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Cómo saber si tus alumnos están aprendiendo

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¿Para qué se hace una evaluación? ¿Qué se pretende conseguir con ella? El protagonista del aprendizaje es el que aprende, no el que enseña. De la misma manera, el protagonista de la evaluación debe de ser la persona evaluada. Quien aprende tiene que saber si ha aprendido o no y cuál es la causa.

Una evaluación, según señala la Real Academia de la Lengua en su definición, es la valoración de conocimientos, actitud y rendimiento de una persona o de un servicio. Si nos centramos en el ámbito de la educación, la evaluación debería de contemplar tres aspectos fundamentales: detectar los problemas del alumno, entenderlos y tomar decisiones para ayudarle a mejorar.

La evaluación como herramienta de reflexión y de mejora

Esta idea la comparten muchos profesionales de la educación, pero pocos lo han defendido con la perseverancia y el rigor de Neus Sanmartí: “Debemos tener en cuenta que lo importante de la evaluación es que nos ayude a aprender y, por tanto, los criterios de evaluación han de posibilitar comprender las razones de las dificultades y orientar sobre cómo superarlas. En este sentido, una buena rúbrica es un instrumento idóneo para compartir criterios de evaluación.”

Así, la evaluación no trata solamente de exámenes y calificaciones, sino que también permite al profesor conocer si se han cumplido los objetivos establecidos, distinguir los diferentes ritmos de aprendizaje, los progresos, las dificultades y las diferentes necesidades de sus alumnos.

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Por otro lado, al alumno le permite reflexionar sobre sus actitudes y conductas adquiridas, además de promover su autonomía y su sentido de la responsabilidad. Es pues una herramienta de planificación de su proceso de aprendizaje y, a través de ella, es más consciente de sus avances y/o dificultades.

La autoevaluación permite al alumno emitir un juicio de valor sobre su aprendizaje

Por su parte, la autoevaluación permite que el propio alumno pueda emitir un juicio de valor sobre su desempeño en alguna actividad o tarea, sobre su aprendizaje de conceptos y también en lo relativo a la adquisición de habilidades. No consiste en que se ponga una simple nota, sino en que reflexione sobre el proceso de aprendizaje y lo comprenda.

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Es una valiosa herramienta que puede ser utilizada no solo en el ámbito escolar, sino también en la vida laboral y cotidiana. De ahí que la autoevaluación del curso deba ser constante y periódica en el tiempo de duración de un curso.

Como hemos visto, en los procesos de formación, es importante saber el ritmo al que evoluciona la comunidad. Así como la implicación y el aprovechamiento del curso que están haciendo los participantes. Esto puede ayudar al profesor a tomar decisiones que mejoren el proceso.

El “seguimiento de alumnos” y las gráficas, muestran estadísticas de participación, entre ellas las evaluaciones. Entregas, puntos recibidos, puntos comparados con la media del curso… Poder adaptarnos a las necesidades de los participantes es una mejora que repercute tanto en la calidad de la formación como en la motivación del alumno por aprender. Por eso es importante que la plataforma de aprendizaje en la que se realice la formación contemple aspectos tanto metodológicos como prácticos.

Además, ponemos a disposición de los profesores un apartado de Recursos Pedagógicos en el que pueden encontrar información de interés para la realización de sus cursos, tanto en nuestra plataforma como en otras. Dentro de ellas, todos los interesados en mejorar las técnicas de evaluación tienen a su disposición la “Guía: la evaluación en la formación online”, donde pueden profundizar en este proceso además de conocer diferentes técnicas.

Fuente: https://neurok.es/

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