José Camacho
De una u otra manera, todos vivimos evaluando las distintas actividades que realizamos en la vida ordinaria. Los trabajadores del agro evalúan el desarrollo de sus plantaciones en relación con las labores culturales aplicadas y, por ende, el rendimiento de la cosecha. Los médicos evalúan el progreso de sus pacientes y las respuestas de estos a un tratamiento indicado. Evaluamos hasta la calidad de los alimentos que adquirimos para nuestro consumo.
¿Qué es evaluar?
Según el diccionario de la Real Academia Española, evaluar en sentido general es calcular, estimar, valorar, ponderar o dimensionar cualquier situación o actividad de la existencia humana. Ahora, aplicando el término “Evaluación Educativa”, es un proceso continuo y formativo que busca, en primer lugar, determinar en qué medida los sujetos que aprenden están logrando los objetivos y las metas que los estudiantes deben alcanzar en su paso por la vida escolar.
Amplitud de la evaluación educativa
Resultaría estéril que la evaluación se enmarque solo en medir la cantidad y calidad de los aprendizajes de nuestros estudiantes, incluidos los elementos de formación y personalidad (los valores). La evaluación educativa debe ser concebida en un sentido mucho más abarcador y amplio, ya que esta examina todos y cada uno de los elementos que intervienen en el proceso educativo.
A saber: la superestructura del Estado que rige nuestra educación, los educadores, los alumnos teniendo en cuenta las diferencias individuales, la familia, el entorno social, el ambiente escolar, los insumos o recursos empleados, los métodos, los contenidos, el estado emocional y físico de los individuos que aprenden; en fin, la evaluación se evalúa a sí misma.
Eficacia de la evaluación
La evaluación efectiva, como herramienta eficaz para orientar los aprendizajes, es capaz de hacer que los educadores hasta cambien de rumbo en medio de los procesos. Claro, si unas estrategias o métodos no producen resultados eficaces, la evaluación lo determina y no quedará otra alternativa que no sea el cambio por otros que nos permitan alcanzar las metas que pretendemos lograr.
Cuestionamiento y problemática
Hemos expresado el criterio pedagógico de que la evaluación se evalúa a sí misma. Este criterio nos plantea un serio cuestionamiento y es el siguiente: partimos de la idea de que en la República Dominicana se evalúa y nuestros estudiantes obtienen buenas promociones en términos cuantitativos. La problemática la encontramos cuando nuestra calidad educativa, al ser evaluada por organismos internacionales (Foro Económico Mundial, Banco para el Desarrollo, Banco Mundial y otros), queda rezagada a los últimos lugares del mundo. No parece que estos organismos tengan la intención de ridiculizarnos.
A lo interno de nuestro país, basta una mirada escrutadora para apreciar nuestras falencias educativas. Nos movemos a pensar entonces que las evaluaciones del proceso educativo que estamos realizando a nivel interno no están respondiendo a los indicadores estándares que a nivel de calidad educativa debemos lograr para nivelarnos frente a otras naciones del mundo.
Conclusión y propuesta
¿Qué hacer entonces frente a esta realidad que nos cuestiona? ¿Rasgarnos las vestiduras frente al muro de las lamentaciones? ¿Sentarnos a llorar sobre la leche derramada? No entiendo que tales alternativas puedan contribuir a nada.
Nuestro planteamiento concluyente es que no tenemos otra salida que no sea aplicar los criterios de la ciencia pedagógica y, tal como está expresado en su definición, aplicar procedimientos de evaluación que vengan a iluminar y a sanear con seriedad todos y cada uno de los elementos y de los actores del proceso de educación en la República Dominicana. Así y solo así podremos enderezar entuertos, la única manera de aspirar a una calidad educativa real y alejada de conocidas retóricas carentes de sentido en la educación dominicana.