Deserción escolar. Aunque la tasa de abandono escolar en la República Dominicana muestra una ligera reducción, miles de adolescentes siguen dejando las aulas por causas familiares, económicas y sociales, lo que convierte a la familia en un factor decisivo para sostener la educación y prevenir la deserción.
Según la EncftT 2023, el 34,17% de jóvenes entre 20 y 24 años no ha completado la secundaria, y los niveles de repitencia y sobreedad se sitúan en 7,5% y 5,4%, respectivamente (IDEC, 2024). Las causas son múltiples: necesidad de trabajar, embarazo adolescente, desmotivación, acoso escolar y desconexión con el mercado laboral. La formación técnico-profesional sigue siendo limitada: apenas el 31,1% de los estudiantes participa, concentrándose en 16 programas que abarcan el 90,7% de la matrícula. Las brechas de equidad se profundizan en zonas rurales, entre estudiantes de bajos ingresos y según género. El impacto laboral es claro: el 90,9% de los trabajadores formales han completado secundaria o superior (Banco Central, 2024), lo que demuestra la importancia de culminar la educación media para acceder a empleos dignos y mejorar la calidad de vida junto a su familia.
La primera escuela es el hogar: aquí se educa
Imaginemos una mañana cualquiera en un barrio periférico de Santo Domingo. El aroma del café recién colado se mezcla con el polvo de las calles; los rayos del sol atraviesan una ventana de la casa cubierta con una cortina desgastada y tablas rotas. Sobre la mesa, una mochila con el cierre roto espera. Adentro, un cuaderno arrugado con páginas en blanco y tareas inconclusas. Esa mochila podría ser la de Lucía, una adolescente de 15 años que carga no solo libros, sino la responsabilidad de cuidar a sus hermanos mientras su madre sale a vender frutas en la calle. La escuela está ahí, pero en su vida diaria lo urgente —trabajar, alimentar, sobrevivir— desplaza lo importante: estudiar y prepararse para el futuro.
Escenas como esta no son aisladas. Juan, de 16 años, dejó de asistir a clases para trabajar como motoconchista en su comunidad. “Tengo que ayudar en la casa”, dice con la mirada fija en el suelo. Cada historia refleja la vida de miles de adolescentes que sienten que la escuela no ofrece soluciones inmediatas frente a la pobreza o la falta de servicios básicos. La deserción se convierte así en un fenómeno social que impacta directamente la cohesión , familiar, comunitaria y el desarrollo económico del país.
Deserción escolar en cifras y contexto regional
De acuerdo con Unicef y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), América Latina enfrenta una doble crisis: altas tasas de abandono y bajos niveles de aprendizaje. En República Dominicana, aunque la cobertura educativa ha mejorado, aún existe un porcentaje significativo de adolescentes fuera de las aulas, sobre todo en zonas rurales y fronterizas. La pandemia dejó secuelas evidentes: pérdida de aprendizajes, desvinculación emocional con la escuela y aumento de la presión económica en los hogares. En este escenario, la familia se convierte en un factor decisivo para sostener o perder la trayectoria escolar. La familia es un aliado fundamental en este proceso.
Los estudios muestran que la deserción escolar tiene efectos directos sobre el producto interno bruto, la productividad y el desarrollo humano. Cada joven que abandona la secundaria representa una pérdida de capital humano y un desafío para la cohesión social y la disminución del Índice de Desarrollo Humano (IDH).
Factores familiares detrás de la deserción escolar
Los expertos coinciden en que la familia es la primera y más importante red de apoyo. Pero, ¿qué ocurre cuando esa red es débil o está rota? Cinco factores destacan:
- Pobreza y necesidad de trabajar: los jóvenes deben aportar ingresos al hogar, compitiendo con el tiempo de estudio.
- Falta de expectativas educativas: en hogares donde estudiar no se percibe como un valor, los adolescentes pierden motivación.
- Roles de género: las jóvenes frecuentemente deben quedarse en casa cuidando hermanos, lo que limita su asistencia.
- Falta de transporte seguro o acceso limitado a escuelas: especialmente en comunidades rurales y fronterizas.
- Violencia intrafamiliar y entornos de riesgo: aumentan la probabilidad de abandono, afectando tanto la seguridad como la salud mental.
Para enfrentar este desafío, el gobierno del presidente Luis Abinader ha abierto un concurso “República Dominicana de Ideas, Metas 2036”, enfocado en estrategias para reducir el abandono escolar y fortalecer la educación secundaria.
El impacto social de la deserción
El abandono escolar no solo afecta al individuo: limita el acceso a empleos formales, reproduce ciclos de pobreza y profundiza desigualdades. Según estudios del BID, la desigualdad educativa es una de las principales vías para perpetuar la exclusión social. Cada joven que abandona la secundaria representa una pérdida de capital humano y un desafío para la cohesión social y económica del país.
Cifras recientes indican que la culminación de la secundaria aumenta significativamente la probabilidad de empleo formal, resaltando que la educación no solo transforma vidas individuales, sino que también fortalece comunidades y sociedades. Como apunta Elena Arias Ortiz (BID, 2024):
“La región enfrenta el doble desafío de altas tasas de deserción y bajos niveles de aprendizaje, lo que exige intervenciones integrales que incluyan a las familias”.
