Para hacer frente a las incertidumbres y desafíos de la realidad compleja y dinámica del siglo XXI, se plantea, cada vez más, la necesidad de potenciar en los estudiantes la creatividad y la resolución de problemas.
La creatividad implica conectar conceptos que, en principio, no están conectados entre sí. Cuando la mente realiza este tipo de conexiones, los conocimientos se almacenan de forma más eficaz en la memoria a largo plazo. Y un cerebro que le encuentra utilidad a lo que estudia alcanzará un aprendizaje significativo.
Por este motivo, los alumnos creativos son capaces de establecer relaciones entre distintas materias o distintos temas de la misma materia más fácilmente. Son capaces de encontrar soluciones no solo a los problemas planteados en el aula, sino a cualquier problema de la vida real.
Además, a nivel emocional la creatividad contribuye a mejorar la autoestima y la automotivación. Permite enfocar los problemas desde distintas perspectivas y detectar puntos fuertes en uno mismo a la hora de resolverlos.
Cómo ayudarles a desarrollarla
La creatividad es una forma de pensamiento que conlleva conocimientos, destrezas, actitudes y valores. Si conseguimos que los alumnos la desarrollen, no solo mejorará su rendimiento académico, sino también su calidad de vida.
El proceso de creatividad debe comenzar con el propio docente, ya que sin él ninguna experiencia dará los resultados esperados. Un educador creativo es flexible, discurre la forma de comunicar de forma eficaz al mismo tiempo que capta la atención, genera el deseo de aprender y resuelve dudas con respuestas creativas con el fin de suscitar la reflexión y la indagación.
Es decir, tiene la capacidad de motivar a los alumnos para que ellos mismos sean los que trabajen desde una perspectiva creativa.
El docente creativo
¿Cuáles son las aptitudes de los docentes creativos más destacadas?
- Intuición y perseverancia. La primera se apoya en toda la información inconsciente que recibimos y se manifiesta en forma de impresiones, sensaciones e imágenes. Es la perspicacia de cada persona para detectar una posibilidad interesante donde otros solo ven problemas. Y para ello es necesario perseverar ante los obstáculos.
- Capacidad de conexión y flexibilidad de pensamiento. Consiste en ser capaz de establecer conexiones entre redes neuronales que, en principio, no están conectadas, así como de romper las conexiones neuronales ya creadas en nuestro cerebro. Siempre que no hagamos un esfuerzo creativo, tienden a activarse las mismas redes neuronales, lo que es contraproducente para nuestra labor como educadores.
- Pensamiento lateral. Supone buscar soluciones a los problemas sin usar el patrón lógico de pensamiento, por caminos alternativos. Es la manera de obligar a que el pensamiento abandone las redes neuronales ya formadas y cree otras nuevas donde, normalmente, se suelen encontrar soluciones novedosas a los problemas.
- Ensayo – error. No hay que tener miedo a buscar una educación y una formación abiertas e innovadoras para experimentar con nuevas fórmulas de enseñanza, mejor que conservar las que ya hemos comprobado que mantienen los problemas de aprendizaje de nuestros alumnos.
- Humor. Si somos capaces de conseguir que los alumnos asocien el aprendizaje con estímulos placenteros su motivación hacia el aprendizaje aumentará. Además, las ocurrencias que provoca la risa son, por lo general, cuestiones originales e inesperadas.
- Inteligencia emocional y empatía. Para comprender el progreso de los alumnos en lo que respecta al desarrollo de sus habilidades creativas, la empatía es una parte esencial de la inteligencia social o inteligencia interpersonal.
- Motivación intrínseca. La pasión por crear es el mayor estimulante. Las personas que actúan con motivación intrínseca no ponen límite de esfuerzo ni de tiempo en el trabajo creativo y les motivan los aspectos internos, como el interés, el entretenimiento y los retos.
Aprovechar aptitudes
Para ser creativo, el docente debe disponer de una serie de aptitudes creativas, pero también debe tener interiorizadas ciertas actitudes que le permitan aprovecharlas al máximo.
Así, debe ser capaz de hacer frente a los grandes enemigos de la creatividad. Por ejemplo, la tendencia a usar patrones basados en experiencias acumuladas, porque son las que nos mantienen en nuestra zona de confort. También el perfeccionismo extremo y el miedo a las críticas. Las personas creativas no temen asumir riesgos, toleran la incertidumbre y están abiertas a las experiencias nuevas.
En conclusión, educar en la creatividad es inculcar una forma de aprender y pensar, otorgando autonomía para entender la realidad desde diferentes perspectivas y dotando a los alumnos de las herramientas para la adaptarse.
Los educadores son agentes del cambio que precisan de toda una serie de capacidades como las que hemos enumerado. Normalmente, no se presentan aisladas, sino que suelen confluir.
La creatividad nos permite tener una actitud flexible y transformadora para edificar una educación para el futuro donde el docente sea el mejor estímulo para sus alumnos. Aunque hay personas más creativas que otras, esta cualidad también se entrena. Los mayores obstáculos son las limitaciones autoimpuestas, como las inhibiciones y la falta de aprendizajes encaminados a estimular nuestra imaginación y la de nuestros alumnos.
Fuente: https://theconversation.com/