Si tienes hijos, lo normal es que quieras darles lo mejor y ser un ejemplo para ellos. Sin embargo, algunas de las cosas que los padres hacen pueden tener el efecto contrario al deseado y muchas veces ni siquiera son conscientes. Si quieres saber de qué hábitos hablamos y quieres ver si puedes corregirlos.
Sentirte como un fracaso
Los padres suelen exigirse mucho a sí mismos, pero esta mentalidad es contraproducente. Ver los pequeños pasos en falso como una oportunidad para crecer y aprender no solo será beneficioso para ti, sino que también ayudará a que tus hijos vean que no hay nada de malo en cometer errores, lo que les hará más resilientes de cara al futuro.
Hacerlo todo por ellos
Una cosa es querer darles una buena vida a nuestros hijos y otra es hacerlo absolutamente todo por ellos. Si quieres que el tuyo se convierta en un adulto independiente, tienes que aprender a dejarle espacio para que haga cosas por sí mismo. Además, demostrarle que crees en sus capacidades reforzará su autoestima.
Pelear por nimiedades
Como padre, no puedes (ni debes) ganar todas las peleas. Si tu hijo quiere salir sin conjuntar de casa, deja que lo haga. No merece la pena pelearse por algo así.
Dejar que tu relación sentimental pase a un segundo plano
La crianza de los hijos resta mucho tiempo a otras cosas, pero si tienes pareja, intenta no olvidarte de ella. Aprovechad los ratos libres para hacer cosas juntos y nutrir vuestra relación.
Negarte a darles responsabilidades
Muchos niños tienen el lujo de vivir una vida sin preocupaciones, pero esto puede hacer que se conviertan en adultos irresponsables. Si les asignas tareas conformes a su edad, aprenderán a ayudar en casa y ganarán habilidades que les serán de gran utilidad cuando crezcan.
Abusar de la tecnología
¿Cuándo fue la última vez que dejaste a un lado el celular para pasar tiempo a solas con tu hijo? Aunque la tecnología ahora esté profundamente arraigada en nuestras vidas, es importante saber desconectar para estar con la familia.
Intentar estar constantemente con ellos
Los padres que no pueden pasar todo el tiempo que querrían con sus hijos acaban sintiéndose culpables, por lo que siempre que tienen tiempo libre quieren dedicárselo a ellos. Sin embargo, esto puede no ser del todo saludable. Aunque está muy bien querer pasar tiempo en familia, también es bueno para los niños jugar a solas o con sus hermanos. Todos necesitamos estar con nosotros mismos de vez en cuando.
Mimarlos en exceso
Sin darse cuenta, muchos padres acaban comprándoles un montón de cosas a sus hijos. Los objetos materiales están bien, pero no ofrecen una felicidad duradera. Enseña a tus hijos a ser feliz con lo que tienen para evitar que se vuelvan superficiales.
No enseñarles a estar agradecidos
¿Tus hijos conocen el significado de la gratitud? Asegúrate de que sus palabras no estén vacías. Sentirse agradecido hace que los niños sean conscientes de lo que les rodea y evita que se vuelvan caprichosos.
Dejar tus necesidades a un lado
Muchas veces, los padres anteponen las necesidades de los demás a las suyas propias. Esto puede volverse agotador a nivel físico y emocional y generar frustración, irritabilidad y agotamiento. Asegúrate de reservar tiempo para estar contigo mismo y hacer las cosas que te gustan.
Obligarlos a comer
Es normal querer que tu hijo coma bien, pero obligarlo a comer aquello que no le gusta no hará que sus preferencias cambien. En lugar de forzarlo a comer esas judías que tanto asco le dan, haz que pruebe nuevos sabores y texturas sin que se sienta obligado.
Ir con prisa a todas partes
Si siempre estás corriendo de un lado a otro con tus hijos, quizá sea momento de pararte a pensar en el porqué. A menudo, la razón suele ser un horario demasiado apretado. Si este es vuestro caso, haríais bien en mejorar vuestra capacidad organizativa.
Gastar demasiado dinero en ellos
En muchas ocasiones, los padres sienten la presión de estar a la última en ropa, juguetes y tecnología, pero esto puede acabar afectando a la economía familiar. Además, darle a los niños todo lo que piden hará que estos no se esfuercen por conseguir las cosas y que no entiendan el placer de obtener algo por sus propios medios. En lugar de comprarles el juguete de moda, enséñales a seguir un plan de ahorro e dales un presupuesto cuando vayáis de compras.
