Ciencias básicas. El advenimiento de la sociedad del conocimiento y su globalización, a escalas cada vez más globales, gracias al desarrollo de las tecnologías de la comunicación y la introducción de las técnicas digitales, ha provocado cambios sustanciales en la forma de enfrentar los sistemas educativos, en primer lugar, para en la educación general y, en segundo lugar, en la creación de aptitudes para los sistemas de empleo, cada vez más especializados y competitivos. Se requiere, por tanto, avanzar en el diseño e implementación de nuevas carreras, tanto a nivel de grado como de postgrado para avanzar en las fronteras del conocimiento, a partir de una formación general, personal e intelectual, tener un entrenamiento y formación altamente especializados en un campo profesional y sobre todo tener un entrenamiento intensivo en investigación que ofrezca una respuesta a las necesidades del mercado laboral, más allá de los intereses de cada individuo.
En el contexto de una perspectiva general, la educación dominicana enfrenta los retos de una sociedad inmersa en el entorno competitivo global, en la economía del conocimiento y la innovación educativa, donde se requieren de avances en las estructuras del sistema de educación superior, que sean implementados en programas que promuevan el conocimiento, la formación de recursos humanos avanzados y el incremento de capacidades en la investigación científica y tecnológica. La necesidad de transformar la formación de grado y postgrado de Ciencias Básicas en República Dominicana, como uno de los ejes principales de su Estrategia Nacional de Desarrollo 2030, es un imperativo en lo relacionado con la transformación de las prácticas pedagógicas, dentro de lo cual la calificación del profesorado es decisiva. La calidad de la formación en carreras orientadas a la investigación y la innovación en una IES depende de: (i) la cultura de investigación; (ii) la calidad del sistema educativo y de la IES; (iii) la disponibilidad de infraestructura para actividades de investigación; (iv) el acceso a fondos para el financiamiento de proyectos de investigación; y (v) la existencia de una masa crítica de Doctores en Ciencias, que puedan actuar como directores/supervisores de Tesis. Este último factor se considera como el factor decisivo en la Educación Superior.
En el centro del progreso científico de cualquier nación se encuentran las Ciencias Básicas (Matemática, Biología, Física y Química), aquellas disciplinas que no solo explican los fundamentos del universo, sino que también habilitan las transformaciones tecnológicas, sociales y económicas que definen el siglo XXI. Entre ellas, la Física y la Química ocupan un lugar central: son las lenguas con las que la humanidad ha aprendido a dialogar con la materia, la energía y la estructura íntima de la realidad. Promover las Ciencias Básicas no es solo una cuestión de utilidad práctica, sino también una apuesta cultural. Es reconocer que el conocimiento profundo de la naturaleza es parte del patrimonio intelectual de una nación. Es formar generaciones capaces de pensar críticamente, de investigar con rigor y de imaginar futuros posibles. En contextos como el Caribe y América Latina, donde los desafíos estructurales son complejos, fortalecer la Física y la Química es sembrar las bases de un desarrollo científico soberano, inclusivo y transformador.
La Física no es solo una ciencia abstracta; es el cimiento sobre el cual se construyen las tecnologías que mueven al mundo. Desde la generación de energía hasta las telecomunicaciones, desde la exploración espacial hasta la nanotecnología, cada avance técnico tiene raíces profundas en principios físicos. Invertir en educación e investigación en Física es apostar por la soberanía tecnológica, por la capacidad de diseñar soluciones propias y de formar ciudadanos capaces de comprender y transformar su entorno. La Química, por su parte, es la ciencia que permite transformar lo que existe en lo que necesitamos. Es clave en la producción de medicamentos, materiales, alimentos, combustibles y soluciones ambientales. Un país que domina la Química puede enfrentar con mayor autonomía los desafíos sanitarios, energéticos y ecológicos. Además, la Química conecta con industrias estratégicas, desde la farmacéutica hasta la agroindustria, y su desarrollo impulsa la innovación en múltiples sectores.
Ambas especialidades son decisivas para programas prioritarios que hoy acomete la República Dominicana, tales como el desarrollo de la industria de semiconductores y la exploración y explotación de tierras raras, por solo mencionar dos ejemplos.
Fuente: listindiario.com


