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¿Cómo se pone nombre a los ciclones?

Huracanes, tifones y ciclones son bautizados con nombres de personas para identificar rápidamente cada fenómeno meteorológico

Tres huracanes simultáneos aparecen activos sobre el océano Pacífico, una situación que nunca se había registrado antes, en esta imagen difundida el miércoles y en la que se aprecia el archipiélago de Hawái en el centro.

Cada uno de los tifones, ciclones y huracanes tropicales detectados por los servicios meteorológicos recibe un nombre propio e individual que nunca se repite.

Ponerles nombre permite identificar los fenómenos climatológicos con rapidez y antelación para avisar a la población. Resulta más fácil de recordar el nombre de una persona que un número o un código.

Cada zona del planeta que registra la presencia de ciclones tiene su propia lista de nombres. Suelen ser nombres de origen inglés, español y francés, en referencia a los países afectados.

Cuando empieza la temporada de huracanes, los nombres de la lista quedan ordenados alfabéticamente: el nombre del primer huracán o ciclón empieza por A, el segundo por B, y así sucesivamente… Además, se alternan los nombres de hombre y mujer.

Aunque el alfabeto tenga 26 letras, las listas de huracanes solo tienen 21 nombres: en todas las regiones se excluyen los nombres que empiezan por las letras Q, U, X, Y y Z, ya que son más difíciles de encontrar.

Además, cuando un huracán, tifón o ciclón ha provocado una gran catástrofe, el nombre se retira de la lista y ya no puede volver a utilizarse como homenaje a las víctimas.

Seis años de listas

La Organización Meteorológica Mundial elabora seis listas de nombres, una para la temporada de huracanes en curso y el resto para los próximos años. Cada lista tiene 21 nombres y cada año se va alternando un nombre masculino y otro femenino en primer lugar.

Cuando se acaba el período de seis años, las listas vuelven a repetirse cíclicamente. En el año 2019, el ciclo de listas volvió a comenzar.

En el caso de que se produzcan más de 21 huracanes o ciclones en un mismo año, como ocurrió en 2005, el número 22 se denominaría siguiendo el alfabeto griego (alfa, beta, etc.).

El origen de los nombres

La práctica de poner nombre a los huracanes, tifones y ciclones existe desde finales del siglo XVIII.

Hasta principios del siglo XX, los huracanes que golpeaban las islas españolas del Caribe eran llamados según el santo patrón del día. En aquella época todavía se creía que los desastres meteorológicos eran una providencia divina.

El actual sistema de nombres fue inventado por el meteorólogo australiano Clement Lindley Wragge a finales del siglo XIX. Empezó utilizando las letras del alfabeto griego y se sirvió de personajes mitológicos, nombres de mujeres ¡e incluso de políticos que no eran de su agrado!

Durante la década de 1950, el Servicio de Meteorología de Estados Unidos (NWS) empezó a elaborar listas de nombres para utilizar a nivel global, aunque entonces solo se incluían nombres femeninos para los fenómenos meteorológicos.

Décadas después, varios grupos feministas criticaron la decisión de NWS, al considerar que utilizar únicamente nombres de mujeres para designar los huracanes era una forma de machismo, ya que eran fenómenos imprevisibles y peligrosos.

Así fue cómo, a partir de 1979, se empezaron a alternar nombres masculinos y femeninos manteniendo el orden alfabético.

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