Ignorar los malos comportamientos
Cuando los niños tienen rabietas o se pelean con sus hermanos, muchos padres caen en la tentación de no hacer nada y de tratarlo como si fuese algo pasajero. Es importante hacerles ver que ciertos comportamientos son inaceptables. ¡De cada situación se puede aprender algo!
Intentar ser como los otros padres
Es inevitable que nos comparemos con los demás, pero es un comportamiento muy dañino que puede acabar dando lugar a actitudes moralistas. En lugar de fijarte en los demás, céntrate en descubrir quién eres tú como padre.
Evitar las conversaciones importantes
Hay ciertos temas que los padres suelen querer evitar, como el consentimiento y la vida amorosa de sus hijos. Muchos se sienten nerviosos y creen que no es el momento de hablar esas cosas, pero es mucho mejor ser proactivo y abordar las cuestiones importantes a tiempo y con frecuencia.
Delegar en la tecnología
Por muy tentador que sea dejar que los niños se entretengan con las tabletas o los videojuegos para tener un momento de tranquilidad, hay que saber poner unos límites y planear otras actividades que los mantengan alejados de las pantallas.
No enseñarles a moverse por la calle
Esto no solo consiste en enseñar a los niños a mirar a ambos lados antes de cruzar la carretera. Es importante que también sepan moverse con seguridad si montan en bicicleta, van al centro comercial o salen con amigos. Asimismo, hay que asegurarse de que conozcan bien el entorno y que sepan cómo reaccionar si un extraño se acerca a ellos.
No ser constante con la disciplina
Las incoherencias y la falta de disciplina no ayudan a que los niños aprendan las valiosas lecciones que les estás intentando enseñar. ¡Hay que predicar con el ejemplo!
Dejar que se junte con malas compañías
Asegúrate de que tu hijo conozca la diferencia entre una amistad saludable y una falsa o tóxica. Cuanto antes lo aprenda, más fácil le será juntarse con las personas adecuadas.
Pagar tu frustración con ellos
Ser padre puede ser muy frustrante, pero la solución no pasa por enfadarse con los hijos. Deja de gritar y busca una forma más eficiente de comunicarte con ellos. Solo cuando lo hagas empezarán a escucharte.
Obligarlos a ser amigos de otros niños
Ayudar a tus hijos a trabar amistad con otros niños está bien, pero obligarlos a llevarse con gente con la que no conectan solo hará que se frustren. Deja que sea tu hijo el que te haga ver quién le cae bien y con quién le apetece pasar su tiempo.
Intentar tener el hijo perfecto
Cuanto antes lo asumas, mejor: ningún niño es perfecto (y no pasa nada). Esperar la perfección de parte de tus hijos solo acabará dañando su autoestima. Además, puede afectar a su rendimiento en clase y en la vida.
Dejar que los pequeños momentos pasen inadvertidos
Intenta reducir la marcha y apreciar los pequeños momentos con tus hijos. Recuerda que no necesitas gastar mucho dinero para crear nuevos recuerdos con tu familia. A veces, los más mágicos surgen de las situaciones cotidianas.
Pasarte con los halagos
Todos los padres creen que sus hijos son los mejores y quieren que estos lo sepan, pero halagarlos constantemente puede hacer que se vuelvan narcisistas. Céntrate en felicitarlos de una forma sana y productiva. Por ejemplo, elogiarlos por su trabajo (algo que pueden controlar) es mucho más efectivo que hacerlo por su talento (el cual está fuera de su control).
Comportarte como si fallar fuese algo malo
Muchos padres hacen cualquier cosa con tal de que sus hijos no fallen, como hacer sus deberes por ellos. Sin embargo, es muy sano para los niños experimentar las consecuencias naturales de sus actos, decisiones y pasividad. Esto les enseñará a ser responsables.
Apuntarlos a demasiadas actividades
Todos queremos que nuestros hijos aprendan cosas nuevas, pero mantenerlos ocupados todo el tiempo tampoco es bueno. Los niños necesitan ser libres para poder ser precisamente eso: ¡niños!