Un enigma del cerebro y la memoria llamado “zona incierta”, también conocida como “zona de incertidumbre”, de la que se reconoce que hay más preguntas que respuestas.
Por JULIO LEONARDO VALEIRÓN UREÑA
El sistema nervioso lo componen el sistema nervioso central y el sistema nervioso periférico. El primero incluye al cerebro y la médula espinal, que como sistema desempeñan una función parecida a la de un centro de procesamiento de información, pero por supuesto mucho más complejo que eso, controlando importantes funciones. El sistema nervioso periférico lo componen todas las ramificaciones nerviosas que desde la médula espinal se extienden a todas las partes del cuerpo constituyéndose en esa red que conduce todos los impulsos desde y hacia el SNC. Así, en su funcionamiento, el sistema nervioso es el que controla todas nuestras capacidades de movernos, respirar, sentir, ver, pensar, enfadarnos, amar, odiar y un largo etcétera.
La unidad básica que compone al sistema nervioso se conoce como neurona o célula nerviosa. Se dice que el cerebro contiene alrededor de 100 mil millones de células, más planetas que la Vía Láctea. Como es de suponer existen diferentes tipos de células nerviosas para llevar a cabo tantas funciones diferentes. Mientras unas son de naturaleza sensitivas otras controlan procesos involuntarios y, por supuesto, aquellas que hacen posible todos los procesos cognitivos. Las primeras detectan la luz, el sonido, el olor, el sabor, la presión, la temperatura, etc.; las segundas, en cambio, mantienen determinadas funciones o procesos involuntarios, como los latidos del corazón, la liberación de hormonas, el control de las pupilas para regular la entrada de luz, como también, regular los procesos digestivos, entre otros. Las terceras hacen posible nuestra atención y concentración, la percepción y el reconocimiento, la orientación, memoria, lenguaje, cálculo y razonamiento, como las funciones ejecutivas, entre otras.
Se dice que el cerebro está compuesto por un complejo sistema de redes neuronales y gliales en comunicación. Estas últimas, aunque no juegan un papel activo en el procesamiento de información y los procesos cognitivos, son un soporte estructural, metabólico y trófico de las neuronas, es decir, de alimentación y mantenimiento de la vida celular. Esta red es lo que hace posible que, ante una situación inesperada de miedo o pánico, por ejemplo, el corazón se acelere haciendo que aumente el flujo sanguíneo a determinadas partes del cuerpo, como pueden ser los músculos de las extremidades inferiores que harán posible que salgamos corriendo, si percibimos que es lo que hay que hacer en ese caso, y esto último, es otro proceso generado por otro grupo de neuronas. Es lo que le confiere el concepto de sistema nervioso central.
Cuando dos células nerviosas se conectan y comunican entre sí se conoce con el nombre de sinapsis. Hubo mucha controversia si la transmisión sináptica era eléctrica o química. Hoy se sabe que puede ser o una o la otra, o ambas al mismo tiempo. Se dice que la química es la más común al mismo tiempo que la más compleja. Hay que decir que, en ese minúsculo espacio de conexión entre células nerviosas, se producen cosas “misteriosas dirían algunos”, que hacen posible la comunicación entre células y con ello, el fluir del proceso neuronal para desembocar en algún tipo de comportamiento. Para mayor información visite La sinapsis (artículo) | Biología humana | Khan Academy
En mis estudios de psicología tuve que tomar tres asignaturas al respecto: anatomofisiología, neurofisiología y psicofisiología, las cuales fueron impartidas por dos profesores de altísima formación y especialización en su campo, los doctores, Peña Vasallo y José Joaquín Puello. Entre las muchas cosas que aprendí, una de ellas sigue siendo todavía hoy un tema importante: el cerebro y el sistema nervioso en su conjunto sigue siendo un gran misterio. Desde ese entonces se nos hablaba de la materia gris (las neuronas) y la materia blanca. De esta última, no se tenían nociones claras de sus funciones.
