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Asignaturas que se fueron

Por: Dra. Ed. Emelinda Padilla Faneytt

Hace poco leí que el Ministerio de Educación ha decidido reintroducir la asignatura de Moral y Cívica en el currículo escolar. La noticia me conmovió. No tanto por lo que trae, sino por lo que me hizo recordar. Volví, como madre y como educadora, a pensar en todas esas materias que formaron parte de mi educación —y de la de tantas generaciones— y que hoy han desaparecido silenciosamente de nuestras aulas. Asignaturas que no eran solo contenido, sino herramientas prácticas, brújulas éticas, espacios de identidad.

En la escuela donde estudié, allá por los años 80, teníamos clases de Geografía Dominicana. Era una materia sencilla, pero llena de sentido. Aprendíamos no solo los nombres de ríos y provincias, sino a ubicar nuestro cuerpo en el mapa del país, a sentir que habitábamos una tierra con historia y belleza. Conocíamos nuestras cordilleras, nuestras costumbres, los símbolos patrios, y eso nos daba una raíz. Hoy esa materia ha desaparecido como asignatura independiente, diluida dentro de Ciencias Sociales. En esa ¨integración”, temo que también se haya desvanecido la posibilidad de construir un amor genuino por lo propio.

Recuerdo también las clases de Mecanografía. En ese tiempo, el teclado era de máquina de escribir, no de computadora, pero la lógica era la misma: precisión, concentración, ritmo. Era una asignatura que exigía disciplina, pero también nos preparaba para el mundo del trabajo. Las competencias que desarrollábamos eran útiles y transferibles. Hoy que vivimos en un mundo digital, no deja de parecerme una paradoja que los estudiantes escriban más que nunca, pero con menos formación técnica sobre cómo hacerlo con eficiencia.

Otra que echo de menos es Educación para el Hogar. Una asignatura que muchos tachaban de “materia para niñas”, pero que en realidad ofrecía herramientas básicas para la vida: cocinar, coser, cuidar una planta, administrar el tiempo, planificar un presupuesto. Me pregunto si acaso no sería esta una de las competencias fundamentales para construir autonomía personal. Al eliminarla, dejamos un vacío que no ha sido llenado por ninguna otra materia. Nuestros estudiantes hoy, aunque pueden hacer una presentación en PowerPoint, muchas veces no saben hervir un huevo o planchar una camisa.

En los años 90, comenzaron a desaparecer estas materias. En nombre de la modernización del currículo, se priorizó lo académico, lo medible, lo internacionalmente comparable. Se introdujeron competencias globales, estándares y evaluaciones de gran escala. Sin embargo, se nos olvidó que la escuela no solo educa para aprobar pruebas, sino para la vida. En ese afán por volvernos “competitivos”, dejamos de lado lo cotidiano, lo cultural, lo práctico.

La Orientación Escolar también vivió su propia transformación. Antes existía como asignatura con contenido estructurado, centrada en el desarrollo personal, la toma de decisiones, el manejo de emociones, la convivencia. Hoy, en muchos centros, se ha reducido a charlas ocasionales o a funciones administrativas. Y lo cierto es que, en un mundo donde aumentan la ansiedad, el acoso y la violencia, necesitamos más que nunca formar a los estudiantes en habilidades socioemocionales.

Ni hablar de Educación Ambiental, que, aunque aparece en muchos planes, rara vez se traduce en experiencias significativas. En los años 70 y 80, existían incluso clubes escolares que salían a sembrar árboles o a limpiar ríos. Hoy, la crisis climática avanza, pero la conciencia ecológica no siempre encuentra espacio en el aula.

Y podríamos seguir: Dibujo Técnico, Corte y Confección, Agricultura Escolar, Formación Estética, Música, Teatro… Todas esas asignaturas que aportaban al desarrollo integral, a la creatividad, a la conexión con lo real. Algunas fueron suprimidas por falta de personal, otras porque “no daban puntos en las pruebas nacionales”, otras porque no cabían en una jornada cada vez más apretada.

Paradójicamente, muchas de estas materias que hoy extrañamos podrían tener cabida —y mucho sentido— dentro de los espacios de la Jornada Escolar Extendida. Según diversos reportes, estudios y testimonios de docentes y familias, en muchos centros educativos ese tiempo adicional no está siendo aprovechado con la profundidad ni la intención pedagógica que se esperaba. ¿Y si recuperamos estas asignaturas como talleres creativos, prácticos y formativos durante esas horas? ¿Y si convertimos ese tiempo en una verdadera apuesta por el desarrollo integral?

Como ciudadana y madre, me preocupa que estemos formando estudiantes con mucha información, pero pocas herramientas para la vida. Como docente, me duele ver que se han ido estrechando las posibilidades de enseñar desde lo humano, lo sensible, lo práctico.

No es un llamado nostálgico. No quiero que volvamos atrás, sino que avancemos con memoria. Que el regreso de Moral y Cívica nos sirva de excusa para revisar el currículo con ojos nuevos. Para preguntarnos qué tipo de personas estamos formando y qué estamos dejando fuera. Porque tal vez las materias que desaparecieron eran las que sostenían, calladamente, el alma de la escuela.

Elizahenna Del Jesús
Elizahenna Del Jesús
Coordinadora Editorial en Plan LEA, Listín Diario, graduada Magna Cum Laude de la Licenciatura en Letras Puras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD)

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