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Claves para la felicidad

Por Julio Leonardo Valeirón

Ante el mundo que vivimos cargado de “tantas cosas”, unas buscadas y otras que nos llegan sin buscarlas, el tema de la felicidad se hace recurrente. Hay quienes “pagan” por ser felices. A otros, por supuesto, les importa un comino, según dicen ellos mismos. Desde la antigua Grecia y aún más antiguos Vedas, andamos en su búsqueda.

Esto último de andar detrás de ella, es medio complicado, pues presupone que en algún lugar la felicidad se encuentra y en espera de que la encontremos. La tristeza, por contraposición, mientras tanto, embarga la vida de millones de personas que, sin razones personales, pierden la vida por intereses mezquinos de otros.

Es la contradicción en que vivimos. Mientras unos buscan la vida, otros se dan por encargo, negarla. Millones de personas de todas las edades y condiciones ven terminadas sus vidas y las de otros, por razones que ni siquiera comparten y mucho menos, comprenden, necesariamente. Los medios están llenos de sangre, diariamente.

Sin embargo y a pesar de ello, siempre aparece la cuestión de su búsqueda. Hay una película británica titulada Héctor, en busca de la felicidad del año 2014 y actuada, entre otros, por Simon Pegg, Rosamund Pike, Toni Collette, Jean Reno, incluso, Christopher Plummer, que nos trae el tema con cierta jocosidad.

Héctor es un psiquiatra exitoso, se diría, con una vida muy “arreglada y organizada” por su pareja, Clara, que de pronto la rutina de su vida como las consecuencias de los asuntos que le llegan a la consulta a través de sus pacientes, lo colocan ante la pregunta: ¿Soy feliz? Lo que lo lleva a un viaje en busca de la felicidad.

Por supuesto, no vaya usted a buscar una obra de arte al estilo de Ingmar Bergman conduciéndonos por las profundidades del alma buscando la felicidad. No se trata de eso. Como tal, fue una película muy pobremente evaluada por muchos críticos, aunque en ocasiones se convierten, por contraposición, en “interesantes de ver”, por la misma razón.

En su peripecia “buscando la felicidad”, Héctor, va tomando notas de situaciones que le llevan a pensar en cuestiones sobre el tema, como:

• A veces perderse es la mejor forma de encontrarse.

• El miedo es un impedimento para la felicidad.

• Evitar la infelicidad… no da la felicidad.

• Escuchar es amar.

• Buscar la felicidad es una cosa, pero no podemos convertirla en una meta.

• Más importante que lo que buscamos es lo que evitamos.

• La mente puede doler tanto como el cuerpo.

• La gente que tiene miedo a la muerte tiene miedo a la vida.

• Deberíamos centrarnos no tanto en la búsqueda de la felicidad como en la felicidad de buscarla.

• Cuanto más nos centramos en nuestra propia felicidad es cuando más se aleja.

Por supuesto, no asumo estas cuestiones como claves para la felicidad, aunque algunas de ellas pueden generar reflexiones interesantes acerca de la misma. La felicidad, como muchas otras cosas de la vida, es efímera, y lo puede ser tanto, como un soplo del viento.

Martin Seligman señala tres maneras en que se manifiesta la felicidad: como placer, como alcance o logro de propósitos o como la satisfacción con la vida. Esta última, según él, y a diferencia de las anteriores es más duradera, sin que ello suponga, por supuesto, desdeñar de ellas.

En el fondo de todo esto está la situación, tengámoslo presente, cuando colocamos el motivo de la felicidad en cuestiones externas a nosotros mismos, sin restarle importancia a ellas, como la familia, los éxitos alcanzados, etc., siempre estaremos expuestos a lo efímero, a lo que podemos perder en un “abrir y cerrar de ojos”.

Disfrutemos de lo efímero, gocemos nuestros logros y éxitos, pero, sobre todo, recuperemos todo aquello que nos permite sentir satisfacción con la vida que hemos vivido, con lo que hoy hacemos y que mañana recuperaremos como importante y, además, con los proyectos futuros que podrán darnos satisfacciones nuevas y plenas.

Vivir la vida con sentido promoviendo actitudes y comportamientos que nos expanden a ser mejores personas, solidarias, compasivas, agradecidas y productivas en el sentido pleno de ello; con la capacidad de perdonar y perdonarnos, 70 veces 7 si es preciso. Pero, sobre todo, con un corazón que aprende a sanar sus heridas como las de los demás.

El autor es profesor titular y pleno de INTEC.

Elizahenna Del Jesús
Elizahenna Del Jesús
Elizahenna Del Jesús, graduada Magna Cum Laude de la Licenciatura en Letras Puras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD)

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