Por Miguel Reyes Sánchez
En la isla de Santo Domingo no tenían idea de que en el continente europeo se estaba procediendo a la firma del Tratado de Basilea. Como precedente histórico teníamos el Tratado de Nimega en 1678, hasta el Tratado de Aranjuez o Tratado de Límites en 1777, que estableció la frontera definitiva en una detallada descripción de la línea de delimitación. Aquí se volvía sobre nuestros pasos de demarcación para establecer la unicidad de la isla, bajo el dominio francés.
El Tratado de Basilea
El 22 de julio de 1795 se puso fin a la guerra de la Convención entre Francia y España, mediante la suscripción del Tratado de Basilea, que devolvía a España el territorio ocupado por los franceses al sur de los Pirineos (las provincias Vascongadas, parte de Cataluña y Navarra); pero a cambio, España cedía a Francia la parte española de la isla de Santo Domingo.
Los franceses ya controlaban la parte occidental de la isla: Haití, desde la firma del Tratado de Riswijk, el 18 de septiembre de 1697, en el que Francia obtuvo de España esa concesión.
El Tratado de Basilea tenía como cláusulas secretas: que España no perseguiría a los afrancesados y que se liberaría a la hija del rey Luis XVI.
Llegada de la noticia a la isla
Como asevera el historiador Frank Moya Pons: “Esas noticias que se recibieron en Santo Domingo el día 18 de octubre de 1795, en los momentos en que los españoles reconquistaban las posesiones Bánica y las Caobas, gracias a una derrota sufrida por Toussaint en la parte francesa por los ingleses. La paz, sin embargo, no significaba esta vez que los españoles quedarían libres de los franceses, sino todo lo contrario. El tratado de Basilea decía que a cambio de la restitución de los territorios conquistados por los franceses en el norte de la península. El rey de España, por sí y su sucesor sede y abandonen toda propiedad a la República francesa toda la parte española de la isla de Santo Domingo en las Antillas”.[1]
Supuesta entrada en posesión
Entre otras disposiciones del tratado se establecía que “un mes después de conocerse el mismo en la isla, “las tropas españolas estarán prontas a evacuar las plazas, puertos y establecimientos que aquí ocupan, para entregarlos a las tropas francesas cuando se presenten a tomar posesión de ellas”[2].
“Las plazas, puertos y establecimientos, se deben entregar a los franceses con los cañones, municiones de guerra y efectos necesarios para su defensa, de que dispusieran en la época en que se tuvo noticia de las negociaciones “.
Asimismo, precisaba que “los habitantes de la parte española de Santo Domingo, que por sus intereses u otros motivos prefieran transferirse con sus bienes a las posesiones de Su Majestad Católica, podrán hacerlo en el espacio de un año contado desde la fecha de este tratado”.[3]
Luego enterarse de la entrada en vigor del Tratado, importantes familias de origen español se trasladaron a Cuba y a Puerto Rico.
El mismo Moya Pons relata uno de los problemas que se presentó a con la curia española: ¨la cuestión de la salida de los obispos y del clero tanto religioso como secular, las instrucciones enviadas al arzobispo decían que él debía ordenar al clero que recogiera empacar y embarcar a todos los bienes muebles de la iglesia previo inventario de los mismo cuidándose de conservar en buen estado las alhajas y los libros parroquiales todos deberían debían salir pero el arzobispo debía esperar a que se a que se embarcaron las autoridades superiores y la real audiencia Para entonces salir él y no dejar la feligresía católica sin pastor, pero don Fernando de Portillo y Torres que tenía un profundo odio a los franceses, trató por todos los medios de acelerar su partida y la de los religiosos, pero no fue sino al cabo de varios años cuando logró conseguir que el gobernador le permitiera embarcarse.[4]
La invasión de Toussaint Loouverture
La parte del tratado en que se cedía la parte española de la isla no se pudo materializar en el momento de la firma del acuerdo, debido a la Revolución Haitiana, manteniendo España esta posesión (actual República Dominicana), hasta la invasión desde Haití por Toussaint Louverture en enero de 1801, la cual se efectuó en contra de la voluntad de Napoleón Bonaparte, que quería que la toma de posesión oficial la realizaran las tropas de Francia.
