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El papel del docente en la motivación al aprendizaje

Ruth Vera

A partir de décadas anteriores y hasta la actualidad, hemos señalado que uno de los problemas fundamentales, entre otros, que afecta el proceso de enseñanza-aprendizaje es la desmotivación del docente en el estudiante. Esto se debe a que muchos profesionales muestran desinterés a la hora de desarrollar su papel docente en las distintas asignaturas. Esto se evidencia a la utilización inadecuada de materiales didácticos y a la permanencia de metodologías poco novedosas que suelen parecer aburridas o tradicionales, y que conlleva al estudiante a no lograr aprendizaje significativo.

El docente es la persona que monitorea y sirve de guía al proceso de formación de los alumnos. Este debe ser quien incentiva a alcanzar sus metas de la mejor manera posible y debe motivar día a día para la mejora de los aprendizajes, a través de los conocimientos necesarios en este proceso. Si usamos la motivación en todo tiempo -antes, durante y después del proceso de enseñanza-, se impulsará al estudiante a realizar lo necesario para lograr sus metas a corto y a largo plazo.

Como bien establece Ospina (2006) la motivación se establece como el motor del aprendizaje; es esa chispa que permite a los actores del proceso educativo encenderlo o apagarlo, generando un conocimiento exitoso o improductivo. Es por eso que un docente motivado, que genera confianza a sus estudiantes y aplica estrategias debidamente, despertará el interés necesario para lograr que el estudiantado alcance todo lo que se proponga, tanto a nivel cognitivo como emocional.

Para lograr una motivación constante en los alumnos es necesario tomar en cuenta varios puntos: primero, la actitud y la preparación por parte de nosotros los docentes hacia ellos. Cuando mantenemos un clima afectivo y un ambiente de confianza, los estudiantes generan una buena impresión hacia el maestro. Segundo, mantener siempre un lenguaje adecuado en el que el estudiante sienta que está aprendiendo, y saber cómo desarrollar los recursos didácticos que pueden ser sus aliados a la hora de generar aprendizaje; y tercero, dejar evidencias del aprendizaje creado por el estudiante, ya sea evaluaciones sumativas o premios (acuse de recibo) donde el estudiante pueda sentir que no solo aprendió, sino que pudo demostrar lo aprendido y ser tomado en cuenta.

Además de todo esto, debemos recordar que no todos los discentes son motivados de la misma manera. Algunos son motivados de forma intrínseca y otros de forma extrínseca, por lo que es necesario siempre actualizar la manera en la que se motiva mediante las distintas actividades novedosas, y lograr identificar la mejor manera en la que cada estudiante puede aprender.

Si los estudiantes no están aprendiendo como nosotros estamos enseñando, procuremos enseñarles como ellos aprenden.

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