General José Antonio Salcedo y Ramírez (Pepillo), 1816-1864, nacido en Madrid, España, de padres dominicanos que se establecieron allí en 1815. Salcedo y Ramírez fue el general que encabezó la guerra civil que tuvo como único fin la restauración de la República Dominicana. Asumió la presidencia el 14 de septiembre de 1863, fue apresado por militares en octubre de 1864 y mandado a fusilar sin que ningún tribunal de justicia o militar lo juzgara el 10 de octubre de ese mismo año. La orden fue impartida por el general Gaspar Polanco quien le sucedió en la presidencia. En la provincia San Fernando de Monte Cristi se encuentra la ciudad Pepillo Salcedo, llamada así en su honor.
Murió por los disparos iniciados por Jacobito de Lara, hijo del compadre de Lilís, don Jacobo de Lara. De acuerdo con el historiador Luis Felipe Mejía en su obra “De Lilís a Trujillo”, la lista de los conspiradores la encabezaron Horacio Vásquez y Ramón (Món) Cáceres quien había organizado la conjura en su natal Estancia Nueva. Otros conspiradores se hallaban en plena adolescencia: Casimiro Cordero, Pablito Arnaud, Vicente y Blas de la Maza, Doroteo Rodríguez y los hermanos Ramón y Jacobito de Lara, el último de diez y siete años.
Colaboraron con ellos, además, los señores Evaristo Nivar y don José Brache, Secretario de la Gobernación de Moca, quien se encargó de avisarles el momento oportuno para el tiranicidio. Todos ellos eran expresión de una juventud idealista, quienes firmes y resueltos, optimistas y desafiantes decidieron en una reunión vespertina poner fin a la larga noche de opresión que arropaba al pueblo dominicano. Ni los dineros de los empréstitos, ni sus espías, y mucho menos el poder militar con que contaba, pudieron impedir su muerte. Con este magnicidio se comenzó a reivindicar la libertad conculcada.
Si bien no era Presidente al momento de su ajusticiamiento, era más que eso, el dueño del país.