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¿Ser bilingüe supone realmente una ventaja cognitiva?

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No cabe duda de que ser bilingüe o multilingüe ofrece múltiples ventajas en este mundo global interconectado. Las personas que hablan varios idiomas pueden comunicarse directamente con hablantes de otras lenguas y, por lo tanto, tener un acceso directo, sin intermediarios, a otros conocimientos, a otras culturas, o a más opciones de trabajo, entre otros beneficios.

Motivos suficientes para asegurar que una educación multilingüe temprana y apropiada es deseable y debe promoverse activamente. Pero, ¿qué dice la neurociencia de otras posibles ventajas?

Impacto del bilingüismo

La investigación en los años 60 no miraba con buenos ojos el bilingüismo. Es más, por entonces era considerado un problema que había que manejar con tacto en la escuela, porque se pensaba que el aprendizaje de dos lenguas podría crear confusión e incidir negativamente en el desarrollo educativo.

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Sin embargo, estudios posteriores mostraron que el bilingüismo ofrecía dos caras. Por una parte, se observó que las destrezas verbales de los bilingües eran un poco peores que las de los monolingües. Por ejemplo, tardaban más en nombrar un dibujo. Como contrapartida, los bilingües mostraban una mejor ejecución en tareas como la inhibición de información irrelevante o el cambio de atención entre dos actividades. Esto es, en tareas que implicaban al sistema ejecutivo central. Este efecto ha sido bautizado como “la ventaja bilingüe”.

La ventaja bilingüe

En los últimos años se ha producido una explosión de experimentos comparando la ejecución de bilingües y monolingües en tareas que reclutan el ejecutivo central como la tarea Simón o el test de palabras y colores Stroop. En este último se les muestra a los participantes palabras en cuadros de colores y se les pide que nombren el color del cuadro e ignoren la palabra escrita. Eso implica que, para responder correctamente, tienen que inhibir la respuesta automática de leer.

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Recientemente, sin embargo, se ha publicado un número importante de estudios empíricos, revisiones y meta análisis (análisis estadísticos sobre los efectos de estudios publicados) que cuestionan la supuesta ventaja bilingüe. Argumentan que otras variables como la inmigración o el estatus socioeconómico podrían explicar la mejor ejecución de los bilingües.

Por si fuera poco, revelan que las diferencias entre bilingües y monolingües son muy pequeñas y no lo bastante consistentes. Y que no se puede utilizar cualquier diferencia para apuntalar la idea de la ventaja bilingüe. En suma, la evidencia empírica actual no debería hacernos concluir que existe una clara ventaja bilingüe. En el mejor de los casos, si existe, es pequeña y ocurre en circunstancias limitadas.

La buena prensa del bilingüismo frente al alzhéimer

Los medios de comunicación se han hecho eco en múltiples ocasiones de los supuestos beneficios cognitivos del bilingüismo, sugiriendo, entre otras cosas, que mejora nuestras habilidades cognitivas.

¿Tiene fundamento esta afirmación? Los experimentos que apoyan la ventaja bilingüe encuentran que la diferencia entre las condiciones incongruentes y congruentes en los bilingües es unos pocos milisegundos más pequeña que en los monolingües. Extrapolar a partir de estas diferencias que se debería promover el bilingüismo porque mejora otras habilidades cognitivas es exagerado. La educación bilingüe es muy deseable, pero por otras razones.

Con el mismo sentido crítico, también es importante alertar sobre la idea de que el bilingüismo retrasa el comienzo de demencias tipo alzhéimer. Los beneficios cognitivos del bilingüismo se han vinculado con retrasos en el comienzo de enfermedades como la demencia (aproximadamente 4.1 años mas tarde en los bilingües) y a un deterioro menor asociado al envejecimiento saludable. El argumento es que manejar dos lenguas a lo largo de la vida tiene beneficios cognitivos con implicaciones importantes para la salud, dado que contribuye a la reserva cognitiva. Incluso se habla de un impacto más poderoso que el de cualquier medicamento conocido en la lucha contra la demencia.

Esta evidencia proviene principalmente de unos pocos estudios retrospectivos –esto es, que utilizan datos recogidos en el pasado para otra finalidad–. Pero se contradicen con otros que no encuentran diferencias. De hecho, investigadores que publicaron un retraso de 4.1 años de comienzo de la demencia en bilingües acaban de publicar otro estudio en el que identifican tasas de incidencia y edad de comienzo casi idénticas para bilingües y monolingües (78.2 años los monolingües y 79.8 los bilingües).

Asimismo, los estudios prospectivos –que estudian la evolución de participantes durante varios años– no encuentran diferencias entre bilingües y monolingües en el comienzo de la demencia. En definitiva, no existe evidencia clara de un efecto protector del bilingüismo contra la demencia.

Llegados a este punto resulta difícil, por no decir imposible, afirmar que hay pruebas científicas irrefutables de que el bilingüismo conlleva beneficios cognitivos o que retrasa el comienzo de la demencia. Como se suele decir, el diablo está en los detalles.

Por ello debemos ser rigurosos y no magnificar los efectos presentes en los datos ni exagerar su interpretación. Evitaremos así falsas expectativas sobre el impacto del bilingüismo sobre la demencia, o sobre otras habilidades cognitivas. En cualquier caso, es importante reiterar que el bilingüismo es deseable y debería promoverse por otras razones, entre ellas porque abre otras fronteras y ensancha el abanico de posibilidades en este mundo global.

Manuel Carreiras, Director Científico BCBL. Ikerbasque Professor. Investigador Distinguido UPV/EHU, Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL)

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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