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Niños que no dejan hablar a los demás

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Niños que no dejan hablar a los demás, que no esperan a que les terminemos de contar algo y ya están dando la réplica, que no escuchan. ¿Por qué se comportan así?

Las razones pueden ser muchas, en parte dependerá de la edad del niño, en parte de sus características personales, pero sea cual sea el motivo, debemos enseñarles unas reglas básicas de comunicación y comportamiento.

Por qué el niño no deja hablar a los demás

– Esta manera de comportarse es muy común en niños pequeños de 3 a 4 años. A estas edades los niños por un lado no han aprendido todavía las reglas de comportamiento, por otro lado son muy impulsivos, y temen que si no dicen en ese momento lo que están pensando, se les va a olvidarlo que nos quieren decir y tienen que decirlo en ese preciso momento.

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– Hay niños que no dejan hablar a los demás porque suelen estar en una etapa en la que aún creen que el mundo gira en torno suyo, (etapa egocéntrica) por lo que poco les importan los demás, van a hablar y decir lo que quieran cuando quieran.

– Puede también que nuestro niño sea un charlatán, que sea un niño que en general habla mucho y sin parar, que parece que no escucha cuando le hablan por lo que debemos enseñarle también cómo actuar y cómo participar en las conversaciones.

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– Hay casos en los que el niño ya es más “mayorcito” (recordemos que entre los 3 y los 6 años que interrumpa puede ser normal) digamos que quiere ser el centro de atención. Pongamos un ejemplo. Estamos en el parque o en cualquier otro lugar y nos ponemos a hablar con una amiga, e inmediatamente llega nuestro hijo y “se mete” en la conversación. No para de preguntar de qué hablamos, da su opinión, nos cuenta una historia que le ha ocurrido en el colegio…es decir…reclama ser el centro de atención.

– Otro caso, que no podemos pasar por alto, es el caso de los niños impulsivos o con problemas atencionales. Estos niños por sus características personales tienen problemas para regular su conducta y además suelen ser niños que no terminan de escuchar lo que les estamos diciendo o preguntando y ya están contestando, se adelantan.

En cualquier caso, sea por la razón que sea, que un niño nos interrumpa constantemente es una situación molesta, que puede llevarnos a regañar al niño y enfadarnos con él. Pero es importante que los padres sepamos cómo actuar y cómo enseñar al niño a respetar tanto los turnos de palabra como las conversaciones ajenas.

Qué podemos hacer los padres con niños que no dejan hablar a los demás

– Ante niños que no dejan hablar con los demás lo primero, actuar con calma y con tranquilidad y tener muy claro cómo vamos a redirigir esa situación.

– Lo primero que debemos tener en cuenta es que debemos establecer unos límites y enseñarle cuándo y cómo puede interrumpir. Si mi hijo me interrumpe mientras hablo con otra persona, y yo dejo la conversación y le atiendo, el mensaje que le mando es “tú decides cómo y cuándo hablo con los demás” cuando lo que tenemos que enseñarle es precisamente lo contrario.

– En el momento en que me interrumpe, debo dejarle claro, que ese no es el momento, que debe esperar un poco y le atenderé. ¿Cómo lo hago? ¿Cuánto es “un poco” para un niño? Para hacer esto, podemos mirar al niño, ponernos a su altura, y decirle “cariño, ahora estoy hablando con esta persona, cuando termine esto que estamos diciendo, te tocará a ti decirme lo que quieras, así que no te olvides de lo que quieres decirme ¿eh?”. Puedo cogerle de la mano para que sepa que no me olvido de él o dejarle la mano sobre el hombro.  Si el niño sigue insistiendo, ignórale, él ya sabe que le harás caso pero no en ese momento. Y si aún así sigue y tiene una rabieta, llévatelo a otro lado, y dile que así no le vas a hacer caso, que tiene que esperar y que en seguida estarás con él.

– Hay que tener en cuenta que los niños no entienden el tiempo como los adultos, y que lo que para mí son 5 minutos para él es una eternidad, por lo que debemos tener esto en cuenta, y si le he dicho “enseguida estoy contigo”, debo atenderle pasado un ratito. Paro mi conversación y le digo, ¿qué querías? y después vuelvo a lo mío.

– Tenemos que enseñarle también cómo interrumpir, por ejemplo, enséñale que si estás con otra persona, y quiere contarte algo, puede acercarse, cogerte de la mano, y así tú sabrás que quiere decirte algo y en cuanto termines le atenderás.

– Por otro lado, ¿y si me quiere decir algo muy muy importante y por eso interrumpe bruscamente? Es importante enseñarle al niño cuándo algo es importante, (alguien se ha caído, ha ocurrido algo que requiere de un adulto, se me inunda la casa) o cuando no, (quiero merendar ya, quiero que me compres una chuche, que me mires….). Esto le llevará tiempo, porque de pequeños todo lo que les ocurre a ellos es lo más importante del mundo.

– Cuando hablamos con un niño que no respeta los turnos de palabra, debemos enseñarle cómo hacerlo. Ahora hablo yo, ahora hablas tú. En casa podemos practicar. Podemos jugar a hacernos preguntas sobre lo que hemos hecho en el día, primero pregunto yo y tú contestas y luego preguntas tú y yo contesto. Si estamos en nuestro turno de palabra y nos interrumpe, le diremos, “aún no he terminado, espera y ahora te tocará a tí”.

Si el niño me interrumpe mientras hablo por teléfono, paro un segundo la conversación, le digo “ahora no puedo cariño, estoy hablando por teléfono” podemos darle una “misión” para que haga mientras yo hablo y en cuanto termine de hablar voy a él y le pregunto qué quería.

En resumen:

– Tenemos que establecer unos límites a los niños, como con todo. Normas claras y límites que les ayuden a regular su comportamiento.

– Enseñarles pautas básicas de conversación: turnos de palabra, cómo interrumpir, cuándo hacerlo…

– Reforzar esas situaciones en que lo haga bien para que sepa que eso es lo que queremos e ignorar o corregir aquellas en las que el niño no haga lo que queremos enseñarle, (es decir, cuando interrumpa).

– Paciencia, paciencia y paciencia. Los niños no nacen aprendidos, debemos enseñarles nosotros cómo actuar, cómo relacionarse y esto no es tarea fácil ni rápida. Así que mucha paciencia y pocos enfados.

– Hacerle ver al niño que es importante, pero no el centro de todo, ayudarle poco a poco a salir de ese egocentrismo típico de los niños, pero sin hacerle sentir desplazado.

Fuente: guiainfantil.com

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