gardner llamaría inteligencia cinestésica. Un ejemplo vivido personalmente ha sido el aprendizaje y práctica del taichi. Como se sabe, el taichi es un arte marcial interno que, a diferencia de las artes marciales externas, se debe aprender a mantener el estado de relajación bajo el aspecto marcial. Es decir, la costumbre de considerar la contracción muscular como el único método para expresar la fuerza puede parecer incomprensible. Intentar contrarrestar fuerza con otra fuerza oponente puede conducir a desperdiciar gran parte de la energía, obteniendo la mayoría de las veces, un pequeño resultado con un considerable esfuerzo. Es la incorporación de la quietud como una estrategia de lucha. Algo aparentemente tan simple como la necesidad de mantener los pies paralelos y enraizados cambiándolos de dirección ante el cambio de posición por desplazamiento, obliga a incorporar dichos movimientos haciendo uso de ellos en los momentos necesarios. De igual manera, la capacidad de movernos y desplazarnos de manera sincronizada a través del agua, mientras practicamos la natación, nos obliga a aprender el uso de nuestras extremidades a un ritmo determinado, así también como el manejo de la respiración. Lo mismo pasa con otras actividades deportivas como el ciclismo, correr, saltar obstáculos como cualquier tipo de deportes, implica aprender a manejar nuestro cuerpo y su capacidad.
- Ejercicios de agilidad mental:
De la misma manera, los estudios apoyan que la realización de actividades que impliquen cierto nivel importante de agilidad mental contribuye con la plasticidad cerebral y de esta manera ayuda a prevenir la pérdida de ciertas habilidades cognitivas como el propio aprendizaje, la memoria, tomar decisiones, etc. Un ejemplo lo constituye el de la memoria ecoica o memoria sensorial, que permite percibir y almacenar temporalmente una información auditiva o sonido. Por la falta de atención la persona puede olvidar casi de inmediato lo escuchado. El ejercicio consiste en hacer un esfuerzo poniendo mayor atención por retener una información por un lapso de 20 o 30 segundos. La probabilidad de que la información sea retenida aumenta de manera significativa. En el mercado existen muchos juegos de mesa que permiten aumentar nuestra capacidad de recordar cosas como incluso de hacer cálculos o emplear la memoria. El juego de dominó es posiblemente el más conocido incluso en sus diferentes modalidades como tipos: dominicano, mexicano, venezolano, etc.
- Desarrollo de nuevas capacidades:
Potencialmente los humanos contamos con múltiples capacidades que son parte de nuestro ser corporal desarrollado en miles de años. De esta manera los aprendizajes de nuevas habilidades hacen que el cerebro multiplique sus ramificaciones. Hoy contamos con la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner quien plantea que estas inteligencias o capacidades pueden ser aprendidas a diferencia de la teoría clásica que la presuponía como innata y única. Estas inteligencias son: visual-espacial, lingüística, lógico-matemática, corporal-cinestésica, musical, intrapersonal, interpersonal y naturalista-pictórica.
Podemos desarrollar nuestra capacidad de observar el mundo desde varias perspectivas (inteligencia espacial) como incluso dominar el lenguaje en diferentes variantes: escrito, hablado, no verbal, etc. (inteligencia lingüística); aumentar nuestra capacidad de razonamiento lógico con juegos como el ajedrez (inteligencia lógico-matemática); desarrollar nuestras habilidades físicas corporales aprendiendo nuevos deportes, danzas, entre otros (inteligencia corporal-cinestésica); aprender a apreciar la música en alguno que otro de sus géneros como tocar algún instrumento o sencillamente disfrutarla intencionalmente es una manera de comprender y comprendernos a nosotros mismos (inteligencia musical); comprenderse a sí mismo distinguiendo entre su pensamiento racional y sus emociones nos abre hacia el entendimiento del otro como alteridad (inteligencia intrapersonal); o por el contrario y complementario, ser capaz de comprender a los demás sus situaciones y circunstancias que le estremecen o alivian, que le torturan o le proporcionan paz es una capacidad que nos humaniza también (inteligencia interpersonal); observar, dejarse asombrar por el entorno, permitirse que las cosas entren a nosotros de una manera distinta disfrutándola si fuera necesario es parte de ese reconocimiento que soy-parte-de-lo-que-me rodea y aprendo a agradecer (inteligencia naturalista-pictórica).
Todas estas capacidades nos abren a posibilidades nuevas que desarrollarlas y cultivarlas más ampliamente nos abre a situaciones nuevas y a nuevas maneras de ser y vivir.
- Descanso necesario:
Pero, así como el accionar y la actividad es imprescindiblemente humana también el descanso que nos permite recuperarnos y de manera un tanto misteriosa integra y organiza en distintas partes del cerebro las cosas que son significativa y que en algún momento nos serán útiles para enfrentar, comprender y actuar ante la realidad y el mundo.
Por alguna razón nuestro cerebro está colocado en la parte superior de nuestro cuerpo que cuenta con varios instrumentos esenciales para darse cuenta de las cosas: la vista, el oído y el gusto, complementados por esa extraordinaria capacidad de nuestras extremidades que nos permiten avanzar o retroceder, pero también de protegernos, así además de empujar, si las circunstancias lo requieren, pero sobre todo golpear o acariciar cuando de la protección o de la expresión del cariño y el amor se tratase. Y qué decir de toda la frontera de nuestro cuerpo con lo exterior, la piel que nos protege, que nos pone en estado de alerta captando sensaciones inexplicables.
Como una totalidad integrada al entorno y al cosmos son muchas y muy variadas nuestras posibilidades de higienizarnos física y mentalmente. Pero, no será posible si no nos lo proponemos