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La conversación y los actos de habla

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La conversación es la acción de hablar con una o más personas durante cierto período de tiempo, en donde pueden expresar sus ideas. Las conversaciones tienen sus orígenes en la época del viejo mundo, por la necesidad de comunicarse con las demás personas y lograr organización para la sociedad emergente, sin importar si aún se desarrollaban las lenguas o a algún tipo de medio de comunicación escrito, por lo que las señales suponían un tipo de lenguaje para comunicarse, al igual que los garabatos y los idiomas poco desarrollados.

La conversación requiere el uso de algún tipo de lenguaje, como el oral, o escrito. La conversación consta de 6 elementos: el emisor, sujeto que envía el mensaje; el receptor, individuo que recibe la información; el mensaje, lo que se transmite; código, idioma o simbología con la que se transmite el mensaje; canal, lugar por donde se transmite el mensaje y el contexto, el entorno en donde se da el canal en sí.

Igualmente, una charla puede ser estratégica, en la que se analiza el entorno de una empresa u organización operativa, en donde se tocan temas como la tecnología, resultados, el uso eficiente de recursos, entre otras cosas; cultural, está centrada en el sentido de pertenencia de una persona en la cultura, es decir, se hablan de temas populares y triviales, además de expresar los sentimientos de identificación de una persona; Individual, se enfoca en los temas familiares y logros personales de un individuo.

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Posee una estructura, ésta consta de: apertura, marcando el inicio de la conversación y haciendo una selección al azar de los temas de interés a tocar, luego está el cuerpo, haciendo hincapié y profundizando en el tema antes seleccionado y por último se encuentra el cierre, en donde se da por finalizada la conversación.

Los actos de habla no se producen «en abstracto», sino que entran en funcionamiento en realizaciones comunicativas concretas que se desarrollan en un contexto específico. De hecho, esto es lo que motiva que, según la situación, un enunciado puede conducir a un acto de habla u otro. Si un docente entra en una clase bulliciosa y dice «Buenos días», puede tener la intención de saludar a sus estudiantes antes de comenzar. Sin embargo, si en clase siguen hablando y el docente eleva un poco la voz y, de forma algo más contundente, dice «Buenos días», la intención cambia y se produce un acto de habla distinto.

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En la comunicación ritual, la formulación de algunos enunciados suele conllevar una respuesta específica que se ajusta en una estructura de intercambio. Ante un saludo, se suele responder con un saludo; ante un ofrecimiento, se suele responder con una aceptación o un rechazo (incorporando, posiblemente, un agradecimiento); ante una recriminación, suele responderse con una disculpa o con una justificación.

Por ejemplo, en una situación real de comunicación, no es frecuente que un hablante diga «Buenos días» y su interlocutor diga «Adiós».

A. Buenos días.
B. Buenos días.

A. Buenos días.
B. Adiós.

A. ¿Vienes con nosotros al cine?
B. Me encantaría, pero había quedado con Teresa. Pero la próxima vez me apunto.

A. ¿Vienes con nosotros al cine?
B. Pues mira, me gustaría pero no me gusta ver películas. Adiós.

A. No tenías que haberle dicho que no te gustaba su regalo…
B. Pues mira, tienes razón, tenía que haber sido un poco menos brusca.

A. No tenías que haberle dicho que no te gustaba su regalo…
B. Es que yo soy así, sincero y directo.

En los ejemplos anteriores hemos visto que se produce un intercambio comunicativo. Un intercambio comunicativo se compone de, al menos, dos intervenciones: la intervención iniciativa y la intervención reactiva.

Aunque en los ejemplos indicados más arriba se ha producido un intercambio con dos intervenciones, también es frecuente una tercera intervención como cierre.

(Estamos en una clase el viernes a última hora y los estudiantes van saliendo del aula. Quedan Teresa y Pablo)
A. Bueno, hasta el lunes (intervención iniciativa; función comunicativa: despedida).
B. Hasta el lunes, ¡buen fin de semana! (intervención reactiva; funciones comunicativas: despedida; expresar buenos deseos).
A. ¡Gracias, igualmente! (intervención de cierre; función comunicativa: agradecimiento).

La estructura de estas interacciones como las apuntadas es muy simple. Sin embargo, la combinación de funciones comunicativas en intercambios puede llegar a tener una estructura muy compleja.

(Estamos en la biblioteca el viernes a última hora y en las mesas próximas ya solo quedan Teresa y Pablo)
A. Adiós, hasta el lunes (intervención iniciativa 1a; función comunicativa: despedida).
B. Ah, ¿ya te vas? (intervención iniciativa 2a; función: pedir confirmación).
A. Sí, es que tengo que coger el autobús, que si voy andando llego a casa muy tarde (intervención reactiva 2b; función: justificarse).
B. ¡Buen fin de semana! (intervención reactiva 1b; función comunicativa: expresar buenos deseos).
A. ¡Gracias, igualmente! (intervención de cierre; función comunicativa: agradecimiento).

Vemos aquí dos intercambios distintos: uno con una intervención iniciativa, una reactiva y una de cierre, y otro con una intervención iniciativa y una reactiva intercalada.

Cuando se producen varios intercambios comunicativos nos encontramos con una secuencia conversacional.

De este modo, podemos concluir que la estructura de la conversación es secuencial y jerárquica. Los exponentes funcionales se combinan para formar intervenciones, las intervenciones se combinan para formar intercambios y varios intercambios conforman una secuencia.

Fuente: https://urbinavolant.com/

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