Por: Emelinda Padilla Faneytt Dra. Ed.
Aulas móviles. Cada año escolar en la República Dominicana empieza con una pregunta incómoda: ¿habrá aulas suficientes para todos?
La respuesta de este 2025 ha sido familiar: módulos metálicos con paredes de PVC y
foam, bautizados como “aulas móviles”, que se instalan contrarreloj para recibir a
cientos de estudiantes. Pero detrás de esta solución rápida hay preguntas que no
podemos pasar por alto: ¿son seguras? ¿afectan el aprendizaje? ¿y qué nos dice su uso
repetido sobre la forma en que planificamos la educación? Este artículo explora la
evidencia internacional y las particularidades de nuestro clima para entender qué
significan, en realidad, estas aulas para el presente y el futuro escolar del país.
Con el inicio del año escolar 2025-2026 a la vuelta de la esquina, el Ministerio de
Educación ha anunciado la instalación de 577 aulas móviles para suplir la falta de
espacios escolares. De estas, 302 estarán listas en agosto y las restantes 275 entre
septiembre y octubre. La medida busca garantizar que ningún estudiante quede fuera,
incluso en un contexto donde se prevé un aumento de matrícula por la incorporación
progresiva de niños y niñas de tres y cuatro años.
Esta no es la primera vez que se recurre a este recurso. Las aulas móviles ya se habían
implementado antes de 2020 como solución “provisional” ante emergencias de
infraestructura. La pregunta es: ¿qué dicen las experiencias de otros países sobre este
tipo de espacios? ¿Qué implicaciones tienen para el aprendizaje y la salud de nuestros
estudiantes, especialmente en un país con clima cálido y expuesto a huracanes?
¿Qué son las aulas móviles?
En la práctica, son módulos prefabricados compuestos por estructuras metálicas,
paredes de PVC y foam como aislante térmico, instalados sobre pedestales y una base
plana. Su principal ventaja es que pueden montarse en pocas semanas, a menor costo
que una escuela convencional, lo que las convierte en una opción atractiva para
responder a emergencias o retrasos en la construcción.
Lecciones de la experiencia internacional
Investigaciones como la California Portable Classrooms Study, realizada en escuelas
estadounidenses que abarcan desde preescolar (Kindergarten) hasta el último año de
secundaria (grado 12), han encontrado problemas recurrentes en las aulas móviles:
Calidad del aire interior deficiente, con niveles elevados de dióxido de
carbono (CO₂) y presencia de compuestos orgánicos volátiles —como el
formaldehído— procedentes de materiales y acabados.
Control térmico insuficiente, que provoca temperaturas extremas en el interior.
Acústica inadecuada, lo que aumenta el ruido de fondo y dificulta la
concentración.
Otros estudios en Europa y Estados Unidos han demostrado que mejorar la ventilación
en las aulas disminuye el CO₂ y mejora el rendimiento cognitivo, mientras que
ambientes mal ventilados o muy ruidosos afectan la memoria, la atención y la
participación de los estudiantes.
Clima y riesgos locales
En la República Dominicana, el contexto añade retos adicionales:
- Altas temperaturas y humedad: Las olas de calor, frecuentes entre agosto y
octubre, pueden provocar cansancio, deshidratación y pérdida de capacidad de
concentración. Investigaciones internacionales señalan que los días más
calurosos reducen el aprendizaje acumulado y que el aire acondicionado solo
mitiga parcialmente este efecto. - Temporada ciclónica: Nuestras escuelas deben estar preparadas para vientos
extremos e inundaciones. Los módulos metálicos necesitan anclajes firmes,
materiales certificados y planes claros para su uso seguro. Sin estas
precauciones, no son aptos para funcionar como refugios en caso de huracán.
Impacto en el aprendizaje - El espacio escolar no es solo un contenedor físico: influye directamente en el bienestar y
el rendimiento académico. Una temperatura inadecuada, el ruido excesivo o la mala
calidad del aire pueden generar estrés, aumentar las ausencias y reducir la capacidad de
aprender. Cuando un aula no ofrece condiciones adecuadas, el esfuerzo de docentes y
estudiantes se ve limitado, por más que el currículo y la metodología sean de calidad.
Condiciones mínimas que debe cumplir un aula móvil
- Ventilación y calidad del aire
Ventilación cruzada o sistema mecánico que renueve el aire al menos 4 veces
por hora.
Extractores o ventiladores para evitar acumulación de calor y CO₂.
Materiales libres de emisiones peligrosas. - Control térmico
Aislamiento en techo y paredes.
Protección contra radiación solar directa.
Sistemas de enfriamiento en zonas de altas temperaturas. - Acústica
Revestimientos que reduzcan reverberación (eco prolongado).
Ubicación lejos de fuentes de ruido. - Seguridad estructural y climática
Anclajes firmes y resistentes a vientos fuertes.
Ubicación en zonas sin riesgo de inundación.
Certificación técnica de resistencia estructural. - Uso y mantenimiento
Plan de limpieza regular.
Inspecciones periódicas de la estructura y sistemas eléctricos.
Fecha de instalación y de sustitución por aula permanente.
Un aula móvil debe ser temporal. Pregunte siempre cuál es el plan para sustituirla y
qué estándares garantiza el Ministerio para su uso seguro.
Instalar aulas móviles puede ser una medida oportuna en un momento de emergencia,
pero no debe convertirse en el reflejo de una planificación deficiente. La educación de
calidad exige entornos seguros, frescos, bien ventilados y resistentes a nuestro clima.
Garantizarlo requiere algo más que rapidez: exige compromiso sostenido, seguimiento
técnico y transparencia en la ejecución de obras. Las familias, docentes y comunidades
tienen derecho a saber cuándo y cómo cada aula móvil será reemplazada por un espacio
definitivo.
Un aula móvil bien instalada puede ser un puente hacia el futuro; una mal planificada es
solo un atajo hacia más de lo mismo. La diferencia está en si decidimos usarla para
ganar tiempo… o si dejamos que nos robe el tiempo que nuestros estudiantes no pueden
darse el lujo de perder.


