Por Elizahenna Del Jesús
A sus más de cinco décadas de vida profesional, el escritor y educador Aquiles Julián podría limitarse a cosechar los frutos de su larga trayectoria en la literatura dominicana. Sin embargo, ha optado por otra misión: poner sus conocimientos al servicio de una transformación urgente, profunda y necesaria en la educación nacional. Lo hace a través de un proyecto gratuito impulsado desde el Ministerio de Cultura, cuyo objetivo no es solo enseñar a leer, sino enseñar a pensar.
“La raíz del problema está en que nunca se nos enseñó cómo se aprende”.
Con esta afirmación directa, Julián introduce el proyecto Aprendizaje acelerado, una metodología de entrenamiento en lectura eficiente, pensamiento crítico y estrategias cognitivas. Dirigido a adolescentes desde los 13 años y a adultos de todas las edades, busca dotar a los participantes de herramientas concretas para aprender mejor, leer con propósito y pensar con autonomía.
“Mi interés no es formar eruditos, sino ciudadanos capaces de navegar con sentido crítico en un mundo complejo”, afirma.
Una urgencia educativa
El diagnóstico del autor es contundente: en el sistema educativo dominicano se premia la memorización por encima de la comprensión. Aunque los estudiantes atraviesen todos los niveles formales, muchos egresan sin habilidades sólidas para interpretar, analizar o transformar la información que reciben.
“Juntar letras no es leer”, insiste. “La lectura real implica interpretar, contrastar y cuestionar”. Para él, esta debilidad ha generado generaciones de profesionales que, pese a sus títulos, no han desarrollado una cultura lectora ni hábitos de pensamiento autónomo.
Pensamiento crítico: leer como acto de defensa
Aprender a pensar es otro pilar del proyecto. En una era marcada por la sobreinformación y la desinformación, Julián subraya que la lectura crítica no es un lujo, sino una necesidad ciudadana.
“El que no piensa por sí mismo, piensa con ideas prestadas. Y eso lo vuelve vulnerable”, sentencia.

Su propuesta no busca imponer ideas, sino entrenar a las personas para detectar intenciones, reconocer sesgos y construir argumentos propios. Toda lectura, afirma, debe asumirse también como una forma de defensa ante la manipulación.
Comprensión estratégica, no lectura por velocidad
Aunque incluye técnicas de lectura veloz, Aprendizaje acelerado no promueve “leer por leer”. El enfoque está en leer con intención y eficiencia, adaptando el ritmo y la profundidad al tipo de contenido y al objetivo de quien lo consulta.
Entre las herramientas que se enseñan están la prelectura, el skimming, los mapas mentales, la visualización mental, la lectura reflexiva y métodos de validación de la comprensión. Todo esto se articula desde una base científica y con un enfoque eminentemente práctico.
“Un texto transformador no se lee corriendo. Se medita. Leer también puede ser un acto de construcción ética”, explica Julián.
Un método probado, al alcance de todos
El proyecto, que acumula más de 25 años de evolución, ha sido aplicado con éxito en universidades, instituciones públicas, bibliotecas y organizaciones sociales. Una de sus experiencias más significativas tuvo lugar en un programa de liderazgo juvenil, donde jóvenes en situación de vulnerabilidad lograron completar carreras universitarias gracias al impacto del entrenamiento.
Hoy, desde la Dirección General del Libro y la Lectura, Julián trabaja para masificar el modelo. Su objetivo es capacitar facilitadores que puedan replicarlo en escuelas, centros culturales y espacios comunitarios en todo el país.
Los talleres, completamente gratuitos, tienen una duración de 24 horas distribuidas en ocho sesiones. Están disponibles para instituciones educativas, bibliotecas, ministerios, medios de comunicación y organizaciones interesadas. Las solicitudes se canalizan a través del Viceministerio de Identidad Cultural y Ciudadanía, del cual depende la dirección que encabeza el proyecto.
Una apuesta nacional por la libertad
Detrás del método hay una convicción profundamente humana: la lectura transforma, y el pensamiento crítico libera. Por eso, Julián no se limita a escribir libros: quiere que la sociedad dominicana desarrolle las herramientas para apropiarse del conocimiento y usarlo para su propio crecimiento.
“Al final, lo que cuenta es lo que uno hizo por los demás”.



