Cristóbal Colón, conocido como el descubridor del Nuevo Mundo, nació en 1451 en la República de Génova, una ciudad-estado marítima que hoy forma parte de Italia. Su nombre de pila en italiano era Cristoforo Colombo. Su familia pertenecía a la clase trabajadora; su padre, Domenico Colombo, era tejedor y propietario de una pequeña tienda de quesos, mientras que su madre, Susanna Fontanarossa, cuidaba de la familia.
Desde temprana edad, Colón mostró un interés particular por el mar y la navegación. Aunque los detalles específicos de su infancia son escasos, se sabe que creció en un entorno influenciado por el bullicio del puerto de Génova, una de las ciudades comerciales más importantes de Europa en ese tiempo. Este ambiente marino y comercial seguramente despertó su curiosidad por el mundo más allá del horizonte.
A los 14 años, Colón comenzó su carrera en el mar, trabajando en barcos mercantes genoveses. Su primer contacto con la navegación le proporcionó conocimientos valiosos sobre la cartografía, la geografía y las técnicas marineras. Durante su juventud, navegó por el Mediterráneo, visitando puertos en lugares como Chios, en el Mar Egeo, y Túnez, en el norte de África. Estas experiencias le permitieron adquirir habilidades cruciales que más tarde le servirían en sus famosas expediciones transatlánticas.
A finales de la década de 1470, Colón se trasladó a Lisboa, Portugal, un importante centro de exploración marítima. En Lisboa, trabajó como comerciante y continuó su educación náutica. Fue allí donde conoció a su futura esposa, Filipa Moniz Perestrelo, hija de un respetado navegante portugués. El matrimonio le proporcionó acceso a mapas y documentos náuticos que alimentaron aún más su ambición de encontrar una ruta occidental hacia Asia. Durante este tiempo, Colón también se familiarizó con las teorías geográficas de la época, especialmente aquellas que postulaban la esfericidad de la Tierra y la posibilidad de alcanzar las Indias navegando hacia el oeste.
Además de su formación práctica en navegación, Colón se dedicó al estudio de textos clásicos y contemporáneos sobre geografía y viajes. Se interesó particularmente por las obras de Ptolomeo, Marco Polo y el matemático Paolo Toscanelli, quienes influyeron en sus ideas sobre la posibilidad de llegar a Asia cruzando el Atlántico.
En 1476, mientras servía en una flota genovesa, Colón experimentó un naufragio cerca de la costa portuguesa. Logró sobrevivir nadando hasta la costa y encontró refugio en Lisboa. Este incidente no desanimó su espíritu aventurero; por el contrario, solidificó su determinación de continuar con su carrera marítima y de búsqueda de nuevas rutas.
La década de 1480 fue crucial para Colón. Aunque sus propuestas de una ruta occidental fueron inicialmente rechazadas por las cortes de Portugal y España, persistió en su visión. Durante este periodo, Colón también navegó hacia el norte, llegando hasta Islandia e Irlanda, expandiendo aún más sus conocimientos sobre las corrientes y vientos atlánticos, lo que sería crucial para sus futuras expediciones.
En 1484, Colón presentó su proyecto al rey Juan II de Portugal, proponiendo una ruta hacia Asia navegando hacia el oeste. Sin embargo, la propuesta fue rechazada, ya que Portugal estaba más interesada en explorar rutas alrededor de África. Desilusionado pero no derrotado, Colón se trasladó a España en 1485, donde buscaría el apoyo de los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón.
A pesar de los desafíos y las múltiples negaciones, la tenacidad de Colón finalmente dio frutos. En 1492, después de años de persistencia, los Reyes Católicos acordaron financiar su expedición. Este apoyo marcó el comienzo de una serie de viajes que cambiarían el curso de la historia.
La juventud de Cristóbal Colón, marcada por su origen humilde, su pasión por el mar y su incansable determinación, fue fundamental para su éxito posterior como explorador. Sus primeros años en el mar no solo le proporcionaron las habilidades necesarias para la navegación, sino que también le inculcaron una visión audaz y una voluntad inquebrantable que lo llevarían a descubrir el Nuevo Mundo.