El artículo de hoy es uno de esos artículos que se basan más en la experiencia personal que en la teoría. Son pequeñas actuaciones que voy llevando a cabo durante estos últimos años y quiero pensar que con cierto éxito. Los trucos de los que quiero hablar hoy se caracterizan principalmente por su sencillez, ya que todos somos capaces de llevarlos a cabo en nuestras sesiones lectivas.
En la actualidad, hay un término inglés que se ha popularizado enormemente en distintos campos y disciplinas, también en la Educación. Se trata de la palabra engagement. Un término, por otra parte, de no muy fácil definición pero que viene a definir un tipo de relación personal basado en la fidelización, en el compromiso y en la motivación. En mi caso prefiero un término que creo que nos es mucho más cercano a todos. Este término no es otro que enamorar.
¿Qué trucos podemos utilizar para enamorar a nuestros alumnos?
Vaya por delante que la intención de este artículo no es hacer que nuestros alumnos acaben rendidos a nuestros encantos. Nada más lejos de eso. A lo que me refiero con la palabra enamorar, es conseguir conectar con los alumnos, que se alegren de vernos, que esperen con ilusión la clase que les vamos a impartir, que sean capaces de ver en nosotros a un modelo, a alguien cercano. Esto para mí es lo que entiendo por enamorar a los alumnos y estos son algunos de los trucos que creo te pueden funcionar:
1. Entra sonriendo. No digo nada nuevo al afirmar la importancia del lenguaje no verbal a la hora de comunicarse. Personalmente, la entrada en el aula es un momento al que le concedo muchísima importancia, porque en cierta manera puedes adivinar cómo se desarrollará la sesión lectiva. En mi caso siempre intento entrar con una sonrisa. Y entro con una sonrisa porque sé que es contagiosa, porque siempre habrá algún alumno que te devolverá en algún momento esta sonrisa. Con este alumno habrás conseguido conectar muy probablemente hasta el final de la clase. No entiendo el empeño de muchos docentes en entrar con el semblante serio o proyectando cierto enfado. No tengo muy claro que el semblante serio implique mayor control del aula y mayor disciplina. En mi caso, al menos, prefiero enseñar desde la sonrisa. Tiempo habrá si acaso de ponerse serios durante la sesión lectiva.
2. Cuenta una anécdota. No hay mejor forma de conectar con un alumno que contando una anécdota. Una anécdota que puede ser nuestra o de otra persona. Las anécdotas, como las historias, tienen un enorme poder de seducción para los alumnos. Debemos ser capaces de poder usar estas anécdotas de una forma inteligente, ir dosificándolas a lo largo de una clase. Son una excelente forma de captar la atención, de disminuir conductas disruptivas, de encandilar a tus alumnos. Se puede y se debe enseñar contando historias, contando anécdotas. Y tan importante es contarlas como que nuestros alumnos también puedan hacerlo.
3. Finaliza la clase con un vídeo. Este truco no falla nunca. Ya me he referido en otros artículos a la importancia de diversificar los distintos materiales de que disponemos. Aquellos que contamos en clases con equipos de audio y pantallas digitales o proyectores, conexión a internet, debemos aprovecharnos al máximo de estos recursos. Poniendo un vídeo al final de la sesión es una excelente forma de decirles a tus alumnos que han hecho un buen trabajo durante la sesión, que estás satisfecho y agradecido por ello, y que quieres recompensar este esfuerzo con un tipo de material que permite la distensión y la relajación. Es un momento para disfrutar con ellos. Yo os recomiendo que sean vídeos que no superen los cinco minutos y que, en la medida de lo posible, guarden relación con el currículo de la Unidad Didáctica que estés impartiendo. También hay que tener muy en cuenta un canal como el de Youtube, muy popular entre los alumnos.
4. Aprende de tus alumnos. No hay mejor manera de enamorar que hacerles ver a tus alumnos que ese día ellos te han enseñado algo. Se trata de un truco muy sencillo, ya que puedes aprovechar las asignaturas que hayan tenido ese mismo día. La propia pizarra tradicional te dará un montón de pistas. Hazte el curioso, y deja que ellos te enseñen algo que saben, algo que para ellos tiene cierto valor y escúchales con atención, de forma activa, asintiendo con la cabeza. Hazles sentir importantes, hazles sentir que ellos también tienen algo que decirte.
5. Da o presta algo que sea tuyo. En el maletín de un docente hay algunas cosas que nunca pueden faltar. Los pañuelos de papel son una de esas cosas. A los alumnos les encanta que les demos o prestemos algo. La acción de coger el maletín y sacar algo de dentro y dárselo al alumno es visto por muchos de ellos como algo muy a valorar. He hablado de pañuelos de papel, pero también puede ser material escolar. En este caso hazles ver que se lo prestas indicándoles que para ti es algo importante, que deben responsabilizarse de este material prestado. En ese momento estarás creando un vínculo entre tú y el alumno, y podrás aprovechar para hablar con él cuando te lo devuelva.
Fuente: justificaturespuesta.com