Un mayor conocimiento sobre las necesidades de cada estudiante, mejor clima en el aula y aumento del rendimiento académico son algunas de las ventajas que trae consigo ser profesor del mismo grupo por segundo año consecutivo.
Establecer vínculos con los estudiantes que ayuden a mejorar tanto la relación entre alumno-profesor como el proceso de enseñanza aprendizaje implica tiempo y para muchos docentes un solo curso escolar se queda corto. Por ello, si tienen la oportunidad, optan por repetir dando clases un año más con el mismo grupo de estudiantes.
“Cuando un docente pasa más tiempo con los mismos estudiantes es capaz de formarse una idea mental acerca de las necesidades, cualidades y limitaciones de cada uno de ellos para conseguir enfocar de una manera más clara su función pedagógica. Y, de igual manera, los menores se adaptan a la gestión del aula y al estilo de enseñanza del maestro”, según afirma un estudio llevado a cabo por la Annenberg Brown University en el que analizan las consecuencias positivas de repetir con el mismo grupo de estudiantes.
Este es el caso de Beatriz Mazcuñán, profesora de Primaria en el CEIP Montroy (Valencia) que ha sido docente del mismo grupo de alumnos durante dos cursos seguidos en numerosas ocasiones. Afirma que al conocerles previamente no hace falta pasar por ese período de ‘adaptación’ que supone empezar con un grupo nuevo. “Ya existen unas rutinas creadas y coger el ritmo a principio de curso es más rápido”, relata.
Mayor rendimiento académico
Uno de los beneficios que destaca el estudio de la universidad estadounidense es la mejora de los resultados y del rendimiento académico del alumnado. “La mayoría de estudiantes consiguen mejores puntuaciones en las pruebas de evaluación que se llevan a cabo por el mismo docente en los segundos cursos escolares”, afirman.
El comportamiento de los menores también es otro factor que puede estar determinado por el conocimiento o no del grupo por parte del docente, según indican desde la universidad de Brown. “Cuando un profesor llega nuevo al aula, no conoce la manera de comportarse de su nuevo alumnado que, además, suele estar especialmente activo durante los primeros días de curso”, destacan. Sin embargo, cuando ya hay un conocimiento previo entre profesor-alumno, la manera de comportarse de los segundos suele ser más calmada o el docente es capaz de manejar el grupo de una manera más fácil. De esta manera, en el estudio recalcan que se registran menos sanciones disciplinarias en este tipo de clases en los cursos de Secundaria.
Adaptación curricular
Otro de los beneficios que trae consigo el conocer al grupo de estudiantes es que el docente sabe de buena mano cuáles son las necesidades de cada uno de ellos, destacan en el informe. “Durante el desarrollo del primer curso, el docente tiene oportunidad de aprender acerca de la manera en la que trabaja su alumnado y es capaz de identificar cuáles son los puntos fuertes y débiles de cada uno de ellos para saber cómo reforzarlos”, aclaran. Por su parte, Mazcuñán afirma que al inicio del segundo curso ya sabe cuál es el punto de partida de sus estudiantes y cómo ayudarles a mejorar. “Elaboro los planes de refuerzo de los alumnos que lo necesitan y conozco sus fortalezas y sus necesidades, sé qué contenidos hemos trabajado y cuáles no, qué prioricé el curso anterior y en qué debo centrarme durante el siguiente”, explica.
Además, esta docente también destaca cómo esta situación también repercute en la relación con las familias, porque ya se han establecido unos canales de comunicación. “Los padres conocen la manera de trabajar del docente y cuándo pueden recurrir a él para plantear cualquier tipo de duda”, explica Mazcuñán.
Fuente: educaciontrespuntocero.com