Acabo de leer en este preciso momento un artículo de la autoría de Carlos Serrano de la BBC News Mundo con el título “Qué es la misteriosa “zona incierta” del cerebro (y qué pistas ofrece una nueva investigación sobre ella)”, publicado justo el 5 de abril de este año y que aparece en el sitio web Qué es la misteriosa “zona incierta” del cerebro (y qué pistas ofrece un nueva investigación sobre ella) – BBC News Mundo. El articulo inicia con un subtítulo interesante: El cerebro humano es un órgano tan poderoso como misterioso. Es decir, llegamos a la luna, dominamos la energía atómica, construimos una estación espacial que anda dando vueltas a nuestro alrededor, tenemos dos gigantescos telescopios orbitando nuestro planeta y enviándonos fotos de cosas nunca antes vistas, estamos desarrollando la inteligencia artificial, y todavía el órgano que ha hecho posible todo eso, sigue siendo un misterio para nosotros.
Para añadir misterio al asunto, se nos plantea un enigma del cerebro y la memoria llamado “zona incierta”, también conocida como “zona de incertidumbre”, de la que se reconoce que hay más preguntas que respuestas. En el artículo de marras se señala que aunque dicha zona fue descubierta por el neuroanatomista suizo Auguste-Henri Forel, nada más y nada menos, que en el 1877, “es una región de la cual no se puede decir nada con certeza, según el propio Forel; pero hoy, casi 150 años después, casi nada ha cambiado. Se tienen algunas pistas de que dicha zona incierta juega un rol clave en la memoria. Pero solo son eso, pistas.
Recientemente, dice el artículo, la doctora Huizhong Tao, profesora de fisiología y neurociencias en la Universidad del Sur de California, refiriéndose a dicha zona dice: “es como una sábana de neuronas que se extiende entre el tálamo y el hipotálamo”, donde se pueden identificar cuatro subregiones asociadas a funciones motoras y viscerales, hasta la excitación y la atención. También esta zona incierta se ha relacionado con funciones como el sueño, la regulación del dolor y el aprendizaje, y más recientemente en estudios con ratones, se cree que podría jugar un rol importante en la consolidación de la memoria a largo plazo. Otro estudio realizado con ratas en la Universidad de Friburgo y el Instituto Max Planck para Investigación del Cerebro en Alemania, ha encontrado nuevos indicios del rol de dicha zona en la capacidad de atención y la memoria perdurable. Más allá de eso, reconoce, es poco lo que se sabe de los mecanismos bajo los cuales actúa y cómo se comunica con otras regiones del cerebro para cumplir sus tareas.
El misterio se hace mayor para la dra. Huizhong, según indica el autor del artículo, porque dicha zona es una estructura delgada, situada en lo profundo del cerebro, lo que hace difícil estudiarla en personas vivas, además de que su composición química y celular es compleja. Por si fuera poco, se señala, se hace difícil analizarla como un todo, puesto que cada subdivisión tiene al parecer diferentes funciones involucrando sus neuronas más de 20 neurotransmisores.
¡¿Qué dicha, tener dentro de mi cabeza un órgano tan misterioso y complejo que anda conmigo día y noche, que me despierta en la mañana y me impulsa desde temprano a ir hacia adelante, muy a pesar de todas las barbaridades que ocurren en nuestro país y en nuestro mundo, y que después de una larga faena me invita, por la noche, a conciliar el sueño y dormir placenteramente, para poder afrontar con energía y creatividad, todo lo que viene después?!
Galor (2022)[1] en su interesante libro El viaje de la Humanidad nos ofrece varias hipótesis que intentan explicar el desarrollo de tan prodigioso y misterioso sistema; en general se trata de cuatro posibles explicaciones de naturaleza antropológica y de las cuales reflexionaríamos más adelante.
Sin embargo, aún la ignorancia prevaleciente sobre nuestro sistema director parece ser enciclopédica, que cuenta con una “zona de incertidumbre”, como también una “materia blanca”, que compone la mitad de nuestro cerebro, siendo la otra mitad, la materia gris. ¿Qué diferencia una de otra? Ése es otro tema de futuro.
[1] Galor, O. (2022). El viaje de la Humanidad. El big bang de las civilizaciones: el misterio del crecimiento y la desigualdad. Editorial Planeta, S.A. España