En la mañana del 5 de octubre de 1864, en la playa de Maimón, Puerto Plata, fue fusilado José Antonio Salcedo, mejor conocido como Pepillo Salcedo, uno de los grandes próceres de la Independencia y la Restauración dominicana.
Salcedo, quien había sido primer presidente del Gobierno Provisional de la Restauración y héroe de la Batalla de Sabana Larga, fue ejecutado por órdenes del entonces presidente Gaspar Polanco Borbón, quien lo había destituido semanas antes. Su muerte marcó un episodio doloroso y polémico en la historia nacional.
De acuerdo con el historiador Juan Carlos Espinal, en Biografías Patrias (2011), Salcedo fue acusado injustamente de mantener contactos con los españoles en busca de una salida pacífica al conflicto. Polanco lo declaró traidor bajo el argumento de que era “baecista” y lo mandó desterrar. Sin embargo, su patriotismo jamás estuvo en duda.
Custodiado por Gregorio Luperón, debía ser entregado a las autoridades haitianas, pero estas se negaron a recibirlo por considerarlo cercano a Buenaventura Báez, entonces aliado de los españoles. Tras días de incertidumbre, fue llevado a Guayubín y luego a la costa norte, donde finalmente se ejecutó la sentencia.
Antes de morir, Pepillo Salcedo, firme y sereno, entregó un último mensaje para su esposa a un joven soldado del pelotón de fusilamiento. Ese soldado era Ulises Heureaux, quien años más tarde llegaría a ser presidente de la República con el nombre de Lilís.
No existe una fotografía real de Pepillo Salcedo; la imagen más difundida proviene de un dibujo que ha sido remasterizado y coloreado por historiadores y artistas dominicanos para preservar su memoria.
A más de 160 años de su muerte, el fusilamiento de Pepillo Salcedo continúa siendo un recordatorio de las tensiones y traiciones que marcaron los primeros años de la República, y del sacrificio de un hombre que dedicó su vida a la libertad y la soberanía del pueblo dominicano.
📜 Fuente: www.soy.dominikano.com / Juan Carlos Espinal, “Biografías Patrias”, 2011.


