El burnout o agotamiento parental es conceptualizado como la exposición a un estrés crónico por parte de padres y madres que disminuye el uso de sus recursos personales para enfrentar las situaciones estresantes asociadas a la crianza.
Actualmente muchos padres y madres manifiestan estar cansados y agobiados debido a las múltiples exigencias asociadas a su rol parental. Si bien la parentalidad conlleva muchas satisfacciones, lo cierto es que también acarrea inseguridad, angustia y responsabilidad primaria sobre el desarrollo de los hijos. Este agotamiento puede ser, en ocasiones, incomprendido por la sociedad, ya que se contrapone a la creencia popular que sitúa a la parentalidad como fuente de satisfacción, bienestar, realización personal etc. Este malestar al que nos estamos refiriendo, ha sido conceptualizado como síndrome de burnout parental por parte de algunos investigadores, dado que los síntomas presentados por los padres son muy similares a los presentados por los profesionales que desempeñan labores de cuidado y que han desarrollado burnout laboral a consecuencia de estas.
Los primeros estudios sobre este tema surgen en el contexto hospitalario en el contacto con padres cuyos hijos/as presentan enfermedades médicas graves. A partir de estos estudios, se concluye que los padres y las madres expuestos/as a un estrés crónico pueden desarrollar signos de agotamiento similares al que presentan los profesionales de la salud, la educación, el ámbito psicosocial etc. Los resultados de estos estudios representan el primer indicio del burnout parental como síndrome.
Existe un vínculo estrecho entre parentalidad y estrés debido a las altas y sostenidas demandas contextuales. Esto se da, cuando el estrés situacional cotidiano que conlleva el ser padre/madre pasa a cronificarse. Uno de los aspectos que los investigadores señalan como posible causa, sería el nivel “altamente exigente” que tiene hoy en día en la mayoría de los países euroamericanos la definición de ser “un buen padre o una buena madre”. Existe una nueva ideología de “parentalidad intensiva”; centrada en el niño y sus necesidades, impulsada por expertos, absorbente desde el punto de vista emocional, exigente en cuanto a las tareas y costoso desde el punto de vista financiero; que hace que la parentalidad en ocasiones sea vivida con un alto nivel de exigencia e insatisfacción.
Con respecto a la frecuencia; los estudios realizados en Europa indican que aproximadamente el 9% de los padres/madres presenta este síndrome y que la prevalencia en mujeres sería significativamente más alta que en los hombres.
¿Cómo se manifiesta el burnout parental?
Este síndrome se manifiesta en 4 grandes grupos de síntomas que se presentan en etapas sucesivas y que se refuerzan mutuamente:
- Agotamiento de la función parental: implica que los padres no tienen la energía necesaria para realizar las tareas de cuidado y preferirían no hacerlas. Frases como: “me siento tan agotado/a por mi papel de madre/padre que tengo la impresión de que el sueño no es suficiente para recuperarme”, o “yo cogería mis maletas, me iría a un apartamento o un hotel y los dejaría a todos atrás”, aparecen cada vez con mayor frecuencia en las narrativas de los padres, pero sobre todo madres, que atendemos. Condiciones y horarios laborales sobre exigentes, estresantes y que impiden la conciliación; las tareas domésticas (los estudios señalan que en un 80% de los casos siguen a cargo de las mujeres), la falta de apoyo social etc. son factores que agravan este agotamiento parental.
- Distanciamiento emocional del niño/a, modo “piloto automático”: se observa cuando las tareas de cuidado son realizadas de forma mecánica, sin mayor involucramiento emocional. La manifestación verbal sería algo así como: “Ya no puedo demostrarle a mi hijo/a cuánto le/a quiero”.
- Saturación, pérdida de realización en el rol parental y sensación de ineficacia parental: la sensación de autoeficacia parental (es decir, tener la sensación de “estar haciéndolo bien como padre/madre”), es una de las variables que mejor predice la calidad y competencias parentales, por lo que su ausencia aumenta el riesgo de burnout. Son padres y madres que manifiestan: “Ya no sé qué hacer, me siento impotente y no veo sentido a ser madre/padre; a día de hoy, no se lo recomendaría a nadie”.
