Síguenos:

10 razones por las que debes apuntar a tu hijo a un grupo Scout

Scout. El movimiento huye de la formación académica teórica, por ello el énfasis recae en el ejemplo que ejerce el monitor o adulto más mayor sobre el más pequeño o menos experimentado.

El escultismo (que proviene de la palabra extraída del inglés scouting, y significa explorar) es un movimiento infantil y juvenil que busca educar a niños y jóvenes en valores y juegos al aire libre como método de enseñanza no formal. Actualmente está presente en 165 países y territorios y cuenta con aproximadamente 40.000.000 de miembros en todo el mundo, que a su vez están agrupados en distintas organizaciones.

El movimiento Scout nació como una manera de combatir la delincuencia en la Inglaterra de principios del siglo XX, mediante el desarrollo físico, espiritual y mental de los jóvenes.   

Esta corriente huye de la formación académica teórica al uso, por lo que el énfasis recae en el ejemplo que ejerce el monitor o adulto más mayor sobre el más pequeño o menos experimentado. Tanto las actividades lúdicas como la enseñanza de valores humanos se adaptan en función de la etapa evolutiva del niño o niña.

Así, los más pequeños, que comprenderán edades entre los cinco y los siete años formarán parte de la Camada, dónde serán castores y empezarán a aprender a convivir, compartir y jugar en equipo. Los niños y niñas de entre ocho y once años tienen como base de su sistema educativo el «lobatismo», inspirado en el Libro de las Tierras Vírgenes, de Rudyard Kipling, que posteriormente se adaptará convirtiéndose en el Libro de la Selva actual. Los críos se sentirán parte de una gran familia dónde el grande cuida del pequeño ejerciendo un papel de «hermano mayor».  A partir de los 11 años los jóvenes se agruparán en pequeños grupos de amigos, algo más parecido al concepto de pandilla.

Actualmente convivimos en un mundo cargado de incentivos dónde las ofertas de ocio se multiplican y los estímulos abundan. La tecnología se ha apoderado de la infancia y, hoy en día, parece más complicado que un niño o niña conozca las normas para jugar al béisbol o al baloncesto, que hacer la compra por internet.

Por ello, desde Ser Padres hemos seleccionado diez motivos por los que merece la pena profundizar en la educación no formal del pequeño / a y, en consecuencia, los beneficios que aporta a la infancia, estar apuntado y formar parte de un grupo Scout.

Contacto directo con la naturaleza

Cada vez es más complicado que la infancia de un crío tenga como protagonistas a los árboles, ríos, senderos y demás elementos relacionados con la naturaleza. En los Scout, el pequeño o pequeña aprenderá a ponerse al mismo nivel que su entorno, asimilando cómo cuidarlo y dejándolo siempre mejor de cómo se lo ha encontrado.

Trabajo en equipo

Trabajar en equipo es uno de los puntos fuertes del movimiento Scout. Desde los cuatro años los niños y niñas deberán ayudarse entre todos para lograr cumplir sus  objetivos, desde decorar el local de reunión hasta sacar un campamento adelante. Esto fomenta los espacios de encuentro, debate, relación y trabajo donde intercambiar experiencias, diseñar y elaborar propuestas de actuación, aprendiendo a escuchar y respetar las opiniones de los demás.

Desarrollo físico y mental

Acudir a los Scouts dará la oportunidad al niño/a de desarrollarse físicamente mediante campamentos, dónde aparte de jugar, deberá aprender a montar tiendas de campaña y construir un espacio agradable dónde pasar los días de convivencia. Además, podrá potenciar la parte intelectual mediante juegos y competencias. Todo esto ayudará a cultivar un buen espíritu crítico mediante reflexiones y vivencias. 

Mayor autonomía y superación de retos

La autonomía es uno de los valores que más se impulsan en el movimiento Scout. Desde bien entrada la infancia, los pequeños deberán aprender a recoger su espacio, ayudar en la cocina, fregar o  realizar caminatas. Esto puede parecer algo retador con un niño/a, sin embargo todos acaban logrando sus objetivos y convirtiéndose en personas autónomas y maduras que no precisan de la ayuda de los demás gracias a la seguridad lograda.

Inclusión en un grupo social diferente

Los niños/a que crecen en un entorno Scout cuentan con herramientas sociales más fuertes  pues desde bien pequeños han aprendido a desenvolverse con personas diferentes a las usuales, como el colegio o la familia. La mayoría termina fortaleciendo relaciones tras una infancia de acompañamiento y convivencia en  campamentos, acampadas, actividades voluntarias y de ocio cómo el cine, teatro o el museo.

Austeridad

La austeridad no tiene que ver con la racanería. Ser austero ayudará a los pequeños a moderarse en el consumo y el uso de artículos que no son estrictamente necesarios para vivir. Vivir con lo que uno necesita en la cultura del “usar y tirar” es un buen punto para comenzar a cambiar hábitos tóxicos desde la educación no formal. Ser austero fomentará la  generosidad y el desprendimiento del crío/a enseñándole que a veces menos es más.

Compromiso social

El movimiento Scout tiene por bandera dos normas importantes: dejar el mundo mejor de cómo lo encontraste y realizar cada día una buena acción. Enseñar desde pequeños a los próximos ciudadanos del mundo cómo se debe actuar para vivir en sociedad es imprescindible para conseguir que sean adultos  responsables y comprometidos con el mundo en el que viven.

Abnegación

Asociarse a un grupo Scout implica fomentar y fortalecer virtudes que acompañarán al niño/a a lo largo de su vida. La abnegación es un tipo de virtud moral que consiste en el sacrificio espontáneo o por medio de la voluntad de los propios intereses, deseos e incluso de la misma vida en favor de otros o de todos. Es una forma de altruismo que crea cohesión social.

Recuerdos de una infancia feliz

Cualquier asociado a un grupo Scout recuerda su infancia como si de una película de vaqueros se tratase. Regalar a un niño / a la oportunidad de compartir vivencias fuera de su seno familiar, abrirle la puerta a otros mundos, experiencias y rutinas, sólo ayudará a crear recuerdos inolvidables y coger con ganas la edad adulta tras años de diversión y aprendizajes.

Por un mundo mejor

Tras el Covid-19y los diferentes acontecimientos importantes que ha sufrido el planeta y por lo tanto la humanidad, es importante hacer vista atrás y coger con autocrítica los motivos por los cuales el mundo está cambiando de manera desenfrenada.  Los pequeños son el futuro del planeta, si no educamos personas comprometidas y socialmente responsables con el entorno y el mundo que les rodea las consecuencias y el  individualismo pueden llegar a extremos no deseados.

Fuente: https://www.serpadres.es/

Elizahenna Del Jesús
Elizahenna Del Jesús
Coordinadora Editorial en Plan LEA, Listín Diario, graduada Magna Cum Laude de la Licenciatura en Letras Puras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD)

Últimas noticias: