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Requisitos éticos para los docentes

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“Decirse comprometido con la liberación y no ser capaz de comulgar con el pueblo, a quien continúa considerando absolutamente ignorante, es un doloroso equívoco”
Paulo Freire
Por: Paulo Freire
 
Uno de los peligros de esta época histórica, al cual se hace referencia de distintos modos en varios capítulos, es precisamente el peligro de ese entendimiento, de esa comprensión estrecha y acotada de la ética que es característica del neoliberalismo. Para el neoliberal la ética se reduce a la ética del mercado. Por ejemplo, ¿cómo es posible que aceptemos el hecho de que haya millones de personas desempleadas? ¿Será sólo una fatalidad del fin de siglo? No es una fatalidad. Es uno de los resultados de la ética del mercado. Debemos comprender que la así llamada fatalidad es una construcción social modelada por la ética del mercado. Por eso los docentes, sobre todo los docentes críticos, tuvieron que destruir la construcción social de ese fatalismo para revelar la ideología inherente que modela, configura y mantiene la ética de la ganancia. Es por esta razón que nosotros, los educadores democráticos, debemos luchar para que quede cada vez más claro que educación es formación y no entrenamiento. Y no existe posibilidad alguna de obtener formación humana por fuera de la ética. Entonces, uno de los requisitos del contexto histórico presente es que la formación ética de los docentes debe ir acompañada, debe ir de la mano de la preparación profesional, científica y tecnológica de los futuros maestros y maestras de alfabetización. Los requisitos éticos son cada vez más cruciales en un mundo que se está tomando cada vez menos ético. Por lo tanto nunca podremos resolver el problema de la formación docente con simples propuestas tecnicistas, que es lo que todos me piden que les dé. Presumo que algunas personas, algunos de los que me cuestionan, están esperando que yo dé respuestas simples para abordar problemas que son producto de un contexto que requiere compromiso ético y no respuestas técnicas. Sin embargo, dado que nuestra formación docente nos ha negado el acceso al diálogo sobre la naturaleza de la ética, nuestra habilidad para confrontar y abordar con claridad la especificidad de un contexto ético por naturaleza ha quedado restringida porque no conocemos la ética.
El descuido de la ética en la formación de los educadores
No es una coincidencia que la curricula de la mayoría de los programas profesionales —en nuestro caso, la formación docente— casi nunca incluya la oportunidad de que los futuros profesionales participen en una discusión seria y profunda sobre lo que significa ser ético en un mundo que está volviéndose profundamente aético, en la medida en que los seres humanos se vuelven cada vez más deshumanizados por obra y gracia de las prioridades del mercado. Esta es una de mis luchas, de mis combates, al trabajar con aquellos y aquellas que osan desafiar la fatalidad histórica impuesta por el pensamiento neoliberal.
Es fundamental que un biólogo discuta la naturaleza de las formas de vida que analiza, pero es igualmente fundamental discutir la solidaridad, la ética, el amor, la dignidad, el respeto hacia los otros, la naturaleza de la democracia. Los materialistas dicen que estos temas que acabo de mencionar son expresiones de un romanticismo o un idealismo inoperantes. Suele escucharse con frecuencia: «Yo también fui idealista, ya vas a crecer». Ese es un punto de vista profundamente estrecho que sólo sirve para fortalecer las ideas de los neoliberales —teledirigidas por el mercado— que no quieren que se planteen problemas que interfieran en el camino de la acumulación de riqueza.
Es necesario mantener la claridad ética
Aquellos entre nosotros que proponemos el planteo de cuestiones éticas en el centro de los debates sobre la educación con frecuencia oímos decir que somos blandos y «políticos». Los neoliberales se consideran a sí mismos, y son considerados por muchísimos otros, como pragmáticos apolíticos. Uno de los resultados del nuevo pragmatismo del neoliberalismo está relacionado con el entrenamiento técnico científico de los educadores y niega una formación más abarcadora, porque esa clase de formación exige la comprensión crítica del papel que cada quien desempeña en el mundo. Ahora bien, las propuestas pragmáticas siempre provocan ruptura y desarticulación en el mundo donde se sitúa la especialización o área de estudio. La información y el conocimiento son entonces separados del contexto ético y social donde surge esta información o conocimiento.
Desarticulado de su mundo, uno pierde la posibilidad de desarrollar indicadores culturales que lo capaciten para entenderlo de modo tal de poder actuar sobre él y transformarlo. La posición pragmática neoliberal actúa agresivamente para provocar la ruptura entre los seres humanos y su mundo mientras aboga por la inverosímil articulación entre los seres humanos y el mercado. En otras palabras, el foco de la educación en el mundo neoliberal se transforma en cómo transformarse en un consumidor compulsivo, cómo transformarse en una máquina eficiente de conocimiento, sin proponer cuestiones éticas de ningún tipo.
Cuando se acepta el papel de ser una simple máquina de conocimiento según los límites que imponen las necesidades del mercado —que consideran a los alumnos como simples consumidores de conocimiento— se cae en la trampa, en la verdadera manipulación ideológica que niega la posibilidad de articular el mundo como un tema de la historia y no sólo como un objeto a ser consumido y descartado.
A menos que sean muy cuidadosos y muy reflexivos, los docentes pueden adoptar con mucha facilidad el papel de máquina de conocimiento. Es como sostuve en Pedagogía del oprimido: se transforman en docentes que actúan una «educación bancaria», haciendo depósitos en las mentes de sus alumnos y alumnas. Lo que mantiene a una persona, a un docente vivo como educador liberador es su claridad política para entender las manipulaciones ideológicas que desconfirman a los seres humanos en cuanto tales. La claridad política que nos diría que es incorrecto permitir que los seres humanos sean deshumanizados para que unos pocos puedan enriquecerse con la ganancia del mercado. Para poder desarrollar esta claridad política hay que estar motivado y sostenido por la fuerte convicción de la historia como posibilidad. Hay que creer que, si los hombres y las mujeres crearon ese mundo feo que estamos denunciando, los hombres y las mujeres pueden crear un mundo menos discriminatorio y más humano. Así, el docente que cayó en la trampa de la curricula mecanicista que requiere que se ofrezca cada vez más contenido sin instrucción básica necesita revertirse a su propia convicción, que determinará una postura ética frente a la curricula y la insertará dentro del correspondiente contexto. También debemos señalar que esta inserción no es un acto individual. Debe darse en una discusión con otros docentes que compartan la misma visión de la radicalización democrática y la sociedad humana.
Fuente: www.bloghemia.com

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