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Magisterio y sociedad

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Por: Angela Milqueya Cuevas

A voz pópuli en nuestro país se tilda al maestro con tantos adjetivos poco agradables y se le enrostran casi todas las situaciones adversas que presenta el estudiantado dominicano sin tener en cuenta muchas veces que, aunque el maestro es una pieza clave en el proceso de enseñanza y aprendizaje, no es menos cierto que las falencias que arroja nuestro sistema educativo son el resultado de variantes múltiples unidas que confluyen para que se dé el actual proceso de insatisfacciones.

A partir de mi experiencia de 28 años en los salones de clases puedo externar algunos pensamientos que creo pueden ser pertinentes y mover a reflexión:

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1- El maestro de vocación tiende a ser más resiliente ante el desapego de muchos de nuestros chicos en las aulas, logrando, en gran medida, mejor conexión con los mismos y, por ende, resultados académicos y emocionales.

2- Las familias deben ser un punto de apoyo unidas a los maestros y directivos y así poder articular una red de sostenimiento para el estudiantado de todos los niveles. Pues, muchas de ellas delegan casi toda la responsabilidad a la escuela.

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3- No podemos dejarle al magisterio la tarea de <<arreglar los agujeros que hay en el hogar>>. El ex presidente de Uruguay, José Mujica, (2014) externó el llamado a la conciencia colectiva de los países latinoamericanos y caribeños.

4- Los métodos tradicionales de enseñanza deben ser reorientados y dirigidos a conectar con los intereses y formas de aprendizajes de los educandos de este tiempo, haciendo uso de las herramientas tecnológicas de manera adecuada y supervisada sin dejar de trabajar los valores y paradigmas fundamentales de nuestra humanidad.

5- El planeta se está degradando de forma acelerada y depende de nuestros gobernantes actuales, sistema educativo y generación global, el futuro de nuestra ‘casa común’. Por tanto, hay que trabajar unidos, crear proyectos reales que coloquen a los estudiantes como protagonistas y responsables del presente y el futuro, dejando de lado tantas diferencias, conflictos e intereses que alejan en vez de acercar.

6- Los maestros tienen que lidiar con un sistema burocrático muy exigente y complejo que, unido a las responsabilidades de planificar, enseñar, corregir, acompañar, evaluar, dar seguimiento individual a las necesidades de sus grupos estudiantiles y demás aspectos relativos al proceso áulico, hace que el magisterio se muestre agotador y, algunas veces, desmotivador por la gran presión a lo externo e interno de la sociedad a la que sirven.

7- Los nuevos docentes que están ingresando al sistema educativo público y privado necesitan mayores niveles de formación y acompañamiento en sus prácticas pedagógicas para poder desarrollar correctamente las destrezas que les ayuden a ser los modelos del magisterio al que todos aspiramos.

8- A los estudiantes se les debe inculcar más respeto y consideración para con sus formadores haciendo hincapié en que sus maestros son parte fundamental para el logro de sus aspiraciones futuras.

9- Los dimes y diretes entre el sector magisterial y las autoridades del Ministerio de Educación no ayudan para nada al delicado proceso que se quiere desarrollar para poder lograr avances en los resultados académicos del estudiantado dominicano y poner en entredicho la capacidad de conciliación de las partes quedándose, entonces, por fuera el compromiso supremo que debe ser <<Remar juntos en una misma dirección>>.

10 – Si ponemos un poco de esfuerzo, tenemos la capacidad de convertirnos en nuestra mejor versión, así que dejemos de lado las confrontaciones y busquemos puntos comunes que nos lleven a tener como realidad una mejor y más evolucionada nación que es el anhelo de todos y es lo que la República Dominicana merece.

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