Daniel Beltré Acosta
Santo Domingo, RD.
La inteligencia artificial no debe ser vista como una amenaza, sino como un reto de los gobiernos y las instituciones alrededor del mundo, sobre todo en los países en vías de desarrollo. Incluso, debe ser vista como una gran oportunidad. Evidentemente, serán muchos los aspectos de esta nueva tecnología que tendrán que ser examinados desde la óptica del Derecho. Sin embargo, lo que en esencia plantea la inteligencia artificial es la necesidad de un re-enfoque de las capacidades y capacitaciones de los ciudadanos.
Será vital desarrollar nuevos conocimientos y habilidades que permitan poner esta innovación tecnológica al servicio del progreso de la humanidad, puesto que la tecnología difícilmente se auto-operará; la intervención del humano en su gestión -hasta el momento- será crucial; en consecuencia, lo que hará la gran diferencia será la capacidad creativa de las presentes y futuras generaciones al momento de gestionar las potencialidades de los cada vez más poderosos algoritmos y robots.
La IA es una herramienta que tiene por objeto optimizar las capacidades humanas; dicho esto, un ciudadano con niveles de formación precarios no podrá sacar el provecho ideal a la tecnología. Actualmente el campesino agricultor con acceso al ChatGPT, por ejemplo, tendrá menos necesidad de acudir a una compañía de asesores agrónomos, o visitará menos la tienda. Actualmente ChatGPT puede recomendarle al campesino más humilde fórmulas de fertilización, incluso orgánicas; basta que el usuario le proporcione algunas características del suelo, del clima y del cultivo. Ahora bien, para eso el campesino debe contar con una formación básica, y luego, si está dotado de una capacitación técnica superior entonces podrá explotar al máximo la tecnología. El reto sigue siendo pues contar con agricultores con más información y conocimientos técnicos. Lo mismo vale decir para el agrónomo o para la industria que fabrica los fertilizantes.
En ese orden de ideas, la inteligencia artificial constituiría una amenaza, en la medida en que nuestros gobiernos, instituciones y universidades no vislumbren y dimensionen a tiempo los cambios que la humanidad está experimentando en lo inmediato. Pero será un reto, más aún una oportunidad, si la nueva tecnología es vista como una herramienta que muy pronto pondrá información de inconmensurable valor en poder de personas que no han tenido la oportunidad de ir a reputadas escuelas de negocio o ciencia en Estados Unidos, Europa o Asia, pero que cuentan con los conocimientos y herramientas necesarias para gestionar la información y sacarle provecho integrándola a procesos productivos, creativos o culturales que terminen transformando nuestras economías. En fin, la inteligencia artificial es una oportunidad para estrechar la brecha temporal que históricamente nos ha separado de nuevos estadios de progreso.