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Día Internacional de los Suelos

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Un adecuado manejo del suelo ayuda a mantenerlo, restaurarlo y a mejorar su calidad. La pérdida de la fertilidad se combate reponiendo en el suelo los nutrientes y la materia orgánica que los cultivos y la misma erosión se llevan.

Hoy, 5 de diciembre, se celebra en el ámbito mundial el Día de los Suelos, declarado así por la Unión Internacional de las Ciencias del Suelo (IISS), con la elaboración de una resolución en el 2002. La finalidad de pronunciar este día como especial dentro del calendario, se debe a la importancia del suelo como componente crítico del sistema natural y su contribución vital al bienestar de la humanidad.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, mundialmente conocida como FAO, explica que: “El suelo está compuesto por minerales, materia orgánica, diminutos organismos vegetales y animales, aire y agua. Es una capa delgada que se ha formado lentamente a través de los siglos, con la desintegración de las rocas superficiales por la acción del agua, los cambios de temperatura y el viento. Las plantas y animales que crecen y mueren dentro y sobre el suelo son descompuestos por los microorganismos, transformados en materia orgánica y mezclados con el suelo”.

¿Cómo se forman?

La FAO puntualiza tres fases del proceso de formación de los suelos:

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• Al principio, los cambios de temperatura y el agua comienzan a romper las rocas: el calor del sol las agrieta, el agua se filtra entre las grietas y con el frío de la noche se congela. El hielo ocupa más lugar que el agua, y esto hace que las rocas reciban más presión y se quiebren. Poco a poco se pulverizan y son arrastradas por las lluvias y el viento. Cuando la superficie es en pendiente, este sedimento se deposita en las zonas bajas.

• Luego aparecen las pequeñas plantas y musgos que crecen metiendo sus raíces entre las grietas. Cuando mueren y se pudren incorporan al suelo materia orgánica que es algo ácida y ayuda a corroer las piedras.

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• Se multiplican los pequeños organismos (lombrices, insectos, hongos, bacterias) que despedazan y transforman la vegetación y los animales que mueren, recuperando minerales que enriquecen el suelo. Este suelo, así enriquecido, tiene mejor estructura y mayor porosidad. Permite que crezcan plantas más grandes, que producen sombra y dan protección y alimento a una variedad mayor aún de plantas y animales.

La fertilidad

Para crecer, las plantas precisan agua y determinados minerales. Los absorben del suelo por medio de sus raíces. Un suelo es fértil cuando tiene los nutrientes necesarios, es decir, las sustancias indispensables para que las plantas se desarrollen bien.

Las plantas consiguen del aire y del agua algunos elementos que necesitan, como el carbono, el hidrógeno y el oxígeno. Otros nutrientes esenciales están en el suelo: aquellos que los vegetales requieren en grandes cantidades se llaman nutrientes principales. Son el nitrógeno, el fósforo, el potasio, el calcio y el magnesio. Proceden de las rocas que dieron origen al suelo y de la materia orgánica descompuesta por los microorganismos.

¿Qué debemos hacer para conservar el suelo y mantener su fertilidad?

La cantidad de tierra que disponemos para cultivar es escasa y debe ser usada cuidadosamente y aplicando medidas de conservación apropiadas.

Un adecuado manejo del suelo ayuda a mantenerlo, restaurarlo y a mejorar su calidad.

Los métodos usados para prevenir la erosión ayudan a sujetar el suelo, reduciendo el impacto del agua y del viento para evitar que lo arrastre.

La pérdida de la fertilidad se combate reponiendo en el suelo los nutrientes y la materia orgánica que los cultivos y la misma erosión se llevan.
Para impedir que el agua y el viento se lleven partículas de tierra, se pueden usar algunas técnicas que son muy eficaces a pesar de su sencillez. Se trata de prácticas para conservar el suelo y el agua.

Un suelo es fértil cuando:

• Su consistencia y profundidad permiten un buen desarrollo y fijación de las raíces.

• Contiene los nutrientes que la vegetación necesita.

• Es capaz de absorber y retener el agua, conservándola disponible para que las plantas la utilicen.

• Está suficientemente aireado.

• No contiene sustancias tóxicas.

Fuente: FAO

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