La historia de este docente, hoy jubilado, saltó a la fama cuando The National Post publicó un artículo sobre su peculiar tarea. El 30 de agosto llega a los cines españoles de la mano de una guionista valenciana
«Educamos a los hijos para que sean buenos y piensan que todo el mundo es así, hasta que descubren que no y surge el problema»
La vida de Bruce Farrer salta a las pantallas de los cines en España de la mano de una guionista valenciana Madrid
Bruce Farrer es un profesor canadiense que comenzó a dar clases de historia e inglés a adolescentes en 1961, con tan sólo 19 años. Desde entonces, su metodología de trabajo se basó en la dedicación, la constancia y el compromiso con sus alumnos.
Farrer, hoy jubilado, saltó a la fama cuando The National Post publicó un artículo sobre la peculiar tarea que, desde mediados de los años 70, imponía a sus alumnos de 14 años. Pidió a sus pupilos escribir, de puño y letra, una carta de diez páginas sobre cómo imaginaban sus vidas en veinte años. Promoción a promoción, durante 47 años, él mismo guardó todas esas cartas (unas mil) y, veinte años después, las envió de vuelta a cada estudiante por correo postal.
La directora y guionista valenciana Esther Morente quedó prendada de esta iniciativa nada más conocerla y, sin dudarlo, se puso manos a la obra para estrenar un documental en los cines españoles el próximo 30 de agosto de la mano de Vértice 360: ‘El método Farrer’.Noticias Relacionadas
¿Por qué es merecedor un profesor de este documental?
¿Y por qué no? ¿Qué forma tienen si no las pequeñas historias de ser vistas? Hay gente alrededor del mundo que hace cosas increíbles, que dejan huella en su entorno…, pero caen en el olvido. Darles su protagonismo es una especie de justicia social que, como creadora, me veo en la obligación de hacer. Necesitamos historias luminosas e inspiradoras que nos recuerden que, si lo decidimos, el ser humano puede ser maravilloso. Depende de nosotros crear una sociedad más consciente y amorosa.
¿Cuál fue su verdadero éxito?
El logro de esta tarea ha sido perpetuarla en las aulas durante 47 años y enviar esas mil cartas. Como él mismo dice, ha requerido de un trabajo de detective. Muchos de los estudiantes se mudaron, y encontrar sus direcciones veinte años después fue una auténtica proeza. De hecho, en el documental somos testigos del envío de la última carta y de todas las ‘hazañas’ que Bruce tuvo que hacer para encontrar el paradero de Brittany Edwards, la alumna en cuestión. Con el paso de los años, esta sencilla labor ha cobrado otra dimensión. Se ha convertido en algo ‘épico y futurista’, tal y como dicen los colegas de Bruce.
¿De qué manera se pone en valor el niño que todos llevamos dentro? ¿Cómo influyen este tipo de iniciativas como adultos?
¡Es la voz de tu niño la que te habla! ¡Es uno de los regalos más preciados que podemos tener! Tienes la oportunidad de reencontrarte con tu ‘yo adolescente’ simplemente abriendo el buzón y cogiendo esa carta. A no ser que recurramos a diarios, vídeos grabados (que en la época escaseaban) o algunas fotografías. ¿Cómo podemos encarnar a quién un día fuimos? Aunque no hayamos tenido a ese profesor (por desgracia), al ver el documental nos convertimos en esos estudiantes. Sus cartas son las nuestras. Por lo que ese reencuentro te invita a la reflexión. A quién fuiste y a quién eres. A lo que soñaste y lo que sueñas. A la vida que querías y la que tienes. De esta forma, el impacto está asegurado. En todos.
¿Qué tipo de emociones produce recordar la infancia?
Esas cartas son una auténtica revolución y crean un torbellino de emociones. A veces, recuerdan heridas profundas y leerlas es un verdadero acto de valentía. Compartirlas con nosotros en el documental es ya una heroicidad. Los alumnos se desnudan y nos muestran esa intimidad tan frágil. Al leerla, todos coinciden en que si pudieran darle algún consejo a ese adolescente les dirían: ‘no te preocupes, todo irá bien’. También insisten en que hay que escucharse, ser fiel a uno mismo, amarse y dar amor. Hay otras cartas donde los sueños se cumplieron tal y como los escribieron. Y es mágico ser testigo de ello. Hay anécdotas, curiosidades, expresiones que hacen que se rían a carcajadas. Algunas cartas sirven de empuje para lidiar con enfermedades. Otras, sin embargo, provocan frustración. También hay crudeza al recordar a personas que ya no están. Pero, lo más desgarrador, son las cartas que reciben aquellas familias de su hijo o hija fallecida. Esas cartas se convierten en algo muy valioso. Una oportunidad para volver a reconectar y recordar a quien ya no está.
Es normal soñar de niños con una vida idealizada para cuando seamos adultos. ¿Qué incidencia puede provocar la frustración de leer aquellas ilusiones con las que soñábamos si no se han cumplido?
De niños, soñamos a lo grande. Y, cuando no se cumple, puede provocar frustración, sí. Pero depende de la visión personal de cada uno. Para algunos, seguir el plan de ruta de su adolescente sería un fracaso. Ya no somos los mismos; la adolescencia es una etapa muy vulnerable, a veces muy egoísta y desconectada del corazón. El método Farrer no te invita a seguir los sueños de adolescente, eso sería una lectura muy superficial. Hay que ir más allá. Esta historia es existencialista. En ella se plantean las grandes preguntas de la humanidad como: ‘¿Quiénes somos?’. La identidad, la memoria y el paso en el tiempo son los grandes hitos del discurso. Lo único que te invita ‘El método Farrer’ es a volver a casa. A cambiar el foco y mirar hacia dentro y, como resultado, a tomar unas decisiones más conscientes. Y estas pueden ser las mismas con las que soñaste de adolescente. O no.
¿Cuál es el verdadero sentido educativo?
Revertimos los roles. El alumno se convierte en el profesor. Él mismo se da los aprendizajes que, en este caso, son, ni más ni menos, que lecciones de vida. Además, esta tarea, tal y como dice Bruce, lleva implícita más valores. Como por ejemplo el compromiso, el valor de la palabra. Cuando alguien se compromete a hacer algo, tiene que hacerlo. Sí o sí. No hay más opción. También, como profesor, Bruce plantea tareas que van más allá de las aulas. Tareas auténticas y genuinas. Y eso es un regalo para el alumnado.
¿Debería practicarse en todos los colegios?
El método Farrer es un ‘deber’ para todos, pero en especial para los profesores. Al ver el documental muchos de ellos me han dicho que van a plantear la tarea en sus colegios. Otros me han confesado que van a implantarla en sus aulas. De forma distinta, ya sea entregando estas cartas a final de curso o bien escribiendo cartas digitales que los estudiantes abrirán veinte años más tarde. Estoy segura de que muchos colegios se sumarán a esta iniciativa y seremos testigos de cómo ‘El método Farrer’ viaja de Canadá a España.
Fuente: https://www.abc.es/