Alfabetización. Aprender a leer y escribir es mucho más que dominar un código. Es un proceso profundamente humano y social, donde las prácticas culturales, las costumbres y las formas de comunicación influyen en cómo comprendemos y utilizamos la lengua escrita. Desde esta perspectiva, la alfabetización se entiende como una construcción social, un camino que se recorre en comunidad y que dura toda la vida.
Un proceso que no termina en la escuela
La alfabetización no se limita a la infancia ni al espacio del aula. Es un proceso continuo y de por vida, que incluye desde la lectura y la escritura hasta el uso de los números, las competencias digitales y mediáticas, y el desarrollo de habilidades para la vida. En la actualidad, ser alfabetizado implica poder comunicarse de manera crítica y funcional en diversos entornos: en la escuela, el trabajo, el hogar y los espacios digitales.
El contexto da sentido al aprendizaje
Las prácticas de lectura y escritura están profundamente ligadas al contexto social e histórico en el que ocurren. Leer un cuento, escribir una carta o interpretar una noticia no significa lo mismo en todos los lugares ni en todas las épocas. A su vez, la alfabetización transforma la sociedad: cuando más personas acceden a la cultura escrita, se amplían las oportunidades de participación, pensamiento crítico y desarrollo colectivo.
Aprender con propósito y significado
En este enfoque, aprender a leer y escribir no se trata de repetir letras o memorizar palabras, sino de comprender para qué y por qué leemos y escribimos. Por eso, el aprendizaje cobra más sentido cuando se vincula con la vida cotidiana: escribir una receta, leer una señal de tránsito, enviar un mensaje o crear una historia. Estas prácticas permiten descubrir las funciones reales del lenguaje escrito y cómo este forma parte de nuestra identidad social.
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La importancia de la interacción
La alfabetización se fortalece en la interacción. En la escuela, los niños aprenden cuando conversan sobre textos, explican ideas, comparten opiniones o escriben juntos. El aula se convierte así en un espacio donde se construyen significados de manera colectiva, y donde cada voz aporta una mirada distinta al proceso de aprendizaje.
Partir de lo que el estudiante ya sabe
Otro aspecto clave es reconocer los saberes previos de cada estudiante. Los niños llegan a la escuela con ideas sobre lo que es leer y escribir: han visto carteles, escuchado cuentos o visto a sus familiares llenar formularios. Aprovechar ese conocimiento inicial permite conectar el nuevo aprendizaje con su realidad, generando mayor motivación y comprensión.
Estrategias prácticas para educadores
- Incorporar múltiples portadores de texto: cuentos, recetas, cartas, enciclopedias, anuncios o noticias, para mostrar la diversidad de usos del lenguaje escrito.
- Fomentar la comunicación oral y escrita: propiciar espacios donde los estudiantes narren, argumenten y escriban sobre temas que les interesen.
- Promover la producción de textos: escribir y revisar textos en grupo, reflexionando sobre su estructura y sentido.
- Conectar lo oral con lo escrito: fortalecer el vocabulario y la expresión oral como base para una mejor comprensión lectora y escritora.
Una alfabetización que transforma vidas
Entender la alfabetización como construcción social es reconocer que leer y escribir no son solo habilidades técnicas, sino formas de participar en el mundo. A través de ellas, los estudiantes descubren su voz, amplían su mirada sobre la realidad y se integran activamente en la sociedad. En definitiva, alfabetizar es abrir puertas al pensamiento, a la creatividad y al diálogo con los demás.

