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Historia de la piratería

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Por Miguel Reyes Sánchez

Santo Domingo

Los griegos, 400 años A.C., ya denominaban a los atracadores de embarcaciones como “piratas”.  A partir de entonces se recoge en la historia las acciones de estos saqueadores en distintas épocas. En el año 78 A.C. Julio César atacó a los piratas de Cilicia[1], muriendo en esa contienda cerca de 15,000 piratas y unos 25,000 fueron encarcelados.  Más tarde, en el Siglo VIII, las personas consideraban a los vikingos también como piratas.

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Pero el verdadero auge de la piratería se da en el siglo XVI, tras el descubrimiento de América, cuando Inglaterra Francia y las Provincias Unidas fomentaron la proliferación de los corsarios, cuya máxima expresión lo constituyó la legalización por parte de la Reina Isabel I de Inglaterra de la escuadra de piratas ingleses de Francis Drake, a quien otorgó el título de “Sir”[2].

Debido a la incapacidad de España para colonizar todas las islas del Caribe, muchos territorios y extensas áreas costeras quedaron desprotegidos, lo que los convirtió en refugios de piratas.

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Los piratas

Muchas personas suelen confundir los términos pirata, corsario, bucanero y filibustero, adjudicándoles idéntico significado, pero debemos diferenciar a cada uno de ellos, especificando su ámbito de acción respectivo.

Con el nombre genérico de Pirata[3] se designaría a toda persona que, junto con otras de igual condición, se dedica al abordaje violento de barcos para robar. Es decir, todo tipo de rateros del mar[4].

Estos marineros capturaban los barcos en alta mar apropiándose de grandes botines: joyas, piezas de artillería, esclavos y petición de rescates por los secuestrados, y hasta por los mismos buques. Los piratas repartían los botines según el valor, esfuerzo o categoría jerárquica. En ese sentido, aquel pirata que perdía un ojo recibía 100 escudos y el que perdía un pie era compensado con 200 escudos.

Los éxitos de la piratería en los territorios recién descubiertos en el nuevo mundo abrieron camino a las potencias europeas que deseaban mermar el poderío español.

Los piratas se dividían en tres tipos: corsarios, bucaneros y filibusteros.

Los corsarios

Eran aquellos piratas que contaban con el beneplácito y permiso de sus gobiernos: con patente de corso[5], para capturar, atacar y saquear el tráfico marítimo de los países enemigos de su gobierno,   sin recibir castigo por sus actos de piratería.

Estos individuos  recuperaban la inversión con lo compulsivamente despojado a los barcos y pequeñas ciudades capturadas. También pedían rescates por pasajeros y vendían los esclavos capturados.

Una parte de este botín se le entregaba al país que otorgaba la patente, a cambio de protección y de poder utilizar sus puertos. Los Corsarios[6] sólo podían considerar puertos seguros los de esos países.

Los bucaneros

Era una nominación exclusiva para la piratería del Caribe y principalmente para los habitantes de Isla Tortuga[7].  Al principio eran cazadores de reses y cerdos cimarrones que abundaban en La Española, y comercializaban su carne o boucan[8] con otros piratas y corsarios, con quienes la intercambiaban por objetos valiosos para ellos, tales como telas, prendas de vestir, armas, municiones y pólvora.

No tenían morada fija y con el tiempo llegaron a emprender acciones propias de la piratería de la época, formando una comunidad denominada La Hermandad de la Costa[9], siendo su sede la Isla Tortuga.

Los filibusteros

El término filibustero[10] se utilizaba para referirse a los piratas holandeses o ingleses cuyo trabajo consistía en atacar poblaciones costeras.

Diversos países europeos emplearon sagazmente a los filibusteros, al igual que a los corsarios, para sus propósitos de expansión en el Nuevo Mundo. Les brindaron refugio, cobertura y la ayuda necesaria en su pretensión colonialista.

El saqueo de la ciudad de Santo Domingo

En el año 1586, la Ciudad de Santo Domingo sufrió el más devastador ataque de piratería de su historia, cuando el corsario inglés Sir Francis Drake[11] invadió la ciudad con una flota de 23 navíos[12] y 2300 soldados, permaneciendo durante  un mes completo en la ciudad.

En Europa se había propagado la idea de que la Ciudad de Santo Domingo era una de las más ricas metrópolis del Nuevo Mundo, por lo que Drake esperaba encontrar en la misma grandes riquezas.