Además, Unicef (2023) advierte:
“Los determinantes sociales, como la pobreza, la desigualdad de género y la falta de apoyo familiar, son los principales factores que afectan la permanencia escolar en la región.”
Propuestas para revertir la deserción en el sistema preuniversitario de RD.
Diversos expertos recomiendan una intervención integral que articule familia, escuela y Estado. A continuación, estrategias clave basadas en datos actualizados y experiencias exitosas:
a) Plataforma Digital con Inteligencia Artificial, Realidad Aumentada y Secundaria en Línea
• Tutorías personalizadas con IA que ajustan contenidos según el progreso del estudiante (ejemplo: Summit Learning, EE. UU.).
• Simulaciones de realidad aumentada que hacen el aprendizaje más interactivo y motivador (25% de mejora en aprendizaje, EdTech, Singapur).
• Banco de datos de estudiantes y orientación para familias, permitiendo seguimiento individualizado.
• Secundaria en línea: permite a 2,000 estudiantes de 16-20 años superar barreras geográficas y laborales, reduciendo la deserción de 5% a 3,5% (IDEC, 2024).
• Formación técnico-profesional con microcredenciales de 4-8 semanas (turismo, programación), diversificando la oferta y reduciendo concentración en programas del 90,7% al 70% (IDEC, 2024).
• Empleabilidad: el banco de datos conecta 5,000 estudiantes con trabajos de medio tiempo, apoyando un objetivo de inserción laboral del 50%.
• Equidad y acceso: prioriza estudiantes rurales, de bajos ingresos y mujeres con acceso subsidiado.
• Ahorro y escalabilidad: implementación de la plataforma permite estimar US$10 millones de ahorro a largo plazo (BID).
b) Formación Técnico-Profesional con Pasantías Remuneradas
• Currículo híbrido 50% académico / 50% técnico desde octavo grado.
• Certificaciones progresivas: Técnico Auxiliar y Técnico Medio.
• Pasantías de 15‑20 horas/semana con horarios flexibles.
• Impacto esperado: matrícula técnica +30%, deserción –12%, 7,500 estudiantes en pasantías.
• Mentorías personalizadas con empresas locales para desarrollar habilidades blandas y empleabilidad.
• Certificaciones internacionales (Cisco, ServSafe) para aumentar el valor profesional.
• Ferias de empleo y subsidios de transporte (1,000 DOP/mes) para garantizar participación.
• Programas de emprendimiento técnico con microcréditos disponibles para proyectos estudiantiles.
c) Sistema de Alerta Temprana y Reenganche Escolar (SAT)
• IA identifica estudiantes en riesgo y 10 Centros de Segunda Oportunidad ofrecen programas acelerados.
• Bonos y becas incrementados; graduados priorizados en banco de datos.
• Impacto esperado: reenganche del 40% de desertores y reducción del ausentismo en 20%.
• Certificados de habilidades blandas: comunicación, trabajo en equipo y resolución de conflictos.
• Talleres para padres sobre capacitación laboral, incentivando su apoyo a la permanencia escolar.
d) Comunidades de Aprendizaje y Hackatones Escolares
• Participación activa de familias y créditos a tasa 0 para proyectos ganadores.
• Alianzas con ONGs locales para identificar desertores y promover reenganche.
• Impacto esperado: 100 proyectos anuales, +30% participación familiar, financiamiento de 50 emprendimientos en tres años.
• Talleres de robótica y programación en zonas rurales, con estudiantes explorando el mundo digital por primera vez, motivando la permanencia escolar.
e) Apoyo Psicosocial y Bolsa de Empleo Juvenil
• Consejería familiar para manejo financiero y permanencia escolar.
• Talleres sobre embarazo adolescente, acoso escolar, motivación y orientación vocacional.
• Bolsa de empleo conecta estudiantes con trabajos de medio tiempo.
• Impacto esperado: reducción de la deserción no académica en 15% y conexión de 10,000 estudiantes con empleo.
• Experiencias de vida: adolescentes aprendiendo finanzas básicas mientras trabajan, reforzando hábitos de responsabilidad y autoestima.
La familia, la escuela y el Estado: un triángulo necesario en el proceso educativo
Reducir la deserción escolar requiere un enfoque conjunto. La familia debe educar, motivar y acompañar; la escuela debe enseñar y ofrecer herramientas flexibles que estén alineadas a la realidad de los estudiantes; y el Estado garantizar recursos, infraestructura y políticas públicas efectivas. La educación es un derecho, pero también un acto de justicia social y un proyecto colectivo de nación.
Metáfora 360
La escuela es un jardín: necesita tierra fértil, agua constante y cuidado paciente. La familia es el primer jardinero, pero el Estado debe proveer herramientas y abono. Si falta alguno de estos elementos, el árbol del aprendizaje se seca antes de dar frutos. Solo con esta alianza se puede garantizar que los jóvenes completen la secundaria, adquieran habilidades para la vida y contribuyan al desarrollo sostenible del país. Somos un sistema, por eso: “Nosotros, la familia, somos la escuela.”



