Casa de Bastidas. En el corazón de la Ciudad Colonial, justo en la emblemática calle Las Damas y al lado de la Fortaleza Ozama, se levanta una de las edificaciones más representativas de la historia dominicana: la Casa de Bastidas. Construida en el año 1505, esta joya de la arquitectura colonial fue la residencia de Rodrigo de Bastidas, explorador español, fundador de importantes ciudades sudamericanas, y Alcalde honorario de Santo Domingo en 1512.
Con más de 3,000 metros cuadrados, la casa gira en torno a un amplio patio central y muestra una mezcla de estilos arquitectónicos del siglo XVI y del XVIII, destacando elementos mudéjares como arcos trilobulados y pasillos con columnas romanas, así como una fachada neoclásica que fue añadida posteriormente.
Durante siglos, este inmueble fue habitado por los descendientes de Bastidas, entre ellos su hijo, el primer obispo dominicano, y su nieto, alcalde de la Fortaleza Ozama. Más adelante, pasó a ser un cuartel militar, oficinas gubernamentales y extensión del Museo de las Casas Reales, antes de tomar su vocación educativa actual.
Casa de Bastidas: un espacio para el aprendizaje interactivo
En 2004, la Casa de Bastidas adquirió una nueva vida como el Museo Infantil Trampolín, una iniciativa que abrió sus puertas con la misión de acercar el conocimiento a los niños y niñas de manera lúdica, creativa y significativa. A través de nueve salas temáticas interactivas, el museo promueve valores humanos, sociales y ambientales, además de despertar el interés por la historia, la ciencia, la tecnología y el arte.
Sus visitantes pueden explorar desde los fundamentos del universo hasta conceptos de ciudadanía y cultura dominicana. También cuenta con teatro al aire libre, cine-teatro, talleres de reciclaje, pintura, cocina, títeres y teatro infantil, convirtiéndolo en un centro de estímulo integral para la niñez.
Valor patrimonial y educativo
Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1990, la Casa de Bastidas es un ejemplo de cómo los espacios históricos pueden renovarse y mantenerse vivos a través de propuestas educativas que dialogan con las nuevas generaciones.
Gracias a los procesos de restauración y adecuación respetuosa, la estructura conserva su esencia original y, al mismo tiempo, se convierte en una herramienta pedagógica que invita a valorar el legado cultural dominicano.
