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El juego como estrategia de aprendizaje

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Minerva González Germosén
San Pedro de Macorís

Es un entretenimiento al que todo infante tiene derecho, según la Convención sobre los Derechos del Niño. Su práctica puede ser educativa.

El juego es una actividad intrínseca del ser humano. Su práctica involucra cualquier nivel social y a través de él se puede formar la personalidad del niño. En primer lugar, por ser una práctica espontánea, relajada, entre personas con los mismos intereses, casi siempre, es idónea para aprender por medio de ella.

Kathy Hirsh-Pasek, profesora del Departamento de Psicología de la Universidad de Temple, Estados Unidos, asegura que el juego a temprana edad es un elemento relevante para el desarrollo cognitivo, ya que según evidencias científicas, cuando se combinan algunas estrategias con el juego como protagonista se acelera el aprendizaje en los niños.

En el juego intervienen elementos que deben ser tomados en cuenta como son la creatividad, las normas que lo regirán y lo divertido que puede resultar para evitar el aburrimiento de los participantes.

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Fomenta creatividad

El interés de quienes intervienen no lo determina el instrumento con que se juega, puesto que lo económico no asegura la diversión, sino lo novedosa y entretenida que pueda resultar su práctica. Lo económico no es una barrera que limite a quienes no cuentan con los recursos para adquirir un juego costoso, puesto que la creatividad e imaginación son herramientas para desarrollar destreza y habilidad que faciliten construir juegos con material reciclado, con recursos propios del entorno. El juego podría ser la motivación para fomentar la creatividad y adquirir nuevos aprendizajes.

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Explora nuevos saberes

En segundo lugar, la diversión como actividad lúdica facilita la inserción de los niños en contextos socioculturales nuevos, su práctica permite alcanzar sus fantasías e inventar para conocer todo lo que le rodea. Es cierto que jugar no es exclusivo de los infantes, pero su práctica posibilita la exploración de mundos desconocidos, y alcanzar nuevos saberes. Sin embargo, el propósito central del juego es la diversión, también se desarrollan a través de su práctica competencias interpersonales. Pero, ¿es el juego el medio para fomentar emociones que conviertan al niño en una mejor persona? ¿Podrá  moldear la personalidad del niño?

El juego es un entretenimiento al que todo infante tiene derecho según la Convención sobre los Derechos del Niño, su práctica puede ser educativa, aunque sugieren los expertos que se debe regular el tiempo que se dedique a este, ya que existen otras competencias igual de importantes que el juego y que no necesariamente se desarrollan jugando, por lo tanto, los padres o tutores deben velar porque sus vástagos hagan una distribución apropiada de su tiempo y puedan fortalecer todas las competencias requeridas en su entorno y que no se desarrollan a través del juego.

El entretenimiento es una tarea en la que pueden involucrarse todos los miembros de una familia, convertirla en una ocasión propicia para compartir de una manera grata, donde se mezclen en diversas actividades los miembros de las diferentes edades. Para conseguir tal propósito se conjugan varios elementos como: la originalidad, la inventiva y el deseo de compartir en familia.

En realidad, lo que se requiere para pasar un buen momento de esparcimiento, es el interés de los participantes, ya que algunos juegos resultan más atractivos cuando son practicados de manera grupal, esto así, por la adrenalina que genera vencer al opositor y por las alianzas que se forman dentro del mismo juego. Además, al realizar actividades familiares se tiene la oportunidad de que adultos, jóvenes y niños compartan en un mismo plano y fortalezcan el amor entre los miembros que componen esa familia.

Múltiples propósitos

Una actividad lúdica puede ser planeada por la familia con múltiples propósitos: fortalecer la inteligencia emocional, la honestidad, cuidado del medioambiente, la equidad de género, etc. En definitiva, es una manera agradable de fomentar valores en los más jóvenes.

El juego es una tarea en la que pueden involucrarse todos los miembros de una familia, convertirla en una ocasión propicia para compartir de una manera grata.

En resumidas cuentas

En una época en la que se han invertido los valores, la violencia le gana la batalla a la tolerancia ¿valdrá la pena emplear el juego como estrategia? ¿Jugar podría contribuir a formar mejores seres en todas las esferas socioeconómicas? ¿Retomar los valores desde la familia solucionaría parte de nuestros males sociales?  ¿Es el juego el camino idóneo para educar a través de su práctica?

 

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