Elisa Elena González
Santo Domingo
No habrá un día en el que no repita como un mantra que en la República Dominicana necesitamos crear e implementar políticas educativas efectivas, bien estructuradas y contextualizadas, pensadas para el largo plazo. Como país no podemos subestimar la importancia que reviste tener herramientas que garanticen una ruta y un horizonte claro de implementación con etapas de revisión, evaluación y ajustes.
Los avances que hemos tenido como país son muchos y significativos; sin embargo, aún existen desafíos importantes que deben ser abordados para mejorar la calidad de la educación y garantizar que todas las niñas, niños y jóvenes tengan acceso a ella, y entre estos, se encuentra el nivel de los aprendizajes de nuestros estudiantes que al compararlos con otros países de la región, representa un inmenso talón de Aquiles.
Resultados en las evaluaciones internacionales
Según el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el país ocupa el puesto 123 de 139 países en términos de calidad educativa. Esto refleja la necesidad de políticas de mayor integralidad y sistematicidad en su implementación.
De acuerdo a informes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en 2019 en la República Dominicana el 23% de la población entre 5 y 17 años se encontraban fuera de la escuela; esto evidencia un gran desafío en la garantía de derechos y la inequidad en el acceso a la educación, especialmente para las niñas, niños y jóvenes que viven en áreas rurales o en condiciones de pobreza.
El ausentismo y abandono escolar entre nuestros estudiantes es extremadamente alto. Solo el 58% de los estudiantes que ingresan a la escuela secundaria la completa y ni hablar de la necesaria formación y capacitación de nuestros docentes. No se mejora la educación sin maestras y maestros actualizados en sentido general y común profundo dominio de sus temáticas y especializaciones.
Una política educativa eficaz, ¿Existen pautas para ello?
Los organismos internacionales tienen pautas claras y comprobadas para la formulación de políticas educativas eficaces, basadas en las mejores prácticas de otros países de la región y del mundo. Por ejemplo, en la región de América Latina y el Caribe, hay países que han implementado políticas exitosas que han mejorado significativamente la calidad y el acceso a la educación. En Colombia, por ejemplo, se ha implementado el programa “Todos a Aprender“, que se centra en la formación docente y la implementación de prácticas pedagógicas efectivas. Como resultado, el país ha mejorado significativamente en las pruebas PISA y ha reducido la tasa de abandono escolar.
Otro ejemplo es el caso de Uruguay, que ha implementado un sistema educativo inclusivo y de alta calidad, que centra su enfoque en la igualdad de oportunidades y el acceso a la educación para todas las niñas, niños y jóvenes, independientemente de su origen socioeconómico. El país ha logrado importantes avances en la mejora de la calidad educativa y la reducción de la tasa de abandono escolar.
¿Que nos falta? Lo esencial: necesitamos repensar y reflexionar la estructuración e implementación de las actuales políticas, basándonos en evidencias, en análisis comparados de las mejores prácticas de otros sistemas educativos de la región y propiciando que éstas, sean flexibles y capaces de responder a los diversos contextos sociales donde esta inserta la escuela.
Es imprescindible tomar medidas concretas y a la vez flexibles para que así puedan responder, ser adaptadas a las realidades de cada regional educativa y a las necesidades específicas de los estudiantes, enfocadas en mejorar la calidad del proceso pedagógico y en garantizar el acceso para todas las niñas, niños y jóvenes, especialmente aquellos en zonas rurales y en condiciones de pobreza.
La autora de este artículo es consultora y gestora de políticas educativas.
