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El valor de la compasión

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Se trata de instalar en los niños, niñas y adolescentes el interés y el deseo de ayudar a los demás, de servir y ser solidario con los demás.

Por JULIO LEONARDO VALEIRÓN UREÑA

En un mundo caracterizado por la prisa, así como la búsqueda de atajos y el individualismo para alcanzar el éxito, hablar de la compasión para muchos sería casi un contrasentido. Sin embargo, el tema se ha ido instalando y convocado a especialistas del comportamiento como estrategia terapéutica, es el caso de Paul Gilbert, investigador y creador de la Terapia Focalizada en la Compasión[1]. Él plantea lo que llama los tres fluires de compasión:

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  • Hacia nosotros mismos,
  • Hacia los demás
  • y la disposición de poder recibir compasión.

Es decir que tan importante es la compasión frente a los demás como hacia nosotros mismos y, sobre todo, estar en la actitud de aceptarla uno mismo de los demás.

Se plantea que la compasión es una emoción que nos permite comprender y compartir el sufrimiento de los demás, sin confundirla con la pena o la empatía. La primera es una reacción emocional natural que experimentamos frente a los demás cuando estos atraviesan una situación de pérdida, mientras la segunda se conoce más bien como la habilidad de colocarse emocionalmente en el lugar de la otra persona.

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La compasión generalmente se asocia con dos actitudes: la de experimentar el sufrimiento del otro como la de disponerse a ayudar a la persona que sufre a paliar su sufrimiento. Es decir, que la compasión va más allá de colocarse en el lugar del otro además de generar la intencionalidad de poner fin a su sufrimiento.[2]

Según la Organización Mundial de la Salud vivimos una época en que la enfermedad mental se ha ido constituyendo en el principal factor de riesgo para la salud de la población, exacerbándose tras la pandemia por el coronavirus. Profesionales de la psicología en el ejercicio clínico, de igual manera, que otros tantos que se dedican al trabajo en la gestión humana desde las empresas e instituciones así lo confirman. La pena, el sufrimiento, como la perdida del sentido de la vida y el suicidio incluso, se han ido extendiendo en los ámbitos de la vida cotidiana y el trabajo.

Salir de nuestras áreas de confort como de la burbuja individualista en que nos hemos sumergido parece que necesitará una importante dosis de sensibilidad humana y de compasión. De ninguna manera estamos diciendo que tales actitudes resolverán los problemas que hoy enfrentamos, pero pueden ser una condición para prestar mayor atención a los mismos y disponernos a analizarlos y buscarles soluciones a través de políticas públicas centradas en el bienestar social, como incluso de programas que las instituciones puedan desarrollar. En el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) en pleno proceso de la pandemia se inicia un programa llamado Mente Sana para dar apoyo terapéutico y emocional a los colaboradores y docentes, como incluso estudiantes, que así lo requirieran y que hoy esta bajo la responsabilidad del Centro de Atención Psicosocial (CAPS-INTEC).

Se puede hacer de la compasión una herramienta de lucha y transformación constituyéndola en una fuerza motivadora capaz de generar las fortalezas necesarias para afrontar de manera decidida la situación que estamos viviendo, procurando soluciones colectivas en aras de un mundo más humano y centrado en el bienestar y la felicidad.

De ahí la compasión puede permitir el desarrollo de dos procesos importantes, el primero, aquel que tiene que ver con el coraje de enfrentar la realidad en vez de ignorarla y echarse a un lado; el segundo, anteponer nuestros conocimientos y sabiduría para pensar y disponernos a diseñar soluciones eficaces a los problemas y situaciones mencionados.

Hay que insistir en el desarrollo de comportamientos prosociales y éticos que nos guíen por el bien decir y el bien hacer. La escuela es un buen espacio para promover la cooperación, la solidaridad, el altruismo, como el acompañamiento y el cuidado de aquellas personas que así lo necesiten. Se trata de instalar en los niños, niñas y adolescentes el interés y el deseo de ayudar a los demás, de servir y ser solidario con los demás. Es muy probable que esto pueda constituirse en un factor de protección y prevención de las situaciones de violencia y abusos que se dice inciden en la marcha de algunos centros educativos en nuestro país.

[1] Recuperado en ¿Qué es la compasión para la psicología? | Psicositio

[2] Recuperado en Psicología de las emociones: la compasión (psicoglobal.com)

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