Por lo general, la mayoría de las personas aprendemos a leer cuando aún somos niños; pero lamentablemente, no todos tienen esa oportunidad. Por diversos motivos, hay niños que deben abandonar la escuela para dedicarse a trabajar y apoyar con los gastos de la casa. Y muchas veces llegan a la adultez sin saber leer ni escribir, o sumar y restar; pero el deseo de aprender se mantiene.
Francisco Santana Filho es un hombre de 68 años originario de Brasil que no sabía leer. Desde hace 4 décadas vende helados afuera de una escuela primaria. Para su suerte, un día se encontró con Bárbara Matos, una niña con un enorme corazón que decidió enseñarle a leer y escribir.
La infancia de Francisco fue muy dura pues desde pequeño tuvo que salir a trabajar para ayudar a sus padres con los gastos del hogar y jamás tuvo la oportunidad de asistir a la escuela. El hombre se dedicó a trabajar y trabajar durante toda su vida y llegó a una edad avanzada sin haber aprendido lo más básico.
Por casualidad terminó vendiendo helados en una escuela, pero nunca se imaginó que un día, luego de tantos años, alguien se ofrecería a ser su profesor.
Bárbara, de 9 años, decidió comprar un helado y de pronto quiso saber algo sobre el vendedor. Le preguntó si sabía leer y el hombre respondió que no. Luego le contó que nunca pudo aprender porque no tuvo la oportunidad de asistir a la escuela pero que no perdió las ganas de estudiar. Sin pensarlo dos veces, Bárbara le dijo a Francisco que ella sería su maestra y le enseñaría a leer y escribir.
Desde entonces, todos los días, la niña se queda un tiempo extra al finalizar sus clases para ayudar al vendedor. De alumna se convierte en maestra y lo hace excelente. Por su parte, Francisco va a trabajar vendiendo helados y cuando es el momento se transforma en alumno. A la puerta de la escuela, ambos se sientan a estudiar.
«Ella es mi maestra. Es un individuo gentil y particular. En el momento de la salida se quedaba para enseñarme el alfabeto», mencionó Francisco.
Poco a poco, el vendedor comenzó a reconocer letras y palabras. Día tras día, Bárbara se dispone a enseñarle algo nuevo a Francisco. Ahora una profesora del Colegio Diocesano, Rizélia Sobreira, también tomó la labor de instruir al vendedor y y apoya a la niña en el proceso.
Cuando era niño, Francisco tenía el sueño de convertirse en periodista pero nunca pudo lograrlo. Ahora quiere enfocarse en saber leer y escribir muy bien y luego seguirá con las matemáticas. Ahora ya puede escribir algunas expresiones y lo más importante, sabe escribir su nombre.
Esta peculiar historia se hizo viral luego de que la maestra tomara una fotografía del dúo mientras estudiaba y la compartiera en redes sociales. Muchos reconocieron la generosidad e iniciativa de la niña así como las ganas de superación del hombre. Felicitaron a ambos por la noble y provechosa acción que están llevando a cabo y que ya está rindiendo frutos.
Fuente: https://porquenosemeocurrio.net/