Rocio Regalado
La Real Academia Española define “urbanidad” como cortesía, comedimiento, atención y buen modo. Esta definición sintetiza en cuatro palabras la esencia de lo que nos permite convivir armoniosamente con los demás. La urbanidad, derivada del latín urbanitas, se refiere a un conjunto de normas de comportamiento que deben cumplirse y acatarse de forma generalizada para mejorar nuestras relaciones sociales.
Recordar la palabra urbanidad no tiene por qué evocar viejos y rígidos manuales de buenas maneras, donde se imponían estrictas normas de comportamiento que hoy podrían parecer inadecuadas. En una época donde la tecnología nos absorbe, pareciera que hemos olvidado algunos modales humanos, comportándonos más como robots. Esta rigidez en la educación ha generado una percepción negativa en torno al concepto de urbanidad.
Todas las sociedades tienen normas de comportamiento, a menudo no escritas, que sin ellas nos convertirían en un grupo de seres incivilizados. Aunque estas reglas pueden variar en estrictitud, son esenciales para la convivencia.
Hoy en día, la urbanidad es una cuestión de prudencia y de sentido común, un valor que parece haber desaparecido en algunos aspectos debido a la falta de valores. Los buenos modales son reglas sencillas que todos pueden conocer y aplicar. Es común saber que es mejor caminar por la derecha, que se deben pedir las cosas por favor, y que hay que dar las gracias. Estas pequeñas acciones hacen nuestra vida más agradable, cordial y pacífica. Sin embargo, no basta con conocer estas reglas; es necesario ponerlas en práctica. A diario, en cualquier situación, se puede ser cortés. No debemos desaprovechar ninguna ocasión para ser educados, ya que esto no solo refuerza lo que hemos aprendido, sino que también sirve de ejemplo para quienes nos rodean.
Como bien se dice, la educación aumenta la confianza, y como afirmó Nelson Mandela, la educación es el arma más poderosa que podemos usar para cambiar el mundo. Gozar de buen tacto social es fundamental, especialmente en un mundo donde a menudo se confunde el poder adquisitivo o la fama con el verdadero valor de la persona.
Valores como el respeto, la solidaridad, la empatía, la honestidad y la lealtad parecen haberse perdido, pero comprender el tacto social puede ayudarnos en diversas situaciones, desde las más sencillas hasta las más complejas. Desenvolverse en distintos ámbitos sociales debería ser una de las lecciones más importantes de nuestra educación.
Una persona puede ser muy competente en su profesión, pero sin buenos modales, podría ser la menos apreciada en su entorno. Saber agradar, ser amable, cortés, educado y respetuoso, y comportarse adecuadamente en cualquier situación, puede ganarnos la simpatía de quienes nos rodean.
Este afecto se refleja en la actitud de las personas a nuestro alrededor y es algo que se extraña mucho cuando falta. Por eso, nos preguntamos: ¿qué es la urbanidad? Desde este medio, te invitamos a invertir en ella: saber convivir, saber agradar y saber estar, con un toque personal y una buena sonrisa.
