Dra. Elupina Tirado
El proceso comunicacional es un acto complejo, compuesto por dos elementos esenciales que le dan estructura a la interacción en el contacto humano. Esas dos partes estructurales son la comunicación verbal y la expresión no verbal o lenguaje corporal, lo que no se dice con palabras, pero que de igual forma transmite un mensaje. En todo caso, cada una utiliza las vías de los cinco sentidos del cuerpo para expresarse.
Los aspectos fundamentales para el desarrollo de la expresión corporal se sintetizan en los siguientes puntos, que el comunicador debe tener en cuenta, ya que puede captar la atención de los receptores cuando integra diferentes elementos de la comunicación, con lo cual puede motivar el interés de los interlocutores y despertar su atención entusiasta:
La sensibilización o afinación física desde el punto de vista de los sentidos, que permite profundizar hacia el conocimiento del cuerpo y su entrenamiento consciente, haciendo que tanto la rítmica corporal, como los estímulos sonoros activen sentimientos y emociones.
El contacto visual adecuado es esencial para demostrar interés y establecer una profunda conexión con la otra persona. Sin embargo, es importante encontrar un equilibrio, ya que un contacto visual excesivo puede ser invasivo, incluso intimidante para el interlocutor, aunque la falta de éste puede interpretarse como desinterés.
Las expresiones faciales transmiten una amplia gama de emociones y pueden ser interpretadas instantáneamente por los demás, siendo fundamentales para mostrar empatía, interés, alegría o tristeza, ayudando a reforzar y hacer más efetiva la comprensión del mensaje verbal.
Por su parte, la disposición del cuerpo comunica mucho sobre el estado de ánimo, el nivel de confianza y la actitud hacia la situación o las personas con las que estamos interactuando. La postura corporal erguida y relajada comúnmente se percibe como más positiva y segura.
Los gestos con las manos, los brazos, los ademanes en general, pueden enfatizar lo que estamos diciendo, agregando contenido y significado a nuestras palabras. Sin embargo, es esencial tener en cuenta las diferencias culturales, generacionales o de cualquier otro tipo para evitar percepciones distorsionadas y malentendidos.
La forma en que se utiliza el tono de voz puede aportar emociones y matices adicionales a nuestras palabras, un tono de voz adecuado puede ayudar a reflejar el estado de ánimo y respaldar el mensaje que queremos transmitir. Los suspiros, risas, pausas y cambios de ritmo al hablar pueden agregar significado y contexto emocional a las palabras.
La distancia o cercanía también impacta el proceso de comunicación. La proximidad física con la otra persona puede variar según la cultura y la relación entre los individuos. En todo caso, respetar el espacio personal de los demás es crucial para que la comunicación no verbal sea efectiva. El contacto físico, como un apretón de manos firme, un abrazo o un toque en el hombro, puede ser una forma poderosa de comunicar afecto, apoyo o empatía, pero debe usarse con sensibilidad y respeto. En general, todo lo que es adecuadamente afectivo, es efectivo en el proceso de comunicación.
La indumentaria; la forma de vestir y cuidar la apariencia personal comunica mensajes sobre la autoestima, la personalidad, la profesión u oficio al que nos dedicamos, e incluso, el estado de ánimo, por lo que es importante entender que la imagen física también tiene incidencia en la comunicación.
Todos estos elementos configuran de forma integrada la comunicación entre humanos. La alineación entre el lenguaje verbal y no verbal del cuerpo es vital para el proceso comunicacional; asegurar que nuestras expresiones no verbales sean congruentes con nuestras palabras. Lo que decimos y cómo lo decimos, puede generar inseguridad y confusión en el receptor. En cambio, cuando hay coherencia entre lo que decimos con palabras y lo que transmite nuestra expresión física, se produce una poderosa conexión que indefectiblemente deviene en seguridad, confianza y empatía.