La flota de Drake zarpó del Puerto inglés de Plymouth[13] el 15 de septiembre de 1585, y tras una incursión en la ciudad de Santiago en las Islas Azores, continuó su travesía hacia su objetivo: Santo Domingo.    

El 10 de enero de 1856 un barco de cabotaje entra al Puerto de Santo Domingo y proclama la inminente llegada de una flota de buques de velas, que estaban fondeados en la Isla Catalina[14].  Este hecho creó una confusión general en toda la ciudad, al punto de que, cuando se observó, en horas de la noche, que se acercaban unas velas a la isla, repiquetearon las campanas y se blandieron las armas para confrontar esa invasión; pero las naves, en una escaramuza, siguieron su rumbo.

El día 11 de enero, a las 5:00 de la tarde, aproximadamente 700 hombres desembarcaron por la punta de Haina, lo cual generó pánico en la población. La gente huyó precipitadamente hacia el norte del país, llevándose consigo sus joyas y metales preciosos. Incluso las máximas autoridades, como el Presidente de la Real Audiencia y Capitán General de la Isla, Cristóbal de Ovalle, y el Capitán Juan Melgarejo, Alguacil Mayor, también se vieron obligados a huir.

La ciudad de Santo Domingo quedó abandonada, pero abastecida del todo, por lo que El sábado 11 de enero de 1586, las tropas inglesas, comandadas por Carleill, tomaron posesión de la ciudad, instalando su cuartel general en la Catedral.

Estos piratas exigieron un rescate de 200,000 ducados por la ciudad de Santo Domingo -la cual habían destruido en una tercera parte-, pero sólo lograron conseguir 25,000 ducados -que fue el monto total de las contribuciones que se lograron recoger entre los moradores-.

Una vez pagado el rescate, los ingleses se retiraron el 10 de febrero, un mes después de su llegada. Drake se llevó también  las campanas de las iglesias, la artillería de la Fortaleza, los cueros y azúcares que encontró en los depósitos del puerto, y los buques que no se habían quemado, dejando a Santo Domingo convertida en una metrópoli en ruinas, con los templos profanados y toda la estructura comercial destruida.

Desde Santo Domingo, la flota de Francis Drake continuó hacia Cartagena de Indias, ciudad que quedó devastada por el fuego, y luego incursionó en el puerto de San Agustín, en la Florida, al que dejó maltrecho. Regresó a Plymouth el 28 de julio de 1586, después de diez meses, causando a los españoles pérdidas que superaban las 800,000 libras esterlinas.

Este saqueo demostró a los ingleses y a otros enemigos de España en Europa la vulnerabilidad del imperio español en las entonces tierras recién descubiertas del Nuevo Mundo, lo que llevó a España, con el fin de prevenir otras invasiones tan devastadoras en sus colonias, a tomar medidas urgentes como la de diseñar un sistema de “paquebotes” o “buques de alarmas” para mantener una mayor fluidez en la comunicación  entre Las Indias y la Península.

Asimismo, ante tales hostilidades, y al año siguiente del paso devastador de Francis Drake,   Felipe II envió  a América en 1587 al maestre de campo Juan de Tejeda y al ingeniero Juan Bautista Antonellí, para que recorrieran los principales puertos en el Nuevo Mundo y diseñar un plan de fortificaciones del Caribe: el primer plan de defensa de las Indias Occidentales.

La Isla Tortuga

A partir de 1629 la Isla Tortuga se convirtió en refugio de piratas, ya que los ingleses y  franceses expulsados de la Isla de San Cristóbal por los españoles se establecieron en la misma. Este asentamiento fue destruido en tres ocasiones[15] por las fuerzas coloniales españolas, hasta que se impuso el dominio francés en la isla.

En la primera ocasión, en 1630, cuando los españoles desalojaron de la isla a los bucaneros, éstos se extendieron entonces por varias islas antillanas, como Antigua, Monserrat, San Bartolomé, Guadalupe, Martinica y otras Islas de Barlovento.

El enviado francés  M.  Le Vasseur, en 1640, tras un ataque sorpresa a la isla al mando de numerosos soldados, tomó el control de la isla y expulsó a los ingleses. El nuevo gobernante inmediatamente mandó construir un bien artillado fuerte en un alto farfallón de rocas, al cual denominó El Palomar[16].

Pero tras cada desalojo los bucaneros volvían a ocuparla al marcharse los españoles. Desde la Tortuga se planeó, en 1659, el asalto a la ciudad dominicana de Santiago de los Caballeros, realizado por el holandés Eduard Mansvelt[17]. En 1664, el Gobernador de la Tortuga, Jerome Deschamps, vendió sus derechos por 15.000 libras francesas a la Compañía francesa de las Indias Occidentales, que nombró entonces un nuevo Gobernador.

