Disciplinar a un hijo. La Academia Americana de Pediatría (AAP) brinda una guía detallada para promover prácticas positivas de disciplina que favorezcan el autocontrol de los niños y su desarrollo integral. En lugar de centrarse en el castigo, la AAP destaca la importancia de enseñar conductas adecuadas, subrayando que el objetivo es fomentar el buen comportamiento a través de métodos constructivos.
Entre las recomendaciones más importantes, se incluyen:
Enseñar con ejemplos claros: Es esencial que los padres muestren y expliquen la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto mediante acciones calmadas y explicaciones claras, sirviendo como modelos de conducta.
Establecer límites firmes: Los niños deben tener reglas claras y consistentes que puedan comprender y seguir. Estas reglas deben explicarse de manera adecuada para su edad, proporcionando un marco seguro y predecible.
Establecer consecuencias: Es crucial comunicar de forma calmada pero firme las consecuencias de un comportamiento inapropiado, aplicándolas inmediatamente para que el niño asocie su acción con la respuesta correspondiente.
Escuchar con atención: Es importante dar espacio al niño para que exprese sus sentimientos o puntos de vista antes de intervenir. Esto no solo valida sus emociones, sino que también fortalece su capacidad para resolver conflictos de manera autónoma.
Prestar atención al comportamiento positivo: Fomentar los buenos hábitos y reforzarlos mediante reconocimiento es vital para que el niño se sienta motivado a repetir esas conductas. La atención activa hacia el comportamiento adecuado ayuda a guiar al niño hacia la dirección correcta.
Elogiar los logros: Reconocer y celebrar los aciertos y esfuerzos de los niños refuerza su autoestima y los motiva a seguir mejorando.
Ignorar el mal comportamiento cuando sea necesario: En algunos casos, hacer caso omiso de ciertos comportamientos inapropiados puede ser una estrategia eficaz para evitar que se repitan, especialmente si no representan una amenaza inmediata.
Preparación ante situaciones desafiantes: Los padres deben anticipar posibles dificultades y preparar al niño para afrontarlas de manera positiva, ayudándolo a manejar frustraciones de forma saludable.
Reorientar cuando sea necesario: Si el niño se comporta mal por aburrimiento o falta de estímulos, ofrecerle una actividad alternativa puede redirigir su atención y energía de manera más constructiva.
Pausas obligadas: Si un niño no cumple con las reglas, una breve interrupción de la situación puede ayudarle a reflexionar y calmarse antes de reanudar la actividad.
La AAP también destaca los peligros del castigo físico y verbal, advirtiendo que estas prácticas son ineficaces y pueden tener efectos dañinos a largo plazo en la salud mental y física del niño. Las razones incluyen:
El castigo físico no enseña autocontrol: Más que fomentar la responsabilidad, el castigo físico aumenta la agresividad y puede generar una espiral de ira y resentimiento.
Las consecuencias del castigo físico son duraderas: Este tipo de disciplina puede tener efectos negativos en el cerebro del niño, alterando su desarrollo neurológico y causando daño físico que perdura en el tiempo.
El abuso verbal también es perjudicial: Gritar o utilizar un lenguaje hiriente no solo daña emocionalmente al niño, sino que también puede derivar en problemas de comportamiento y afectar su bienestar mental.
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Fuente: https://www.msn.com/


