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La vuelta al cole cuando somos profesores

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La nostalgia con la que se recuerdan las vueltas al cole de nuestros tiempos de estudiante no se parecen a las que vivimos como profesionales de la docencia. No tienen porqué ser peores ni mejores, simplemente son diferentes. Hay profesores que las viven con ilusión, con tensión o con cierto nerviosismo. Aquí influye mucho la experiencia. Pero de lo que no hay ninguna duda es de que hay ciertos sentimientos y sensaciones que son comunes a todas las maestras y maestros.

1. ¡El terrible despertador!

Despertarse sin sobresaltos es terreno exclusivo de las vacaciones. Aunque nos concedamos cinco minutitos más. El despertador nos da un baño de realidad y, aunque no sea la mejor, sí es la forma más habitual de empezar las mañanas hacia cualquier empleo, incluida la docencia.

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2. ¡Vamos!

Una vez en pie y con un café en el cuerpo todo solo puede mejorar. Hay que reunir fuerzas y darse ánimos a uno mismo para afrontar de nuevo jornadas de trabajo. Como se dice a sí mismo Rafa Nadal en medio de un partido de tenis: ¡Vamos!

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3. Nuevos retos y metas

Cada curso escolar implica afrontar nuevos retos y metas. Cada año los alumnos son diferentes y hay que adaptarse las enseñanzas a ellos. Prueba diferentes métodos de enseñanzas, aprende de tus estudiantes y crece profesionalmente.

4. El reencuentro con los compañeros

Esto puede ser bueno, si te llevas bien con el claustro de profesores, o malo e incluso estresante, si no existe una buena relación con algunos de ellos, lo que puede provocar que incluso nos de pereza el reencuentro.

5. Corregir trabajos y tareas

El trabajo como profesor no solo se extiende durante las horas que estamos en el centro educativo. Las tareas previas y posteriores a nuestras clases en la mayoría de ocasiones nos exigen más tiempo que las que dedicamos al aula. Las tardes y noches de corregir trabajos y tareas se nos habían olvidado durante las vacaciones, pero ya están de vuelta para no marcharse hasta pasado todo un curso completo.

6. Enseñar es apasionante, pero agota.

¿Acaso unas cuantas semanas de vacaciones habían conseguido que se te olvidara? Enseñar, agota. Y sí, por supuesto que es inspirador, apasionante y satisfactorio. Pero también agotador como recordarás cada día al irte a la cama.

Fuente: https://www.mheducation.es/

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