 La Tortuga fue entregada a Bertrand d’Ogeron el 6 de junio de 1665, bajo el dominio francés, quien fue designado Gobernador[18] de la isla. Aquél, al conseguir mantener la administración francesa por un período de diez años, da inicio a la presencia oficial francesa en el Caribe. Incluso, ordenó la fundación de varias ciudades, como la Cap Français en La Española.

* Fragmento de la obra “Océanos de Tinta y Papel” del autor de esta columna Miguel Reyes Sánchez.

Bibliografía:

Armero, Álvaro, Piratas, corsarios y bucaneros, Editorial Libsa, 2003

Feijoo, Ramiro, Corsarios Berberiscos – El reino corsario que provocó la guerra más larga de la historia de España. Editorial Carroggio. 2003

González de Vega, Gerardo, Mar brava. Historias de piratas, corsarios y negreros españoles, Ediciones B, Madrid.1999.

Hernández, José, Piratas y corsarios, Ediciones Temas de Hoy. 1995

Joaniquet, Ángel, Pirates i corsaris, Editorial Noray. 1997

Little, Benerson, The Buccaneer’s Realm: Pirate Life on the Spanish Main, 1674-1688 (en Inglés). Potomac Books, 2007.

Lucena Salmoral, Manuel, Piratas, corsarios, bucaneros y filibusteros. Editorial Sintesis. 2005.

Reyes Sanchez, MiguelOcéanos de Tinta y Papel. Historia de la navegación y del desarrollo marítimo dominicano. Santo Domingo, Agencias Navieras B &R, 2011.

Robertson, Stuart J., La Vida de los Piratas: contada por ellos mismos, por sus víctimas y por sus perseguidores. Editorial Crítica. 2010. Woodard, Colin, The Republic of Pirates – Being the True and Surprising Story of the Caribbean Pirates and the Man Who Brought Them Down (en Inglés). Mariner Books,


[1] Actual Turquía.

[2] Caballero de la corona inglesa.

[3] Deriva de una palabra griega “peirao” que significa “el que emprende” o “el que busca fortuna”, “el que se esfuerza”.

[4] Ya sean enviados de un rey o reina, tratantes de esclavos o simples ladrones.

[5]  Permiso otorgado por un país gracias al cual se podía practicar la piratería contra barcos de los países enemigos, recibiendo a cambio una parte del botín.

[6] Si un corsario era capturado no podía ser colgado si portaba patente de corso.

[7] La isla de la Tortuga está situada al noroeste de Haití, tiene 37 km. de largo por 7 km. de ancho, en 180 km².Debe su nombre a Cristóbal Colón, quien observó en su primer viaje a América que una de sus montañas recuerda la forma de una tortuga.

[8] El nombre les viene del tipo de asador (boucan) en que ahumaban la carne con que se alimentaban y comerciaban.

[9] En 1640 los piratas habitantes de Isla Tortuga crearon esta fraternidad o Hermandad de la Costa, que ha sido considerada como la primera -y quizás la única- sociedad anarquista exitosa que existiera en el mundo.

[10] Derivación del término holandés: Vrij Buiter.

[11] Sir Francis Drake (Tavistock, Inglaterra, c. 1543 – Portobelo, Panamá, 28 de enero de 1596), llamado Draque por los españoles. Pirata inglés, explorador, que llegó a ser vicealmirante de la Marina Real Británica. Fue la segunda persona en circunnavegar el mundo (tras Elcano).

[12] El buque insignia era el “Elizabeth Bonaventura”.

[13] Plymouth es una ciudad en el sudoeste de Inglaterra,  situada en el mismo Canal de la Mancha.

[14] La Isla Catalina era conocida en esos tiempos como la Isla Santa Catalina.

[15] En 1630, 1635, y 1654.

[16] En el mismo estaba su casa vivienda. El único medio de llegar hasta el pináculo era trepando por escalones tallados en la piedra y subiendo escalas de hierro.

[17] Eduard Mansvelt fue un pirata y corsario neerlandés. Fue reclutado por Sir Edward Modyford, Gobernador de la colonia británica de Jamaica, y en tal condición encabezó ataques contra Curazao, Cuba, La Española y  Guatemala.

[18] Su mandato duró 10 años, desde 1665 al 1675 .

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