Ángela Milqueya Cuevas Almonte
Desde hace cierto tiempo vengo escuchando atentamente los comentarios que hacen algunos maestros que hoy sirven en las aulas. Estos expresan sentimientos variados respecto a su ejercicio profesional en el ámbito educativo y me mueven a la reflexión de que las inquietudes que les afectan también son compartidas en gran medida por maestros que, al igual que yo, permanecimos varias décadas en la labor de enseñanza. A ellos les agradezco sus aportes para este artículo que intenta expresar el sentir de muchos de los que, actualmente, dejan su alma en los salones de clases.
Desde siempre se ha sabido que la labor magisterial es compleja, demandante, sacrificada y, en los últimos años, muy mal valorada, aunque también es una de las ocupaciones más satisfactorias que un ser humano puede realizar, ya que cada maestro tiene en sus manos la oportunidad de ayudar a desarrollar las capacidades y talentos de los estudiantes a su cargo.
Respecto a lo anterior, quiero exponer algunas de esas inquietudes con mente y corazón abierto de algunos docentes en ejercicio. Estas informaciones se extrajeron por medio de una entrevista; por motivos de ética, nos reservamos los nombres.
Veamos lo que dicen los profesionales de la educación:
- “Las aulas con población estudiantil alta hacen más demandante el servicio magisterial y la atención personalizada que se le debe brindar a los estudiantes”.
- “Los padres, en muchos casos, son elementos muy alejados del sistema de enseñanza y aprendizaje de sus niños, lo que se traduce en poca ayuda en el hogar para la continuación del proceso de adquisición de conocimientos de los mismos”.
- “Cada vez más se siente la presión social de que al maestro se le debe exprimir hasta la última gota porque recibe un “salario alto” y, en consecuencia, debe demostrar que es “merecedor del mismo”.
- “Desde el Ministerio de Educación se implementan adaptaciones y cambios curriculares que exigen más espacios e instrumentos de planificación con un protocolo de ejecución mayor”.
- “Las leyes de protección del menor hacen que el maestro se sienta atado de pies y manos a la hora de intentar disciplinar al estudiante”.
- “Hay un desgaste mental y físico muy marcado en el cuerpo docente que está provocando que algunos se planteen la permanencia dentro del sistema a no muy largo plazo”.
- “Los docentes de nuevo ingreso, en su mayoría, no están preparados para la realidad de los salones de clases y cuando se estrellan con lo que conlleva el día a día dentro de las aulas, se produce un brusco despertar que los acorrala y los mueve a pedir ayuda dentro de un sistema que no tiene un buen servicio de acompañamiento emocional para maestros en crisis o dificultades propias de su accionar”.
- “En las políticas de educación de hoy, la evaluación hacia el estudiante es más flexible y hacia el docente es más rígida”.
- “Si bien es cierto que hay maestros con poca vocación en el sistema, no es menos cierto que muchos otros tratan de dar lo mejor de sí para lograr que los niños adquieran las competencias y habilidades para la vida”.
- “Las guías que se están trabajando en el nivel primario (primer y segundo ciclo) se sustentan mucho en la oralidad, dejando poco espacio para la lecto-escritura, por lo cual el docente tiene que balancear dicho trabajo para que el estudiante no llegue al próximo nivel con bajo rendimiento en escritura y en lectura”.
- “Las planificaciones kilométricas son uno de los factores más desgastantes para los maestros activos y, aunque se sobreentiende que todo proceso educativo debe ser previamente planificado, cada año se le suman más aspectos y, por ende, se hacen más trabajosas”.
- “La parte correspondiente a ‘conectar y mantener el entusiasmo’ con los muchachos se torna cada vez más cuesta arriba, ya que los mismos se cansan de los largos horarios y, en momentos, no quieren ingerir los alimentos ofertados por los suplidores de la alimentación escolar”.
Estas y otras situaciones no mencionadas mantienen al magisterio en autorreflexión y en pesadumbre, lo que debe mover a las entidades que rigen el sistema, así como a las familias y a la sociedad en general, a un espacio de diálogo que sea abierto y honesto sobre los problemas que afectan al cuerpo docente y que se replican como un efecto dominó en los centros educativos de nuestra República Dominicana, que son uno de los ejes fundamentales de toda nación que busca crecer y alcanzar metas de desarrollo sostenible para bien de cada integrante de este pedacito de cielo tropical que es nuestra patria.