Palabras de Duarte: “Yo admiro al pueblo haitiano, veo cómo vence y sale de la triste condición de esclavo para constituirse en nación libre e independiente. Le reconozco poseedor de dos virtudes eminentes: el amor a la libertad y el valor, pero los dominicanos que en tantas ocasiones han vertido su sangre, ¿lo habrán hecho solo para sellar la afrenta de que en premio de sus sacrificios le otorguen sus dominadores la gracia de besarles la mano? ¡No más humillación! ¡No más vergüenza! Si los españoles tienen su monarquía española y Francia la suya francesa; si hasta los haitianos han constituido la República Haitiana, ¿por qué han de estar los dominicanos sometidos ya a la Francia, ya a España, ya a los haitianos, sin pensar en constituirse como los demás? ¡No, mil veces no! ¡No más dominación! ¡Viva la República Dominicana!”
Era claro que Duarte había planeado minuciosamente los caracteres de la sociedad. Le habían servido el simbolismo secreto de la masonería pero también su mejor modelo fue la Conspiración de los Soles de América.
El explicó a sus amigos confidentes sus planes, entre los que estaban: José María Serra, Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandrino Pina, Benito González, Félix María Ruiz, Jacinto de la Concha, Juan Nepomuceno Ravelo y Felipe Alfau.
La Sociedad fue llamada La Trinitaria. La formarían, en principio, nueve miembros. Se identificarían por un seudónimo y un color. Cada uno de los miembros tendría que buscar dos más, los cuales sólo lo conocerían a él, de manera que en un caso de denuncia solamente corrieran peligro dos y no el resto de los conjurados.
El día señalado para la fundación de la sociedad La Trinitaria fue el 16 de julio de 1838. La casa escogida fue la de Josefa Pérez de la Paz, madre de Juan Isidro, le llamaban Doña Chepita.
Duarte dijo a los ocho fundadores de la sociedad: “Amigos míos: unidos aquí con el propósito de ratificar el que habíamos concebido de conspirar y hacer que el pueblo se subleve contra el gobierno hatiano a fin de constituirnos en estado libre e independiente con el nombre de República Dominicana, vamos a dejar comprometida nuestra vida”.
Ante la aceptación formal, el fundador y presidente de la Sociedad La Trinitaria, entregó un pergamino a cada uno de los ocho conspiradores y le hizo formular el siguiente juramento: “En nombre de la Santísima y Augustísima e indivisible Trinidad de Dios Omnipotente; juro y prometo por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro preside Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la separación definitiva del gobierno haitiano y a implantar una república libre y soberana e independiente de toda dominación extranjera, la cual tendrá su pabellón tricolor en cuartos encarnados y azules atravesados por una cruz blanca. Mientras tanto seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras sacramentales Dios, Patria y Libertad. Así lo prometo ante Dios y el mundo, si lo hago, Dios me proteja y de no, me lo tome en cuenta y mis consocios me castiguen el perjurio y la traición, si los vendo”.
Después de formular tan solemne juramento, cada uno obtuvo sangre propia y firmó con esta tinta roja, símbolo de su propia vida, y dibujó junto a la rúbrica una cruz.
Duarte, señalando la cruz, pronunció las siguientes palabras: “No es la cruz signo de padecimiento; es el símbolo de la redención. Queda bajo su égida constituida La Trinitaria y cada uno de sus nueve socios obligado a reconstituirla, mientras exista uno hasta cumplir el voto que hacemos de redimir la Patria del poder de los haitianos”.
Con esta ceremonia sencilla quedó constituida la sociedad. Cada miembro adoptó su seudónimo y color: Duarte era Arístides y su color el azul.
De inmediato se incorporó al núcleo un pequeño grupo de patriotas que fueron llamados “nominados”. Una vez fundada La Trinitaria, como sociedad revolucionaria al fin, se otorgaron los grados jerárquicos: Duarte fue nombrado General en Jefe de los Ejércitos de la República Dominicana y Director General de la revolución. Desde ese mismo día los trinitarios desplegaron una gran actividad con el objeto de allegar adeptos a la causa patriótica.
Ya en 1840 los haitianos sospechaban que había un movimiento secreto en Santo Domingo, evidentemente de conspiración contra el poder haitiano. Con el objeto de encubrir sus actividades, los trinitarios fundaron una nueva sociedad de aparente carácter cultural que llamaron La Filantrópica, como La Trinitaria, nueve fueron los co-fundadores de esta nueva entidad, encabezados por Juan Pablo Duarte. Sus reuniones eran públicas y se celebraban en el hogar de Pedro Alejandrino Pina, a manera de veladas literarias; pero La Filantrópica fue, en realidad, un círculo más amplio, donde discursos y recitaciones encubrieron mensaje de propaganda en pro de la libertad dominicana.
Siempre con el propósito de no hacerse sospechosos a los haitianos, los trinitarios crearon La Sociedad Dramática donde por medio de representaciones teatrales llevaron un nuevo mensaje al pueblo. Las obras que se representaban fueron seleccionadas por Duarte y él las había traído de Europa. Indudablemente, el teatro cumplió un gran cometido en las luchas duartianas a favor de la independencia.
Ya los esfuerzos de La Trinitaria gozaban de amplias simpatías entre los dominicanos cuando llegó la renuncia de Boyer en Haití, Duarte se apresuró a sacar ventaja para la causa independensista. Luego, al instalarse la Junta Popular en Santo Domingo, el 29 de marzo de 1843, uno de los integrantes era Juan Pablo Duarte y otros trinitarios.
El 8 de junio de 1843, juntos trinitarios y los partidarios de Francia, pidieron a la Junta Popular de Santo Domingo la concesión de libertades y, entre otras cosas, que las actas públicas y otros documentos oficiales fuesen redactados en lengua española, pidieron la oficialización de la religión católica y la instauración de las tradiciones hispánicas, estas peticiones irritaron a las autoridades haitianas y más aún con el triunfo de los trinitarios en la elección del Congreso Constituyente. Una de las medidas del nuevo dictador de Haití, Charles Herard, fue destituir a todos los dominicanos elegidos para la Constituyente, dirigirse a tierras dominicanas y la inmediata persecución de los trinitarios, unos fueron encarcelados y se da el exilio de Duarte.
Después de esto, se da una serie de acontecimientos, como por ejemplo el regreso de Duarte y al fin el 16 de enero de 1844, 156 dominicanos, se reunieron y redactaron el “Manifiesto de los pueblos de la parte del Este de la Isla Española o de Santo Domingo, sobre la causa de su separación de la República Haitiana”, el documento hablaba de reivindicaciones, de derechos, de libertades.
La independencia era, para entonces, algo inevitable, en la noche del 27 de febrero de 1844, en la puerta de la Misericordia, los revolucionarios tomaron el Conde, y en un acto solemne, se declaró a la República Dominicana libre de toda dominación extranjera.
Tomado de: Lebrón Saviñón, Mariano (1993). La Trinitaria. Santo Domingo: UASD.