Como vemos, Toussaint invadió sin orden de Francia, pero a nombre de ésta, ocupando la parte este de la isla proclamando que era única e indivisible.
La unicidad de la isla y abolición de la esclavitud.
En 1801, la Asamblea Colonial haitiana aprobó una Constitución que en su artículo 1 establecía “la unicidad e indivisibilidad política de la Isla de Santo Domingo” [5], mientras que en su artículo 3 garantizaba la abolición de la esclavitud y la igualdad de los hombres ante la ley, cuando disponía que: “No puede haber esclavos en este territorio, se abole la servidumbre para siempre. Todos los hombres nacen, viven y mueren libres y franceses” [6].
La isla de Santo Domingo se convirtió así en el primer territorio del Nuevo Mundo en proscribir la esclavitud. Al mismo tiempo, Toussaint se erigió en gobernador vitalicio con el derecho de elegir a su sucesor. La ficción legal de sumisión a Francia era teórica, pero de virtual independencia, lo cual irritaba al gobierno de París.
La expedición de Leclerc
El 24 de octubre de 1801, Napoleón nombra al general Charles Víctor Emmanuel Leclerc como comandante en jefe de la expedición a Santo Domingo y Capitán General de la colonia.
Pero no fue hasta el 5 de febrero de 1802, que los franceses asumieron la administración de la antigua colonia española, cuando 23,000 soldados franceses a las órdenes del general Leclerc desembarcaron en la isla y en poco tiempo lograron la rendición de Toussaint. A partir de ese momento se inició la Era de Francia en la isla de Santo Domingo.
Arminsticio y apresamiento de Toussaint
Toussaint Louverture firmó su armisticio y entrega el 1 de mayo de 1802. Pero al pasar el tiempo y no entregarse efectivamente, el 7 de junio, Leclerc lo invitó a una reunión con el general Brunet, bajo el pretexto de una negociación y lo hizo arrestar. Toussaint fue enviado a Francia para ser encarcelado en el Fort de Joux, cerca de Besançon, en agosto de 1802.
Valoración del Tratado de Basilea
El polígrafo dominicano Manuel Arturo Peña Batlle al analizar los eventos acaecidos durante los años 1795 al 1802 en la isla de Santo Domingo, llega a interesantes conclusiones, cuanto apunta que:
Si estudian con cuidado los resultados del Tratado de Basilea en la isla de Santo Domingo, se llega a la conclusión de que únicamente sirvieron a la causa de la independencia de Haití. Sin la cesión de la parte española, difícilmente hubieran logrado los insurrectos la consolidación de su obra política. Esta circunstancia no escapó a la penetrante visión de Toussaint, quien aseguró la independencia de su país, precipitando, con suprema habilidad, la retirada de los españoles de la isla. Es evidente que Leclerc hubiera tenido mejor suerte, si al llegar a Santo Domingo encuentra a España en su puesto, decidida a mantener la heredad y ayudar a Francia a recuperar la suya. Francia y España eran en ese momento potencias aliadas y, desde luego, muy fácil les hubiera resultado entenderse sobre la suerte de la isla.[7]
El historiador José Gabriel García calificó el traspaso de inmoral en perjuicio “de un pueblo inocente y desvalido, que en mala hora hubieron de aconsejar los fríos cálculos del egoísmo y del interés, á un soberano débil e irreflexivo, que dominando por el engreído favorito á quien había hecho árbitro absoluto de los destinos de España no vio que el trono conseguía con la injusta combinación mantener la integridad territorial de Cataluña y las provincias Vascongadas, dos de sus más sólidos pedestales, sin pararse a meditar que empañaba el brillo de esa gloria condenando á la incertidumbre de un oscuro porvenir á un gran número de súbditos fieles y amorosos, los cuales en vista de sus patrióticos antecedentes, más bien que la despojo de sus esperanzas é ilusiones, eran acreedores á la digna recompensa de una gratitud y de un reconocimiento imperecederos”.
La Era de Francia
Pocos meses después de tomar el control de la parte española, Charles Victoire Emmanuel Leclerc se enfermó con la fiebre amarilla y muere el 2 de noviembre de 1802. Jean-Louis Ferrand tomó su lugar y gobernando la parte española por el resto de la Era de Francia hasta 1809, que termina con la guerra de la Reconquista.