- Contraste: pérdida del placer al relacionarse con los hijos y pensamientos de autocuestionamiento como padre/madre. Este es el aspecto más característico: los padres y las madres no disfrutan de su tarea de crianza ni de la relación con sus hijos/as, la viven como una carga difícil de soportar, lo que les genera culpa y vergüenza. “Me siento vacío/a, no disfruto con mis hijos, y eso me hace sentir mucha culpa y mucha vergüenza. Además son cosas que no puedo hablar y compartir con nadie porque siento que me van a juzgar y a tachar de “mal padre/mala madre”.
La característica principal del burnout parental, en comparación con el profesional, es la imposibilidad de renunciar a la relación, debido a que en el burnout parental los padres no pueden renunciar a su rol, otorgándole esto un matiz característico.
Factores de riesgo y factores protectores, ¿qué elementos aumentan y cuáles disminuyen el riesgo de sufrir burnout parental?
Las investigaciones muestran que mientras más desbalance exista entre los recursos personales y el estresor percibido por los padres, mayor es el riesgo de presentar burnout parental. Los rasgos de personalidad de los padres están fuertemente asociados al burnout parental, en especial sus niveles de neuroticismo, de perfeccionismo e inteligencia emocional, es decir; a mayor neuroticismo, mayor probabilidad de desarrollar burnout parental, actuando la inteligencia emocional como un factor protector para el desarrollo del cuadro. También es relevante el tipo de parentalidad ejercida: la confianza y la percepción de autoeficacia de los padres, así como la parentalidad colaborativa o paralela (bajo nivel de discordia en el ejercicio de la coparentalidad) disminuyen la probabilidad del burnout parental. El tipo de organización familiar es otro factor relevante: bajos niveles de conflicto, alta satisfacción familiar, acuerdos en la crianza y baja desorganización familiar actúan como factores protectores.
Por otra parte, los factores sociodemográficos (en el último tiempo agravados por la pandemia; la situación política, social y económica; la sensación de incertidumbre) parecieran tener poco peso; si bien se ha observado que, en culturas individualistas, el nivel de burnout parental es mayor que en las colectivas (en las que el reto de criar es más colectivo que individual y se comparte la crianza con otros miembros de la comunidad). Tampoco las características de los niños predicen el burnout parental. Sin embargo, sí que cobran mayor importancia los factores sociales que indirectamente median la emergencia del burnout parental, especialmente los valores y expectativas sociales sobre la parentalidad; es decir un determinado tipo de valores y el ajustar las expectativas a las características y necesidades de los niños/as, favorece una baja incidencia de burnout parental.
Consecuencias del Burnout parental
En la persona que lo padece, las consecuencias son, por una parte, aquellas comunes a los distintos tipos de burnout (aumento de la ideación suicida -mayor que en la depresión- y de la evitación, aumento de las adicciones, trastornos del sueño, problemas de salud física y mental como ansiedad, depresión etc.) y por otra parte específicas del burnout parental (no reconocerse como padre/madre, distanciamiento emocional del hijo/a, saturación en el ejercicio del rol, agotamiento en el ejercicio de la paternidad, problemas maritales, además de violencia y negligencia hacia los niños …). Por su parte, en niños cuyos padres padecen burnout parental podríamos suponer el desarrollo de un apego de tipo inseguro y diversos estudios muestran sintomatología asociada al estrés y la ansiedad en ellos.
¿Cómo prevenir y tratar el Síndrome de burnout parental?
Para poder prevenir este tipo de síndrome, lo primero sería identificar a aquellos padres y madres que se encuentran en la primera fase del mismo (agotamiento), para poder dar respuesta y solución a esta condición y evitar el avance a las fases siguientes.
Es importante transmitir un mensaje a los padres y madres en el sentido de que: “no es un signo de menos amor ni de menos competencia el sentirse a veces agotado/a en su función parental: la crianza de los hijos también es una fuente de sufrimiento y de estrés”. En este sentido fomentar el autocuidado y el cuidado de las relaciones cercanas, reforzar las redes sociales y crear redes de apoyo formales representan factores altamente preventivos y protectores frente al burnout parental. En relación a la mayor prevalencia de este síndrome en las madres, ya que las mujeres siguen siendo las principales cuidadoras y con frecuencia no renuncian a este papel; es conveniente seguir trabajando en la línea de cambiar el discurso social y educar para una masculinidad sensible y cuidadosa.
Por último, en algunos casos, es recomendable buscar apoyo especializado (psicoterapia, grupos de apoyo o psicoeducativos etc.) para reducir los síntomas asociados al burnout parental.