¿Qué es y qué sintomatología provoca esta afección altamente letal para animales y humanos?
El ántrax, una enfermedad para muchos ignorada, es una realidad muy presente en países como Zambia, donde es endémica. Anualmente suele registrar un pico de casos hacia los meses de octubre y noviembre, que por lo general no evoluciona hacia un brote en animales o seres humanos.
Sin embargo, en 2023, las autoridades sanitarias de Zambia notificaron a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de un brote significativo en seres humanos con cientos de casos, una situación sin precedentes que llevó a la activación de una respuesta urgente desde el punto de vista preventivo, dirigido a frenar su expansión.
Ahora bien, los casos de ántrax no son exclusivos del continente africano. La bacteria que produce esta afección está presente en la mayor parte del mundo en estado latente, pudiendo infectar a los animales de pastoreo cuando estos la ingieren.
UN ORIGEN BACTERIANO
Las bacterias son microorganismos unicelulares esenciales para los ecosistemas del planeta, y se reconocen como uno de los grupos de seres vivos más primitivos de la Tierra.
Así, nuestro cuerpo también está habitado por una gran cantidad de bacterias de distintos tipos, la mayoría de las cuales son benignas y necesarias para su correcto funcionamiento.
Sin embargo, una pequeña parte de bacterias son las responsables de causar enfermedades: son llamadas patogénicas y su presencia inicia un proceso de infección bacteriana que provoca la aparición de signos y síntomas de una enfermedad.
¿QUÉ ES EL ÁNTRAX?
El ántrax, también llamado carbunco, es una de estas enfermedades infecciosas, causada concretamente por la bacteria Bacillus anthracis. A pesar de ser poco común, sus síntomas son graves y tiene una alta tasa de mortalidad en caso de no ser tratado.
Las bacterias causantes del ántrax son formadoras de esporas, unas estructuras muy resistentes que les permiten sobrevivir en el medio ambiente durante largos periodos de tiempo.
Se trata de una bacteria zoonótica, es decir, que se puede transmitir de animales a personas. En este caso, sus hospedadores naturales son los rumiantes de ganadería como las vacas, ovejas y cabras, y también algunos animales de caza.
Los humanos se pueden infectar a través del contacto directo con el animal enfermo o de productos provenientes de un animal infectado. Una vez que estas esporas se ingieren, inhalan o ingresan al cuerpo a través de cortes en la piel, pueden multiplicarse y producir unas toxinas sumamente potentes.
El contagio no se da entre personas y, por tanto, la prevención de la enfermedad en animales significará también la protección indirecta de la salud humana.
SIGNOS Y SÍNTOMAS DEL ÁNTRAX
Tras el contagio, las bacterias formarán colonias dentro de un periodo que variaría de unas pocas horas hasta las 3 semanas y la enfermedad se manifestará en una de las siguientes 3 formas según cómo haya sido la exposición:
Ántrax cutáneo: en la zona expuesta aparece una llaga que produce picazón y que cambia su color a negro. Puede ir acompañada de otros síntomas como dolor de cabeza y muscular, fiebre y vómitos.
Ántrax gastrointestinal: inicialmente se presenta como una intoxicación alimentaria que empeora, produciendo dolor abdominal intenso, vómitos de sangre y diarrea grave.
Ántrax pulmonar: tiene una sintomatología inicial parecida al resfriado común que evoluciona a dificultades respiratorias graves y shock.
Aunque el ántrax pulmonar es el más grave de los tres tipos conocidos, la forma más común suele ser la cutánea debido a la manipulación de animales o partes de estos.
No obstante, el ántrax también se puede contraer mediante la inyección con una jeringuilla infectada, identificado principalmente en consumidores de sustancias ilegales. En este caso los síntomas son parecidos a los del ántrax cutáneo, pero podría existir una infección profunda debajo de la piel o en el músculo.
TRATAMIENTO Y PREVENCIÓN
Existen varios métodos y pruebas médicas para diagnosticar el ántrax, que requerirá de hospitalización en todos los casos humanos confirmados. El tratamiento más eficaz para esta enfermedad son los antibióticos, en concreto la penicilina, que reducen exponencialmente la tasa de mortalidad por debajo del 1%.
Las personas expuestas también pueden recibir tratamiento profiláctico para prevenir la aparición de la enfermedad. Otra forma de prevención son las vacunas, que están disponibles tanto para el ganado como para los humanos de forma limitada a aquellas personas que por su ocupación podrían estar expuestas a la bacteria de forma habitual.