La batalla de Palo Hincado
Un grupo de dominicanos que se habían exiliado en Puerto Rico invaden la antes parte española con soldados dominicanos y puertorriqueños, éstos últimos aportados por el gobernador de Puerto Rico D. Toribio Monte, y liderado por Juan Sánchez Ramírez, librándose 7 de noviembre de 1808, la batalla de Palo Hincado, en la sabana del mismo nombre cerca de El Seibo.
Suicidio de Ferrand
El 8 de noviembre de 1808, Jean-Louis Ferrand se suicidó en Palo Hincado, cerca de El Seibo, al ver que las fuerzas francesas eran derrotadas.
Pedro Santana le arrancó la cabeza al cuerpo de Ferrand y la exhibió como prueba de su muerte. Los dominicanos se dirigieron a Santo Domingo y con la ayuda de los ingleses tomaron el control de la capital.
Los franceses no tuvieron otra opción que entregar la ciudad a las tropas inglesas y posteriormente, éstas la traspasaron a Juan Sánchez Ramírez, quien retorna la antigua parte española a España.
La junta de Bondillo
Delegados de varias ciudades del Santo Domingo Español se reunieron en Bondillo, Bayona, Manoguayabo, el 12 de diciembre de 1808, para decidir el futuro político de la parte oriental de la isla.
En esa reunión, se discutieron dos propuestas: 1. La de Juan Sánchez Ramírez, que propugnaba por la reincorporación del Santo Domingo Español al a España como colonia, y 2. La de Ciriaco Ramírez y los tabaqueros y comerciantes cibaeños, en la que se propugnaba por la proclamación de la independencia.
Se decidió que el Santo Domingo Español volvería a ser colonia de España; se reconoció a Fernando VII como rey, y se nombró a Juan Sánchez Ramírez Gobernador.
Sitio de la ciudad de Santo Domingo
Una vez tomada la decisión, siguieron las escaramuzas para desalojar totalmente los franceses de la ciudad de Santo Domingo. El sitio les resultó irresistible, por lo que el 11 de julio de 1809 se rindieron al mayor general inglés Hugh Lyle Carmichael. Y con ello se le pone fin a la Era de Francia en Santo Domingo.
Bibliografía
Constitución de Saint–Domingue. En Luis Mariñas Otero, Las Constituciones de Haití. Madrid, España: Ediciones Cultura Hispánica, 1968).
Historia Dominicana en Graficas.
Incháustegui Cabral, Joaquín Marino. Documentos para estudio : marco de la época y problemas del Tratado de Basilea de 1795, en la parte española de Santo Domingo. Academia Dominicana de la Historia. Buenos Aires, Argentina: Artes Gráficas Bartolomé, 1957.
Lugo Lovatón, Ramón. El Tratado de Basilea, Ciudad Trujillo : Editora Montalvo, 1951.
Madiou, Thomas. Histoire d´Haïti, Tome III 1803-1807, Port-au-Prince, Haïti: Editions Henri Deschamps, 1989.
Moya Pons, Frank. Manual de historia dominicana. Santo Domingo: Editora Búho, 18ava reimpresión, 2018.
Paulino, Alejandro. El Tratado de Basilea, Santo Domingo: Blog Historia Dominicana. 26 de octubre de 2008.
Peña Batlle, Manuel Arturo. El tratado de Basilea. Cuadernos de interpretación histórica, Ciudad Trujillo: Impresora dominicana, 1952.
Peña Batlle, Manuel Arturo. El Tratado de Basilea y la desnacionalización del Santo Domingo español, Ciudad Trujillo, Editora Montalvo, 1952.
[1] Frank Moya Pons, Manual de historia dominicana. Santo Domingo, Editora Búho, 18ava reimpresión, 2018, pág. 176.
[2] Ibidem
[3] Ibidem
[4] Ibídem. Pag.177
[5] Véase Art. 1º de la Constitución de Saint–Domingue. En Luis Mariñas Otero, Las Constituciones de Haití. (Madrid, España: Ediciones Cultura Hispánica, 1968), 110.
[6] Ibidem
[7] Manuel Arturo Peña Batlle, El tratado de Basilea, Cuadernos de interpretación histórica, (Ciudad Trujillo: Impresora dominicana, 1952) 57