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Eduardo Ortiz Vitriago, el maestro que encuentra vida en cada partitura

Eduardo Ortiz Vitriago. El gran concierto que clausuró la Residencia Orquestal 2025 fue el broche de oro para el relanzamiento de la Orquesta Sinfónica Juvenil Nacional. Más que un brillante espectáculo, el evento marcó la culminación de un proceso de formación intensivo liderado por el maestro venezolano Eduardo Ortiz Vitriago. En Plan LEA, tuvimos la oportunidad de conversar con él para conocer más a fondo su impecable trabajo y la visión que lo impulsa.

Formado en el reconocido Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, Ortiz Vitriago ha recorrido el mundo con la filosofía de que la música es un lenguaje social capaz de transformar realidades individuales y colectivas.

«la música es mucho más que una expresión artística: es una herramienta para sanar, construir comunidad y fomentar la ciudadanía».

Su más reciente visita a República Dominicana fue para dirigir una residencia artística con la Orquesta Sinfónica Juvenil Nacional, una iniciativa impulsada por la Fundación Filarmonía. Durante seis días intensivos, Ortiz Vitriago dirigió ensayos, impartió clases magistrales y se reunió con educadores y gestores culturales. El proceso culminó con un concierto memorable en la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito, donde los jóvenes músicos demostraron no solo una técnica impecable, sino también un profundo sentido de camaradería y entrega.

Maestro Eduardo Ortiz-Vitriago
Maestro Eduardo Ortiz-Vitriago

Para Ortiz Vitriago, el talento no es un privilegio exclusivo de unos pocos. «Creo en la capacidad de florecer cuando alguien te da la oportunidad», afirma. La residencia se enfocó en crear una atmósfera de respeto y trabajo riguroso, desafiando a cada joven a salir de su zona de confort. Las sesiones comenzaban con ejercicios de respiración y escucha atenta, promoviendo la cooperación entre todos los músicos. Su batuta no era un instrumento de imposición, sino una invitación al diálogo musical.

Durante la entrevista, Ortiz Vitriago estuvo acompañado por Luisa Jorge, directora del programa de formación orquestal y coral de la Fundación Filarmonía. Jorge ha sido una figura fundamental en la creación de espacios para la educación musical en el país. Ella destacó que la visita del maestro fue una oportunidad valiosa no solo para los estudiantes, sino también para los docentes locales, que pudieron nutrirse de su enfoque pedagógico.

«Creemos en una educación musical que no se limite al repertorio, sino que forme seres humanos comprometidos con su entorno. La música enseña disciplina, empatía y resiliencia», comentó Jorge. Ambos coinciden en que el trabajo orquestal debe estar al servicio de una visión de un país más inclusivo, donde la cultura no sea un lujo, sino un derecho.

Un tema recurrente en la conversación fue la urgente necesidad de que la educación artística se convierta en una política pública en República Dominicana. Con su vasta experiencia en orquestas juveniles de contextos vulnerables en América Latina, Ortiz Vitriago enfatizó la importancia de programas musicales que tengan continuidad, apoyo institucional y recursos sostenidos.

«No se trata solo de formar músicos, sino de formar seres humanos capaces de vivir en armonía, con sensibilidad y compromiso. Una orquesta bien gestionada es una metáfora de la sociedad que queremos construir», sostuvo. Jorge complementó esta visión, destacando la importancia de alianzas entre el Estado, las fundaciones y el sector privado para que niños, niñas y adolescentes, sin importar su origen, tengan acceso a una educación artística de calidad.

El concierto en el Teatro Nacional fue solo la culminación de un trabajo mucho más profundo. Lo más valioso ocurrió en los ensayos, donde los jóvenes aprendieron a escucharse mutuamente, a asumir su responsabilidad dentro del conjunto, a conectar con el director y a corregir sus errores sin temor.

Para Eduardo Ortiz Vitriago, cada nota bien ejecutada es un acto de esperanza:

«He visto cómo una partitura puede darle sentido a la vida de un niño que creció en un entorno de silencio emocional. He visto cómo una sinfonía puede convertirse en un espacio de refugio»

Visiblemente conmovido por el talento y el compromiso de los jóvenes dominicanos, Ortiz Vitriago concluye con una frase que resume su propósito: «La música no cambia el mundo, cambia a las personas que lo habitan. Y son esas personas, una vez transformadas, las que tienen el poder de cambiar el mundo».

Elizahenna Del Jesús
Elizahenna Del Jesús
Coordinadora Editorial en Plan LEA, Listín Diario, graduada Magna Cum Laude de la Licenciatura en Letras Puras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD)

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