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Profe: aprendo contigo, aprendo de ti… Y aprendo conmigo mismo

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En su discurso de aceptación del título de doctor honoris causa por la Universidad Pompeu Fabra, Miquel Barceló, el genial pintor mallorquín, explicó una anécdota que me parece muy significativa para entender cómo se produce el aprendizaje en el ámbito escolar.

Barceló cuenta que asistió durante tan solo unas semanas a la Escuela de Bellas Artes de Barcelona y que, al cabo de unos años, se reencontró con el que había sido director de esta escuela cuando él era alumno. El director le manifestó con entusiasmo que había sido el mejor alumno que había pasado por el centro. Barceló, con cierta sorpresa, le dijo: “Caramba, debe saber que yo asistí a la escuela tan solo un mes”; a lo que el director le respondió: “Es igual, aprovechó usted muy bien el tiempo”.

No siempre es posible aprender uno mismo. A veces necesito aprender contigo y de ti.

Esta anécdota nos muestra que, en la escuela, la transmisión de conocimiento directo o reproductivo por parte del docente al alumno no es la única, ni tan siquiera la función principal, y que la transmisión indirecta o inductiva del conocimiento debe tener más importancia.

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Lo cierto es que ni el docente debe “enseñarlo” todo, como si el alumno fuera un recipiente vacío al que hay que llenar; ni este debe “descubrirlo” siempre todo, porque de esta forma sería difícil progresar al repetir eternamente procesos innecesarios. Decidir qué y cómo enseñar es, posiblemente, la tarea más importante del docente.

Buscar el equilibrio entre los diferentes estilos de enseñanza y de aprendizaje es una tarea imprescindible en nuestras escuelas. Para ello, la mayoría de las veces solo es necesario aplicar el sentido común. Hay distintas y variadas formas de enseñar y de aprender, lo que hace necesario conocer nuestro perfil docente y el perfil de inteligencias múltiples de nuestros alumnos y alumnas para así plantear estrategias que faciliten nuestra labor y para compensar aquellos aspectos en los que tenemos mayores deficiencias.

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No debemos olvidar nunca que un maestro, que un profesor, no solo “informa”, sino que además “forma”. Esto condiciona necesariamente la relación que se establece entre docente y alumno. La figura del docente es necesaria para educar a los alumnos, aunque estos tengan un alto grado de autonomía. Por este motivo, el e-learning, por ejemplo, es un complemento muy valioso para la labor docente, pero nunca puede sustituirla del todo.

También es importante tener siempre presente que tanto enseñar como aprender requieren de un esfuerzo. Ni se aprende ni se enseña por “ciencia infusa”, sin trabajo. Si alguien no lo ve así, tiene un grave problema para cumplir con su cometido. La cuestión es saber vestir ese esfuerzo para que sea gozoso y no estresante con los elementos adecuados: motivación, interés, curiosidad, asombro, creatividad, disrupción, colaboración, inclusión…

Quien piense que enseñar y aprender tiene que ser siempre sacrificado y doloroso, le hace un flaco favor a la Educación; pero lo mismo sucede con quien piense que se aprende sin esfuerzo.

Fuente: salvarojeducacion.com

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