Dr. Eleuterio Ferreira Calderón
Tradicionalmente tres han sido las funciones principales de la universidad: docencia, extensión e investigación. A pesar de que durante muchos años, sobre todo en nuestra región latinoamericana, la investigación resultó ser la cenicienta de esta tríada, hoy en día los aportes de las instituciones de educación superior a favor del desarrollo integral de nuestros pueblos por medio de importantes y relevantes investigaciones, es un hecho irrefutable.
En el caso particular de nuestro país, de acuerdo a un informe presentado por la Mescyt en el año 2015, los logros han sido significativos: De 194 propuestas sometidas al Fondo Dominicano de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (FONDOCYT), 78 fueron seleccionadas para financiamiento por parte del MESCYT. Desde el punto de vista institucional, participaron 29 entidades (17 IES, 5 Institutos Especializados o Centros Investigación o Innovación, 4 instituciones públicas y 2 consorcios empresariales), 19 de las cuales resultaron beneficiarias. Estas investigaciones han involucrado 544 investigadores, con una inversión de aproximadamente de 700 millones de pesos.
Otros avances dignos de mención, de acuerdo con la anterior ministra de Educación Superior, Dra. Ligia Amada Melo (Conferencia realizada en Ginebra, Suiza en el año 2014), han sido la institucionalización de la figura del Profesor Investigador, la figura de Monitor de Investigación y el diseño del Sistema Nacional de Investigadores, el cual incluye los criterios e indicadores requeridos para que un investigador pueda formar parte de éste.
Ante este nuevo escenario, caracterizado por la generación de nuevos conocimientos encaminados a dar solución a una determinada situación, así como por la creación de nuevos productos, bienes o servicios de alto valor agregado en el mercado (Plan Estratégico 2008-2018 Ciencia y Tecnología), la biblioteca universitaria, como componente fundamental de las instituciones de educación superior, constituye un espacio privilegiado para contribuir de forma activa en la generación, transmisión y difusión de estos nuevos conocimientos y productos.
Es precisamente en este contexto, en donde los grandes sistemas normativos y planes estratégicos para bibliotecas universitarias, establecen como una de sus principales prioridades promover la construcción de un nuevo modelo de biblioteca universitaria, la cual se concibe como parte activa y esencial de un sistema de recursos para el aprendizaje y la investigación. Tal es el caso, de los Estándares de Bibliotecas Universitarias Chilenas; de la Red Española de Bibliotecas Universitarias (REBIUN) y del Reglamento de Evaluación para las Bibliotecas de las Instituciones de Educación Superior de la República Dominicana.
La REBIUN sostiene en la justificación de su segundo Plan Estratégico 2007-2011, que el concepto de biblioteca como centro de soporte a la docencia ha de ser superado por el de Centro de Recursos para el Aprendizaje y la Investigación (CRAI). En tal sentido, propugna trascender el rol tradicional caracterizado por la pasividad, reactividad, y escasa participación de la biblioteca universitaria por acciones impulsadas por la proactividad y la integración dinámica y entusiasta en el aprendizaje, la docencia y la investigación. Los estándares de las bibliotecas chilenas y dominicanas así también lo establecen, cuando afirman que la misión de la biblioteca universitaria es proveer servicios de información y gestión del conocimiento en apoyo a la docencia, investigación y extensión.
En el caso particular de la investigación, la REBIUN sostiene de forma explícita, en su III Plan Estratégico 2020, que las bibliotecas han de estar en condiciones de satisfacer las necesidades cada vez más exigentes de los investigadores. La estrategia es desarrollar el trabajo colaborativo de las manos de los investigadores, involucrándose desde el inicio en los procesos de investigación en su calidad de proveedores de información científica, promotoras de sus publicaciones y difusoras de sus resultados.
En conclusión, la biblioteca universitaria en su calidad de aliada inseparable de los procesos de investigación de la universidad, ha de dirigir su accionar en base a los siguientes componentes:
- Disponer de colecciones bibliográficas actualizadas y relevantes, en formato impreso y digital.
- Favorecer el acceso a revistas científicas, portales y recursos especializados, muchos de ellos disponibles de forma gratuita en la web, acceso a bases de datos, entre otros.
- Crear servicios bibliotecarios personalizados para los investigadores .
- Fomentar la creación de repositorios digitales con las producciones académicas de la institución y otras instituciones análogas.
- Gestionar la producción, edición y difusión de las publicaciones y resultados mediante políticas de acceso abierto.
- Participar activamente en los organismos responsables de las publicaciones científicas y académicas de la universidad.
- Favorecer encuentros o conversatorios con investigadores para fomentar en los estudiantes y personal docente la producción de buenos trabajos académicos y de investigación, que tengan como sustento sólidos criterios de rigurosidad y búsqueda constante de la verdad científica.
- Implementar un programa de desarrollo de las competencias digitales o informacionales para formar al personal docente y discente en el adecuado acceso, búsqueda, selección, evaluación y divulgación de la información disponible en la Web, condición angular para garantizar el acceso y recuperación de información de calidad.
- Integrar de forma progresiva y armónica las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en el proceso de producción científica y difusión de sus resultados.
- Capacitación continua del personal bibliotecario para que ponerlo en condiciones de responder adecuadamente a la demanda de los nuevos tiempos permeado por el avance vertiginoso de la ciencia y tecnología.
- Crear alianzas estratégicas con otras unidades de información para compartir conocimientos, experiencias y recursos a favor del fomento de la investigación científica.