Durante el 2020, la primavera más lluviosa de este siglo coincidió con un drástico cambio en nuestro nivel de actividad debido al confinamiento; un cóctel que despertó la vida en las ciudades. Las mariposas urbanas fueron uno de los temas de conversación derivados del aumento de especies y biodiversidad en las ciudades. El Observatorio Ciudadano de Mariposas Urbanas contabilizó entre mayo y junio un 28 por ciento más de especies diferentes de mariposas y un 74 por ciento más que en 2019. Según afirma el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), un invierno y primavera lluviosos y la interrupción de las tareas de gestión de parques y jardines a partir del confinamiento podrían ser los motivos que explicaron este aumento.
Este año, sin embargo, la falta de precipitaciones ha ocasionado un fuerte descenso en sus cifras por la aridez y la falta de lluvias. Los investigadores han publicado un nuevo estudio acerca de las mariposas urbanas en la revista Landscape Ecology que concluye que tener parques y jardines bien conectados, cercanos entre sí, en un kilómetro a la redonda, y con poca densidad de edificaciones entre ellos aumenta la diversidad de mariposas en la ciudad y el número de individuos de las especies más escasas.
“La importancia de las mariposas viene de que son polinizadores y especies muy importantes en la cadena trófica, pero sobre todo las utilizamos porque son bioindicadores, es decir, conociendo la diversidad y la abundancia las diferentes especies de mariposas podemos saber cuál es la biodiversidad de un ecosistema en relación a otros grupos como pueden ser los artrópodos”, explica Yolanda Melero Cavero, investigadora del CREAF y coautora del estudio junto a Clàudia Pla-Narbona, del Museo de Ciencias Naturales de Granollers (MCNG).
Este biomarcador también nos indica la salud del ecosistema: si el ecosistema presenta muchas especies con características diferentes, es un ecosistema sano en el que vamos a encontrar también especies diferentes y bien distribuidas de otros artrópodos.
Laboratorios urbanos: comunidad homogénea y empobrecida
“En Barcelona y Madrid tenemos unas una cuarentena espieces [de mariposas] en cada ciudad, y fuera de ellas podemos encontrar unas 120”, explica Melero. Sin embargo, “el problema no es tanto el número de especies, sino que hay un sesgo en relación a qué especies aparecen. Hay muchos individuos de unas especies, que son sobre todo las que vuelan mucho, especies con mucha movilidad que generalmente comen de todo, llamadas generalistas tróficas, y termófilas, que aguantan mejor la temperatura, y luego hay pocos individuos de otras especies que son menos móviles y más especialistas, porque les cuesta adaptarse”.
“Si se mejora la conectividad de las zonas verdes de la ciudad se permite que estas mariposas lleguen desde Collserola [a las afueras de Barcelona] y puedan viajar por la ciudad, aumentando así la biodiversidad de mariposas. Luego hace falta cuidar mejor los hábitats de la ciudad”, explica Melero.
El estudio ha agrupado las mariposas de Cataluña en cuatro tipologías funcionales según sus capacidades y requerimientos, y ha encontrado que en Barcelona faltan las especies de mariposas con menor capacidad de movilidad y las más exigentes en cuanto a la dieta, es decir, las que tienen orugas que se alimentan de sólo una o pocas especies de plantas.
“Estas especies viven muy cerca, en la sierra de Collserola, pero Barcelona les supone una barrera ecológica impenetrable”, explica Pla-Narbona. En contraste, las mariposas más abundantes de Barcelona son todas aquellas especies que pueden viajar más y que se alimentan de muchas plantas diferentes.
“A medida que se va disminuyendo la movilidad de las especies y aumenta la generalización trófica, va disminuyendo la abundancia de individuos de cada especie dentro de la ciudad”, aclara Yolanda Melero. “Los datos de Madrid por ahora indican lo mismo, tenemos menos datos, pero se observa que la riqueza de especies es media, más de la que esperábamos al principio, pero con una riqueza muy sesgada”.
La salud de las urbes como ecosistemas
Estudiar las zonas urbanas es importante “porque se conoce poco de las zonas urbanas”, explica Melero. “En las últimas décadas ha comenzado a estudiarse y hay una urgencia en que el modelo de ciudad cambie, tanto para la biodiversidad per se como para nuestra propia salud, la idea es construir ciudades más verdes y más amables con la biodiversidad”.
Por tanto, lo que los investigadores tratan de estudiar sobre los ambientes urbanos es que, aunque la riqueza sea medianamente aceptable, las diferencias de abundancias, es decir, la distribución de los individuos de las diferentes especies está muy sesgada comparada con los espacios naturales.
“Cuanto menos móvil y menos generalista es la especie, menos abundancia hay”, explica Melero. El estudio se ha llevado a cabo gracias a los datos aportados por una treintena de personas voluntarias que participan en el Observatorio ciudadano de mariposas urbanas uBMS (Urban Butterfly Monitoring Scheme en inglés), un proyecto de ciencia ciudadana que desde 2018 realiza el seguimiento de las mariposas de Barcelona y Madrid, y desde 2021 también de Sabadell.
“Entre los objetivos del uBMS se encuentra el hecho de que tenga un impacto social y logre una concienciación, mejorar la salud de los ciudadanos que viven en las ciudades, mejorar el ecosistema urbano, hacerlo más amable hacia la biodiversidad y por supuesto tenemos una intención de investigación sobre cómo funcionan las especies y cómo se adaptan dentro de los ambientes urbanos”.
El medio urbano urbano está formado por parches, por trozos de áreas que son habitables por los animales, pero otros son únicamente cemento. “Esto cambia mucho cómo viven las especies en la ciudad, cómo pueden adaptarse y sobrevivir en los medios urbanos, y por tanto queremos entender cómo funciona una ciudad como ecosistema urbano para hacerlas más amables”.
El estudio, donde también han participado la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y Universidad Autónoma de Madrid (UAM), recomienda enfocar los esfuerzos de gestión en función de las diferentes tipologías de mariposas, empezando por las ausentes y las más escasas. En esta línea, Melero arranca un nuevo proyecto relacionado llamado MEDYCI, que estudiará siete especies tipo con diferentes atributos, para estudiar cómo se mueven, cómo se reproducen y cómo viven las mariposas en la ciudad.