Elizahenna Del Jesús
Sebastián Guzmán es un educador cuya carrera en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) abarca más de cinco décadas. Su trayectoria es un testimonio vivo del poder transformador de la educación y del impacto duradero que un educador dedicado puede tener en la sociedad.
Originario de La Pocilga, un modesto pueblo de La Vega, Guzmán superó numerosos obstáculos para acceder a la educación superior. Su incursión en la docencia comenzó de manera fortuita en 1957, cuando aún era estudiante de ingeniería en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Lo que inicialmente fue una oportunidad casual se convirtió rápidamente en su vocación de vida.
A lo largo de los años, Guzmán se especializó en la enseñanza de matemáticas y física. Su enfoque combinaba el rigor académico con un genuino interés por el desarrollo integral de sus estudiantes. Más allá de impartir conocimientos técnicos, se esforzaba por comprender las circunstancias de cada alumno, especialmente aquellos de orígenes humildes similares al suyo.
La dedicación de Guzmán a la enseñanza ha demostrado ser inquebrantable, incluso frente a adversidades personales significativas. Tras la pérdida de su primera esposa, encontró en las aulas no solo consuelo, sino un renovado sentido de propósito. Esta resiliencia le llevó a extender su carrera docente mucho más allá de lo que podría considerarse una jubilación convencional.
Actualmente, a sus 89 años, Guzmán continúa su labor educativa de manera voluntaria, impartiendo clases a jóvenes con discapacidades en una escuela de Ciudad Nueva. Este compromiso desinteresado es quizás la manifestación más clara de su filosofía de vida: la educación como un acto de servicio continuo a la comunidad.
La trayectoria de Sebastián Guzmán ilustra de manera elocuente cómo la vocación docente, cuando se ejerce con pasión y dedicación, puede trascender las limitaciones del aula y convertirse en un catalizador de cambio social. Su legado no se mide únicamente en términos de los conocimientos impartidos, sino en las vidas transformadas y las aspiraciones inspiradas.
En un mundo donde la educación enfrenta constantes desafíos, la historia de Guzmán sirve como un recordatorio poderoso del impacto duradero que un educador comprometido puede tener. Su vida es un testimonio de que la verdadera enseñanza va más allá de los libros de texto y los exámenes; se trata de formar individuos íntegros, capaces de enfrentar los retos de la vida con conocimiento, compasión y determinación.
El ejemplo de Sebastián Guzmán continúa inspirando a nuevas generaciones de educadores y estudiantes, demostrando que el poder de la educación, cuando se combina con un compromiso inquebrantable de servicio que no conoce obstáculos ni barreras. Su dedicación ejemplifica cómo la vocación docente puede trascender limitaciones y dejar una huella duradera en la sociedad.
